Intervención del Rector de la Universidad de Chile con motivo de la Ceremonia en que dio inicio a su Nuevo Período de Mandato Rectoral y Entrega Cuenta a la Comunidad Universitaria. 2002
Entrego un informe a la comunidad universitaria sobre la marcha de la institución. Lo hago en momentos de iniciar un nuevo período como Rector de la Universidad de Chile, gracias al mandato que los académicos me confirieran el pasado 15 de Mayo. Quiero manifestar una vez más la enorme responsabilidad que siento al haber sido reelecto como primera autoridad de la Universidad de Chile luego del juicio que así se emitiera sobre mi gestión; reconozco que en esta decisión prima un mandato claro respecto del proceder que se espera del Rector en lo relativo a acciones tanto en el campo interno como en el externo. Sé que deben redoblarse los esfuerzos en aquello que se ha venido haciendo, pero también que debe iniciarse un cambio significativo en las prioridades para este período, especialmente en el ámbito académico.
Recibí durante los últimos meses las múltiples inquietudes de los académicos, funcionarios y estudiantes; ratificó ello mi profundo convencimiento acerca del enorme potencial que representa para la institución la identificación que toda la comunidad universitaria siente hacia la Universidad y sus tareas, y el decidido afán de participar para defenderla, encauzarla por el camino correcto, proyectarla en el sentido profundo de excelencia académica que ella debe envolver. Sabemos que nuestra Universidad sufrió mucho por los intentos de destrucción que se llevaron a cabo durante casi dos décadas, cuyas consecuencias todavía repercuten y respecto de las cuales sentimos que la sociedad chilena no nos ha entregado su respaldo y reparación; sabemos también que nos ubicamos en un contexto de políticas sobre educación superior que ameritan profundiza revisiones y correcciones, para evitar que marchemos hacia la mediocridad como estándar para privilegiar una fácil y mayor cobertura; existen incomprensiones en el medio político externo que no han permitido conducir un debate adecuado para adoptar decisiones que sean propicias para una Universidad que Chile necesita -mucho más allá de las cuestiones específicas de la tarea formativa, de investigación y extensión- para pensar en sus dilemas, para proyectar su futuro, para plantear las opciones que enfrenta nuestra sociedad y los riesgos y beneficios que ellas envuelven. Pero también resulta claro que tenemos que continuar y profundizar un camino de cambios en lo interno destinado a responder mejor a la esencia de nuestra misión institucional. No se trata de un cambio que sólo acomode a la Universidad de Chile al medio externo, sobre el cual tenemos una crítica fundamentada en términos de su necesario reordenamiento. Se trata de un cambio destinado a seguir modernizando estructuras, transversalizar el accionar, agilizar la capacidad de respuesta, consolidar la excelencia académica y proyectar la visión estratégica de una Universidad de Chile que acreciente liderazgo indiscutido en el sistema.
LAS TRES PRIORIDADES FUNDAMENTALES DEL PERIODO 1998-2002
Nuestra Universidad ha experimentado progresos importantes en los cuatro últimos años, en el contexto de las líneas programáticas establecidas y las orientaciones estratégicas aprobadas el año 2000. Una institución como la nuestra no puede gobernarse sobre la base de propósitos generales y sin establecimiento de prioridades funcionales para introducir políticas que son indudablemente necesarias. La identificación de éstas es, por lo tanto, fundamental, y le da contexto a las frases y anuncios que escuchamos reiteradamente durante la campaña como, por ejemplo, dar reconocimiento a la carrera académica, cimentar la excelencia, fomentar el desarrollo académico, producir un reordenamiento global. Esos postulados cuando son enunciados solamente, sin contar con una clara estrategia procedimental, provocan acuerdos muy generales al mismo tiempo se hacen poco sustantivos. Por ello, la política requiere crear las condiciones formales y financieras que permitan avanzar en esa dirección. Las discusiones, de otra manera, como se da también desafortunadamente en el escenario nacional, no pasan de ser afirmaciones, slogans, generalidades que despiertan un acuerdo solamente electoral al no explicitar mecanismos, plazos o procedimientos. Por ello, es importante enunciar las prioridades que se identificaron a partir de 1998 y a lo largo de las cuales se ha marchado en los últimos años, para desde allí poder establecer las condiciones para emprender la etapa siguiente.
