De manera gradual, miles de estudiantes y trabajadores retornan a sus obligaciones, después de las merecidas vacaciones. Van quedando atrás los días de playa y sol, de caminatas por el bosque, de paseos o de reunirse con amigos para pasar la tarde jugando o simplemente conversando. Llegó marzo y con ello el regreso laboral y académico para muchas y muchos.
Desde el gobierno, se han tomado medidas para hacer frente a esta primera semana de marzo, mes en que se espera que tres millones de estudiantes retornen a sus aulas y se inicien las clases en escuelas y colegios del país.
Es por esta razón que en conversación con “La Fuente” programa emitido por Uchile TV y radio Universidad de Chile, la doctora Vania Martínez, directora del Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes, Imhay, se refirió a lo que implica este nuevo comienzo y a las medidas que se pueden ir tomando.
La también académica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, apuntó en una primera parte a los efectos que dejó en las personas la pandemia del COVID-19. “Valorar la presencialidad y poder discriminar que cosas en realidad, o reuniones que a lo mejor teníamos antes presenciales, no se justificaban y las podíamos hacer de otra manera. Lo mismo en el aprendizaje en línea, también vemos cómo hay buenas posibilidades para ciertas asignaturas con ciertas metodologías”, dice la especialista.
Asimismo, afirma que “faltó desplegar habilidades para resolver conflictos de manera presencial, uno a uno, faltó desarrollar habilidades más sociales, incluso cómo hace uno para presentarse en público, vemos personas que hoy día tienen más vergüenza o más ansiedad frente a situaciones sociales”.
La académica Vania Martínez dice que en el caso de los niños, niñas y adolescentes el retorno puede significar una situación vivida tanto positivamente como con angustia, lo que dependerá de la situación de cada uno.
"Lo que esperaríamos es que haya cierta expectación, cierta inquietud, de cómo será, dónde quedará mi clase, mi sala, cuáles serán mis compañeros nuevos que tengo, pero que esto no influya en el sentido de que haya expresiones como de llanto, o que se expresen físicamente como dolores de guatita, de cabeza o un rechazo a asistir al colegio, si eso es algo transitorio y la familia lo acoge, le ayuda para mediar, para que pueda integrarse a su clase, a su curso, no es algo que requiera pedir ayuda, pero, si vemos que se mantiene en el tiempo hay que preguntar qué es lo que está ocurriendo con el niño o niña”, señala.
Sobre cómo abordarlo, la psiquiatra, apunta primero a las propias herramientas que tengan las familias. Por ejemplo, plantea que “si al niño tradicionalmente le ha costado el primer día de clases, cómo se ha vivido en otros momentos, ver qué cosas o estrategias le han servido y qué no”. También afirma que se podría “hablar con el colegio para ver si se requiere de alguna otra intervención más profunda”.
“Lo ideal frente a una expresión, es que uno como adulto, asuma que es una emoción, tratar de entender qué es, si es miedo, angustia, rabia o pena y eso poder ponerlo en palabras”. Agrega que si es algo físico, “ver si es algo asociado a una emoción, escucharle y ver cuáles son sus miedos y decirle ¿cómo te puedo ayudar yo? Y plantearle no solo una alternativa, sino que varias, para que el niño o niña vaya viendo que es lo que le hace sentido”.
Asimismo, plantea que es bueno “empoderarles para que ellos mismos puedan ir resolviendo lo que les pasa y nosotros como adultos tenemos que acoger ese problema y no minimizarlo”, dice la directora de Imhay.
Como consejos prácticos, ante situaciones de ansiedad por el retorno, dice que hay algunas estrategias fisiológicas como por ejemplo el control de nuestra respiración. En situaciones de estrés o malestar, “si somos adultos empezamos a respirar de una manera más rápida, menos profunda lo que agudiza nuestra sensación de ansiedad. Por lo tanto, respirar de manera más tranquila y más pausada, o sea más profunda nos puede ayudar”.
Y añade: "En el caso de los niños y niñas, se les puede indicar que soplen como si apagaran una vela o que inhalen aire como si olieran una flor, para lograr una respiración más tranquila y pausada".
Por último, dice que al momento de regresar a las funciones habituales es bueno “poner en la balanza qué es lo positivo y cuáles son las herramientas que yo tengo para enfrentar esta situación que puede ser diferente".
Y agrega un ejemplo cotidiano: "Es como lo que pasó el otro día cuando se cortó la luz y hubo caos. ¿Por qué se da ese caos? Porque son situaciones imprevistas que no tenemos planificadas y porque también nos dejamos llevar por la confusión del resto. Entonces, si sabemos que el primer día de clases no queremos llegar atrasados, organicémonos bien: dejemos lista la mochila y las colaciones el día anterior, trabajemos en equipo. Esto no es solo tarea de la mamá, sino de toda la familia".