Desafíos y dilemas geopolíticos para inserción internacional de las regiones chilenas.

Desafíos y dilemas geopolíticos para inserción internacional

La inserción internacional de las regiones chilenas, encabezada por sus gobernadores y alcaldes, no está ajena a los vaivenes actuales de la política internacional y a sus impactos domésticos, los que podrían afectar el desarrollo de iniciativas de cooperación fronteriza – sobre todo de integración física en torno a los corredores bioceánicos -  y a sus expectativas en materia de comercio internacional, turismo, atracción de inversiones, entre otras. Si agregamos, además, las complejidades y desafíos para procesar las demandas paradiplomáticas desde las autoridades nacionales, el panorama es desafiante.

 Dentro de los vaivenes más relevantes, no se puede dejar de mencionar la importancia de ciertas zonas que, en clave geopolítica, están adquiriendo una relevancia estratégica creciente, particularmente ciertos enclaves, sus posiciones dentro países y regiones; sus recursos asociados y distancias. Dimensiones que, como un todo, estarían influyendo en las políticas exteriores y los comportamientos de los estados sudamericanos. Se pueden mencionar dos dilemas geopolíticos con eventuales repercusiones en la inserción internacional de las regiones chilenas y cono sureñas: la inauguración del Puerto de Chancay   y la cuestión Antártica.

 En cuanto a la primera, la reedición de la “Guerra de los Puertos”, ya anunciada en 1997 por el general peruano Edgardo Mercado Jarrín, pone de manifiesto la competencia por el control de las rutas del Asia-Pacífico, involucrando a Chile y Perú, Bolivia, Brasil, por nombrar algunos, pero agregándose dimensiones alojadas en múltiples escalas: a la tensión sino-norteamericana, debido a los alcances de la iniciativa La Franja y la Ruta, proyecto internacional chino para construir infraestructura terrestre y marítima por el mundo, se agrega la visión de municipios portuarios, como los ubicados en el extremo norte de Chile;  actores  privados, como la Cámara Marítima y Portuaria,  quienes  auguran  desafíos no menores para el sistema portuario chileno.  Debido a sus dimensiones y a que reduce a casi la mitad el tiempo de viaje al Asia, este mega puerto ubicado a 70 Kms de Lima, ha causado diversas visiones pesimistas en la opinión pública, destacándose su eventual impacto en el trazado del corredor bioceánico Capricornio. Esta iniciativa, que involucra a los puertos chilenos de Antofagasta y Tarapacá se especula -aunque sin evidencias contundentes- pondría en jaque las cargas brasileñas que, por su volumen, son clave para la viabilidad del corredor y el fortalecimiento de la paradiplomacia orientada a la integración física de Chile con el centro oeste de Sudamérica. Cabe destacar que el gobierno del presidente Boric ha realizado dos comités de alto nivel en lo que va de este año para avanzar con el ansiado corredor. En este marco, ante las posibles externalidades negativas que acarrearía (contrabando, narcotráfico, trata de personas) se trató la seguridad en torno a la agenda fronteriza chilena y el rol que le cabria a municipios y gobiernos regionales en esta agenda. Además de importante, deja en evidencia que, ante la actual crisis de seguridad, se ha ido desdibujando la generalizada idea de que la paradiplomacia solo se inmiscuye en temas de baja política.

La cuestión antártica, también en clave geopolítica, atañe a las regiones del extremo sur del país. Si bien este dilema es mucho más especulativo en comparación con el Puerto de Chancay, ya inaugurado con  la presencia del presidente chino, actualmente ya se comienza a deliberar  entre especialistas sobre sus alcances: fomentar la conciencia antártica; debatir los alcances de la activación de las reclamaciones de los estados firmante en pausa por el tratado antártico; el aumento del tráfico por el estrecho de Magallanes, habida cuenta de los problemas ambientales que aquejan al canal de Panamá; el rol de las potencias y el alineamiento de los países circundantes con aquellas,  etc. En suma, todas cuestiones que podrían inhibir a los sucesivos gobiernos a profundizar la cooperación fronteriza entre Chile y Argentina. Si consideramos, además, el “incidente de los paneles solares”, las desavenencias entre los gobiernos de MIilei y Boric, entre otros acontecimientos, el desafío para las regiones fronterizas del extremo sur y sus aspiraciones parardiplomáticas es relevante, y estaría centrado en sortear estas aprensiones territoriales.

En cuanto a variables domésticas, al inicio destacábamos las complejidades para procesar las demandas paradiplomáticas desde el gobierno. El fallido debate constituyente dejó este enunciado, (176.- Artículo 4.- De la cooperación internacional de regiones y comunas autónomas) que pasó desapercibido  para la discusión publica: “En los términos que establezca la ley, las regiones y comunas autónomas ubicadas en zonas fronterizas podrán vincularse con las entidades territoriales limítrofes del país vecino, de igual nivel, a través de sus respectivas autoridades, para establecer programas de cooperación e integración, dirigidos a fomentar el desarrollo comunitario, la prestación de servicios públicos y la conservación del medio ambiente”. Con los respectivos ajustes que se precisen, se debería buscar alguna fórmula similar que aborde el bajo grado de institucionalización de la agenda internacional de las regiones y comunas chilenas, sobre todo de frontera. El Bajo compromiso estatal con las iniciativas fronterizas, alejadas de los centros dinámicos, es una realidad no solo chilena, sino del continente. Con ello, la existencia de zonas grises de gestión intergubernamental, producto de principios ausentes o poco claros, como los de coordinación y subsidiariedad territorial, afectan el ejercicio cotidiano de la gestión internacional subestatal, marcado por la opacidad, es decir, el desarrollo de prácticas no reguladas o acudiendo a normativas diseñadas para otros propósitos:  lo municipios que apelan al turismo para realizar actividades internacionales o transfronterizas, constituye el caso más emblemático.

Finalmente, los desafíos de las investigaciones sobre paradiplomacia deberían estar atentos a su institucionalización y posible robustecimiento de sus competencias. Pero más relevante sería poner atención a los efectos que podría tener en su despliegue y consolidación la lenta reconfiguración del sistema internacional y las perspectivas geopolíticas que parecían enterradas, en un momento de crisis y agravamiento de riesgos globales.