En el contexto programático se establecieron tres tareas fundamentales para enfrentar la serie de dificultades que se arrastraban desde hacía tiempo y restringían el apropiado desarrollo de la Corporación: normalización institucional, ordenamiento presupuestario y establecimiento de Orientaciones de Desarrollo Estratégico. La Universidad precisaba normalizar su vida institucional, puesto que sus estructuras de gobierno y mecanismos de participación y organización se encontraban en permanente cuestionamiento debido a que el Estatuto Orgánico vigente corresponde a una realidad diferente, e introduce una permanente tensión entre las necesidades presentes y aquellas que efectivamente fluyen o son permitidas por la norma legal. Sin esta reforma clave, resultaría imposible concebir orientaciones de desarrollo, y ocioso tratar de corregir anomalías presupuestarias o introducir mejoras en aspectos administrativos y académicos. Del mismo modo, la Universidad de Chile arrastraba un problema estructural con relación a su presupuesto y que se reflejaba al menos en tres importantes problemas vinculados: (1) la existencia de un significativo déficit presupuestario que ascendía a más de 3.5% en 1998, y que obstruía el adecuado manejo financiero de la institución; (2) falta de transparencia en la información financiera y contable disponible, la existencia de registros contables inapropiados y carencia de correcta información para la toma de decisiones; (3) el escaso uso del presupuesto como instrumento de política universitaria, y en que el Consejo Universitario pudiera adecuadamente cumplir su tarea de gobierno por medio de decisiones oportunas e informadas en materia financiera y en donde se dispusiera de una batería de indicadores que permitiera abordar efectivamente los aspectos distributivos. Sin abordar estos problemas en el sentido financiero, la Universidad no podría concebir reformas en su tarea académica, ni contar con credibilidad y estabilidad para luchar por mejores políticas de financiamiento o para acometer un cambio sostenible en sus estructuras y formas de gobierno. Finalmente, una tercera prioridad que se decidió acometer a partir de 1999 fue la inexistencia a la fecha de Orientaciones Estratégicas de Desarrollo que constituyeran un acuerdo fundamental en términos de lineamientos de largo plazo del trabajo universitario, y que sirviera como una guía para las decisiones de corto plazo. En este último contexto, debía cometerse la instauración de indicadores de gestión, de los que nunca se había dispuesto, y que permitieran en forma amplia y correspondiente, identificar la marcha de la institución y establecer los mecanismos correctivos necesarios. Sin esta concepción sería prácticamente imposible determinar los aspectos y definiciones que deben rodear a los cambios necesarios en materia académica.
La comunidad universitaria debe sentirse satisfecha por el avance sustantivo en torno a estas tres prioridades de trabajo elegidas en julio 1998. Es cierto: no se han acometido otros problemas también de gran importancia y vigencia, como son la necesidad de un plan integral de desarrollo académico, el ordenamiento de las plantas funcionarias y la aplicación de pautas de evaluación del trabajo de las distintas unidades académicas. Pero los tres conjuntos de problemas elegidos: se correspondieron con las prioridades más decisivas para la Universidad, puesto que a partir del avance en las mismas pueden acometerse en forma sostenible las políticas de ordenamiento que deben continuar en este nuevo período en las otras áreas mencionadas.
