Saludo en Encuentro con Francia Márquez
Es emocionante recibir a Francia Márquez, vicepresidenta electa de Colombia, en la Universidad de Chile y con este Salón de Honor pleno de mujeres comprometidas con el cambio, luchadoras por la causa de la igualdad. Gracias Francia, gracias a las organizadoras por este símbolo tan potente.
Nuestra Universidad se ha desarrollado siempre entrelazada al destino de nuestro país, en un diálogo académico y creativo que tiene también fuerza social y fuerza política. Desde sus inicios, como consta en el discurso inaugural de nuestro fundador Andrés Bello, hemos entendido que este debe ser el lugar donde “todas las verdades se tocan”, pero hoy trabajamos también para ser ”un lugar donde todas las identidades se encuentran, aprenden y se desarrollan”.
Por eso, recibirla en la Universidad de Chile nos alegra y nos interpela, nos anima y nos obliga. Usted consolida simbólicamente la voluntad de dibujar un nuevo camino, reconociendo que los modelos políticos establecidos no nos ayudarán, que han alcanzado ya un límite, llevando al deterioro de nuestras condiciones de vida. Su elección habla por la gran mayoría de mujeres, recogiendo las preocupaciones de las trabajadoras, las mujeres racializadas, queer, trans, lesbianas, amas de casa, mujeres con trabajos precarios. Habla de todas quienes experimentan en el día a día que la sobrevivencia depende de la sustentabilidad y es inseparable de la ética de los cuidados, tejiendo –desde la experiencia– estrategias de acción política que, ahora desde el poder, apuestan a alcanzar las transformaciones estructurales que mejoren las condiciones de vida del conjunto de la sociedad.
Tenemos en esto desafíos comunes y un camino por recorrer juntas las mujeres de Colombia, de Chile, de América Latina.
Nuestros gobiernos están frente a la tarea de producir una traducción de estos conceptos en el conjunto del Estado, en las políticas públicas, en aquello que puede hacer en la cultura, en la educación, en todas las formas de trabajo, pero al mismo tiempo en modelar respuestas institucionales y culturales del Estado. Se trata de no reproducir estereotipos tradicionales y de producir interacciones sociales de nuevo cuño. Cambiar se juega también en el testimonio.
Y las Universidades debemos educar para este nuevo tiempo, pero también debemos educarnos para educar distinto. Debemos hacer academia consciente del rol que nos cabe en producir los cambios necesarios para acercarnos a sociedades más justas y democráticas, comprometidas con la igualdad sustantiva, donde prime el respeto entre las personas y por el hábitat. Y lo mismo aquí, en la casa.
Por ello, en el último tiempo, las universidades públicas hemos procurado ser protagonistas: las y los estudiantes han sabido avanzar con sus sueños y demandas; las funcionarias y funcionarios han sabido autoconvocarse como actores clave; y las académicas y académicos sabemos que estos tiempos desafiantes nos demandan nuevas formas de hacer academia.
La complejidad que vivimos en términos económicos y climáticos, nos exige nuevas formas de convivir, pero también más conocimiento, o más bien más conocimiento para nuevas formas de convivir.
Su visita, en el marco de su gira por Latinoamérica, representa esperanza en un mejor futuro compartido. Usted nos ha hablado de “Ubuntu”, esa regla ética que da cuenta de la unión entre las personas y de cómo encontramos nuestra identidad en lo colectivo. Hoy más que nunca, su presencia nos convoca a pensar y actuar con mayor colaboración regional para fortalecer los espacios sociales, culturales y educacionales comunes, con la profunda convicción de que desde lo público se construye el presente y el futuro de nuestras sociedades.
Además de admirar su trayectoria como feminista, la reconocemos también como una gran activista medioambiental. Usted ha entendido la crisis medioambiental de manera interseccional y antirracista, visibilizando que quienes se ven más perjudicados por la depredación del territorio son las mujeres y las personas que viven en pobreza. La preocupación por la sustentabilidad está en el centro de los principios que orientan esta Rectoría, y trabajaremos por ello.
Su llegada a la vicepresidencia es testimonio de que esta lucha no se trata de una experiencia individual, porque quienes acceden a cargos de representación son depositarias de la larga lucha de sus antecesoras, de los movimientos de mujeres y feministas, de las pioneras, de quienes colectivamente y a lo largo de la historia han ido abriendo las sendas de la igualdad. Y no es sólo acceder al poder: lo importante es habitar estas posiciones para llevar adelante las causas colectivas de la justicia social y la igualdad, para representar a quienes han estado excluidas, marginadas y subordinadas.
Hoy en Chile se lee y reflexiona respecto del texto constituyente que será plebiscitado el próximo 4 de septiembre y que busca reemplazar la Constitución impuesta durante la dictadura. Nuestro trabajo es pensar y actuar para que logremos concebir lo común como un espacio de encuentro. Colombia, con un camino igualmente complejo, es hermana en este andar.
Hoy quiero hacer un muy especial reconocimiento a quienes en nuestra Universidad han aportado a este proceso poniendo su conocimiento y su experiencia institucional, activista o política al servicio de un bien común mayor: a quienes fueron a colaborar directamente al proceso como constituyentes, a las académicas que participaron en el diseño de la paridad de la convención, a quienes fueron a ser ayudantes o asesores/as, a quienes han aportado académicamente, en una temporalidad que excede a esta coyuntura y que la alimenta. Agradezco a los centros de género, creados recién terminada la dictadura, por académicas que han construido campos de estudios, han formado nuevas generaciones de investigadoras, de profesionales, de activistas, de dirigentes políticas, de otras académicas, y han contribuido a diseñar las formas en que nuestra universidad puede y debe crecer.
Para terminar, recuerdo sus palabras cuatro días antes de la primera vuelta, cuando dijo que “el horizonte no es fácil y que la lucha va a ser ardua, pero es el momento de asumir el riesgo, uno más en este surco de dolores que ha sido la historia colombiana”. Después, habiendo sido electa, usted decía que era momento de “reconciliar esta nación” e ir “por la paz de manera decidida, sin miedo, con amor y alegría” de ir por “la dignidad, por la justicia social”. Cuente con esta Universidad para construir en conjunto una mejor Latinoamérica.
Rosa Devés Alessandri
Rectora de la Universidad de Chile