No aparecen en organigramas ni figuran en listas de personal de colaboración, pero su presencia es constante, vigilante y atenta. Son Cholo, Colo Colo y Pastelito, los tres canes mestizos que hoy protagonizan este homenaje con motivo del Día Mundial del Perro Sin Raza, que se conmemora cada 28 de mayo.
Federico Guzmán, auxiliar de portería, ha sido testigo y protagonista de esta historia de afecto y cuidado mutuo y relata cómo llegaron al Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA) de la Universidad de Chile, para convertirse en parte esencial del paisaje.

Federico llegó al INTA en 2015 y Colo Colo ya estaba asentado. Sus colores blanco y negro le ganaron el nombre. “La primera vez que lo vi me mordió, pero después se volvió inseparable, me sigue a todos lados”, dice riendo. Fue Colo Colo el que acogió al Cholo, cuando nadie sabía que lo iba a triplicar en tamaño. “El Cholo llegó hace unos cinco años, en pleno invierno. Lo habían abandonado en la feria”, recuerda Federico Guzmán, en la foto con Cholo.
En ese entonces estaba de turno con su compañero Adolfo Herrera, hoy jubilado. “Era flaquito, mestizo, feíto, pero tenía algo… nos conquistó”, reconoce.
Pese a ciertas reticencias iniciales por parte de la administración —el INTA ya había tenido a la Chola y a la Shakira, dos perritas ya fallecidas—, el Cholo se quedó. “Les dije que nos iba a servir, que nos acompañaba en las rondas, que era una gran compañía, sobre todo de noche”, relata Federico.
Con el tiempo el Cholo -bautizado así por su color- no solo se adaptó, sino que asumió su rol con orgullo y también con el apoyo de su tamaño: es el más imponente de los tres, el líder de la manada. “Cuando hacemos las rondas él me acompaña. Tiene un oído fino, cualquier ruido lo capta altiro. Los gatos también”.
Pastelito llegó durante la pandemia junto a una perrita llamada Coyota. “Fue una época muy solitaria. Nosotros seguíamos viniendo porque éramos esenciales. Los perros llegaron justo en ese momento, como sabiendo que los necesitábamos”, recuerda Federico. La Coyota ya no está, pero Pastel se quedó. Se ganó su lugar y el cariño de todos. Con los años, y gracias a que se ha trabajado en que tengan relación con las personas que transitan por el instituto, también se convirtió en parte del paisaje y de la seguridad del lugar.
Hoy los tres permanecen durante el día en un canil, construido gracias al esfuerzo conjunto de la comunidad INTA y son cuidados con dedicación. Terminada la jornada laboral humana, circulan y cuidan. La profesora Carmen Gloria González, coordinadora del Laboratorio de Análisis Sensorial, se encarga de coordinar aportes para su alimentación y de gestionar los operativos veterinarios. “Con lo que da la administración y lo que se junta en completadas y rifas, se les compra alimento de buena calidad”, explica Federico. Eso sí, reconoce que no son amigos del baño.
Los tres canes reciben chequeos médicos y vacunas al día, gracias al trabajo de un veterinario que los visita con su clínica móvil. También se les protege del calor, del frío y, cuando es necesario, se les acompaña hasta el final. Así ocurrió con la Chola y la Coyota.
Más que mascotas: parte del equipo
Durante los fines de semana o en las noches los tres hacen rondas, vigilan los accesos y acompañan a quienes trabajan de turno. Se han vuelto tan parte del INTA que, incluso, se integran a las dinámicas humanas. “Antes eran más desconfiados, pero ahora son sociables. La gente ya no les tiene miedo. Al contrario, les hacen cariño, los reconocen”, dice Federico.
No son solo guardianes, también tienen historias, espacios preferidos y otros que evitan —como el tercer piso— “porque ahí pasan cosas raras”, comenta Federico entre risas y con un dejo de misterio. Algo que varios saben, historias hay muchas.
En el Día Mundial del Perro Sin Raza, este es un homenaje a todos los "Cholos", "Colo Colos" y "Pastelitos" del mundo. A los canes mestizos que, sin pedir nada a cambio ofrecen compañía, protección y amor incondicional. Aunque no lleven uniforme, ni estén a contrata, ellos también trabajan. Y lo hacen con una lealtad que no se aprende en ningún curso, ni se exige por reglamento.
Gracias Cholo, Colo Colo y Pastelito. El INTA también es su casa.