EL NUEVO ESTATUTO ORGÁNICO
En esta ceremonia se ha firmado el protocolo por medio del cual se envía a S.E. el Presidente de la República el texto del Estatuto Orgánico que han aprobado las instancias internas de la Corporación. Se trata de un texto que se ha elaborado en forma participativa, como ninguna otra institución universitaria nacional ha logrado aún consolidar, trabajo en el que existió una colaboración significativa entre el Consejo Universitario y la Comisión Normativa Transitoria dando lugar a un Estatuto de alto grado de consenso. Los críticos han expresado que tomó demasiado tiempo la elaboración de los Estatutos que hoy enviamos al Gobierno; efectivamente, los mismos podrían haberse preparado por medio de decisiones verticales, sin la adecuada participación que, naturalmente, siempre envuelve mayor tiempo y procedimientos. También podían haberse decidido mucho antes por medio de votaciones y visiones divididas en los diversos organismos y la propia comunidad universitaria, sin poder así reflejar el análisis profundo, el estudio acucioso de las ventajas y desventajas de las diversas opciones regulatorias. Claramente, el Estatuto ha constituido una deuda con nuestra comunidad por más de una década, por lo que la responsabilidad en la elaboración del nuevo instrumento era aún mayor, especialmente ante la necesidad de revestir la calidad de proyecto único y definitivo por parte de la Universidad. Por ello es importante considerar que el trabajo de más de dos años de redacción se ha acompañado posteriormente por decisiones ampliamente consensuadas, brindando así una señal importante hacia la comunidad nacional en cuanto al apoyo que este Estatuto tiene en la Universidad como un conjunto. Deseo por ello agradecer a los miembros de la Comisión Normativa Transitoria, cuyas funciones han terminado recientemente, por su trabajo y entrega manifestado en la redacción de los Estatutos, como asimismo en la revisión reglamentaria propuesta y en la preparación de las ideas de principio en torno al Plan de Desarrollo Estratégico de la Corporación. En particular, deseo expresar mis agradecimientos a nombre de la Corporación a los miembros de la Sub-Comisión de Estatutos presidida por el Prof. Francisco Brugnoli y compuesta por los profesores José Luis Arias, Dr. Luis Bahamonde, Dr. Leandro Biaggini, Prof. Iñigo Díaz, Dr. Alexander Goic, Prof. Raúl Morales, Prof. Sofía Letelier y el estudiante Julio Lira. Asimismo, expreso mis agradecimientos al Consejo Universitario, organismo que también efectuó revisión exhaustiva de los textos, alimentó el documento con alcances pertinentes al adecuado trabajo de la institución, y procedió con responsabilidad como organismo que debía entregar la aprobación de última instancia. Deseo reconocer públicamente el trabajo que llevó a cabo la Comisión de Estructuras y Gobierno del Consejo, encabezada por el Decano, Prof. Santiago Urcelay, y compuestas por los Decanos, Dr. Jorge las Heras y Prof. Fernando Durán, además de la Consejera Prof. Cecilia Sepúlveda.
El nuevo Estatuto proporciona a la Universidad un gobierno que mezcla la necesaria participación de la comunidad en las definiciones y orientaciones de mediano y largo plazo, la interacción de estas instancias participativas con las propiamente de gobierno, y la definición de mecanismos de gobierno ágiles y que puede desprenderse de normas anquilosadas que se aplican actualmente a la Universidad de Chile por medio de lógicas que no tienen pertinencia con sus actuales retos y circunstancias. Hemos solicitado al Gobierno que otorgue la máxima prioridad a la aprobación de los Estatutos de nuestra Universidad, independiente de lo cual se establecerán en lo interno los procedimientos adecuados para poner en funcionamiento las nuevas estructuras y formas de operar.
LA NORMALIZACIÓN PRESUPUESTARIA
Nuestra Universidad ha alcanzado como logro sustantivo, el poder disminuir su déficit operacional, merced una disciplina que ha costado mantener en medio de evidentes necesidades globales y problemas en cuanto a la distribución interna de los recursos y la especificidad de cada una de las unidades académicas y de administración. Se trata de un logro que debe mantenerse en el tiempo, puesto que nuestra credibilidad como institución se vio debilitada no sólo en cuanto a la necesidad de sostener las operaciones financieras corrientes a las que estamos obligados, sino también para poder acceder a los recursos públicos que importan los variados fondos de proyectos, a las donaciones privadas y al establecimiento de fondos para iniciativas universitarias, como ha sido la reciente creación del Fondo para Humanidades y Ciencias Sociales ascendiente a un millón de dólares provisto por la Fundación Nippon. La existencia de un importante déficit operacional ha sido también un obstáculo para un diálogo más fluido con la autoridad presupuestaria nacional con respecto a las necesidades de la institución, especialmente las relativas a obtener: recursos para propiciar retiro de personal y un reordenamiento del mismo. La Universidad ha iniciado, producto del mejor manejo presupuestario, un plan de inversiones que debe continuar hacia el futuro por medio de un conjunto de prioridades que ya se han identificado y en cuya ejecución tenemos que continuar adoptando una visión estratégica respecto de temas como la consolidación de los Campus, la prosecución de una reforma integral del pregrado, y la continuación de la estrategia de aumentar progresivamente los doctorados y la profundización de la investigación, particularmente en el ámbito interdisciplinario.
La información presupuestaria ha sido más transparente y se ha podido disponer de ella para la toma de decisiones. Los sistemas contables y de registro, se han perfeccionado, mientras que las decisiones se toman con oportunidad y por medio de un trabajo cuidadoso y de una discusión franca en el Consejo Universitario. De este modo, el presupuesto se ha convertido en un instrumento capaz de reflejar las políticas de la Corporación, los necesarios énfasis de su desarrollo futuro, siendo éste un terreno en el que se profundizará el trabajo en los años que siguen, utilizando los nuevos instrumentos e indicadores que han elaborado los servicios centrales para proceder a las discusiones presupuestarias y a las decisiones sobre financiamiento de proyectos de inversión. Es digno de destacar que esto ha sido posible gracias al cumplimiento de las metas establecidas en cuanto al programa de normalización financiera.
Es importante destacar que en los últimos cuatro años se ha ejecutado un significativo proceso de descentralización presupuestaria, el cual deberá continuar en el futuro. Un total acumulado de más de $2.000 millones se han traspasado desde el presupuesto de los Servicios Centrales a las Facultades e Institutos en el período 1999-2002. La Facultad de Derecho ha recibido un mayor presupuesto anual equivalente a $400 millones en este año 2002, acumulando un total de reasignación hacia esta unidad de aproximadamente, $1.200 millones. Los aportes efectuados a proyectos de las Facultades de Ciencias Físicas y Matemáticas, de Filosofía y Humanidades y del Campus Juan Gómez Millas, han resultado en un equivalente acumulado de más de $1.000 millones entre 1999 y 2002, al cual se suma el aporte extrapresupuestario anual de $300 millones que se agregaron al presupuesto de los organismos a partir del año 2001. En el período 1999-2002 se ha redirigido un total de más de $4.400 millones -equivalente aproximadamente a $1.100 millones anuales-desde los servicios centrales hacia las Facultades e Institutos. Todo ello equivale a un significativo cambio en el tamaño relativo de los servicios centrales, aumentando en eficiencia y centrando su rol en tareas de coordinación y supervisión, tendencia que debe continuar en el futuro próximo. Por último, deseo anunciar oficialmente que se ha concretado la inversión que dará vida al campo de verano para los trabajadores de la Universidad en el Balneario El Quisco, con lo cual se cumple el programa de devolución de los recursos del Servicio de Bienestar que hace algunos años fueron utilizados presupuestariamente.
LAS ORIENTACIONES ESTRATÉGICAS
La Universidad ha tomado en el año 2000 una decisión importante en torno a las orientaciones necesarias para el diseño y progreso de su desarrollo estratégico. El énfasis en doctorados e investigación, en el desarrollo de los cinco campus principales y de los programas académicos multidisciplinarios, la reforma integral del pregrado, el mejoramiento y modernización de la gestión, y el énfasis en la extensión, son los ámbitos definidos en el documento del año 2000. Este documento debe revisarse en forma periódica, debiendo establecerse los cambios y complementos que permitan efectivamente reflejar los ánimos y las diferentes realidades que priman en los organismos académicos; en efecto, un Plan Estratégico no debe ser otra cosa que el reflejo de las propuestas que provienen de la comunidad universitaria, de su reflexión, de su diagnóstico respecto de la realidad circundante y de las políticas necesarias para enfrentarla. La marcha en el cumplimiento de estas Orientaciones se ha puesto de relieve en un documento que cumple el mismo propósito de información para la toma de decisiones que las cuentas semestrales de la autoridad superior; por ello el documento Avances en la Implementación de Orientaciones Estratégicas 2000-2005 debe ser consultado permanentemente, ya que los indicadores e ideas allí presentadas deben ser enriquecidas por medio del aporte de todos y los objetivos centrales deben ir integrándose en el diseño del trabajo de los organismos académicos. Nadie puede afirmar que "las cosas no se están haciendo" o que "las cosas van por camino equivocado", sin efectuar, al mismo tiempo, un aporte importante en la discusión y en la definición de las actividades y las orientaciones que reflejan nuestros programas.
Los indicadores académicos de la Universidad de Chile de los últimos cuatro años, y que deben constituirse en factor principal del análisis institucional, demuestran importantes avances. En el campo de la docencia de pregrado, se ha conseguido un avance significativo en los puntajes promedio de ingreso a nuestra Universidad, logro que esperamos continuar especialmente en relación a la visibilidad que se tenga de la Universidad de Chile en la opinión pública y la sociedad chilena. En el campo del posgrado, nuestra Universidad ha dado vida a 15 nuevos programas doctorales en los últimos tres años, y se mantiene como la institución con mayor número de estudiantes en este nivel y doctorandos becados en el sistema, además de ser la institución con mayor grado de éxito al obtener una significativa cantidad de recursos de los Fondos competitivos MECESUP. En el terreno de la investigación, la Universidad de Chile se mantiene a la cabeza del sistema y está ganando mayor diferencia respecto del resto de las instituciones universitarias en materia de FONDECYT, FONDEF, FONDAPs, y asimismo en cuanto a publicaciones ISI, indicadores todos que nos deben llenar de satisfacción. Me enorgullece enviar un reconocimiento a los investigadores de nuestra Universidad que construyen este éxito con su aporte y su trabajo de excelencia; sé que este esfuerzo no se realiza con la plenitud de recursos que nos gustaría dedicar a su tarea ni con todos los incentivos con que debiésemos contar, pero son estos mismos resultados el fundamento de nuestras aspiraciones en cuanto a una mejor política de Estado de apoyo a la investigación y creación, y del necesario reordenamiento interno para dar adecuado incentivo al trabajo académico.
TAREAS PENDIENTES
Existen campos deficitarios respecto del accionar universitario consultado en las Orientaciones Estratégicas del año 2000. Los mismos deben señalarse con claridad para que en el futuro seamos capaces de introducir las correcciones que se requieran tanto en los aspectos de fondo como en aquellos específicos a la conducción. Uno de ellos es el campo de la extensión universitaria, donde no se ha producido toda la coordinación esperada entre la instancia central y los organismos académicos y sus propias actividades, para así llevar el mensaje de la Universidad hacia el país en forma consistente y significativa. Es cierto: aquí domina la falta de recursos para hacerla una actividad atractiva en comparación con la docencia y la investigación. La extensión no puede ser solamente un mecanismo generador de ingresos para las distintas unidades, ya que es absolutamente necesario dedicar parte de nuestro tiempo académico a entregar al país ideas y propuestas, llevar el mensaje universitario hacia la gente. Este es un tema netamente estratégico, puesto que la sociedad chilena debe recibir un mensaje identificable por parte de la Universidad de Chile, para que así ella pueda también dar debido reconocimiento a la necesidad del apoyo que requiere la institución. Precisamos poder llegar al país con un mensaje comunicacional rotundo y transparente en torno a lo que realiza la Universidad en todo el territorio, incluyendo las actividades de nuestros Centros Regionales de Investigación, de los más de 800 proyectos que ejecutamos a lo largo de todo Chile, de la extensión artística y cultural, de nuestras Escuelas de Verano, de los múltiples simposios y seminarios, de la actividades de extensión de nuestras Facultades, Institutos y del Hospital, etc. Todo esto está supeditado al tema de recursos, sobre el cual tendremos que ser mucho más definidos, para contemplar ese gasto como una inversión en imagen y en difusión, con claros beneficios posteriores en aspectos presupuestarios y de apoyo a la sociedad chilena.
Un segundo campo deficitario corresponde al apoyo socio-económico a nuestros estudiantes. El país cuenta con un insatisfactorio sistema de ayuda estudiantil, que se restringe en lo sustancial a la disponibilidad -limitada en cualquier caso- de crédito universitario. Los temas socio-económicos, de profunda e indiscutible incidencia en los aspectos académicos se dejan a cargo de las universidades para ser atendidos con sus recursos. Debido a ello, priman evidentes necesidades que han sido la base de conflictos que se manifiestan no siempre del modo más adecuado, cuando las agendas se confunden y cuando se culpa a la Universidad de cuestiones que son más bien producto de las debilidades de la política nacional. La prioridad que debe tener la atención médica estudiantil, el apoyo a hogares universitarios y a la atención de los hijos de estudiantes, además del desarrollo del deporte, requieren una significativa cantidad de recursos: solamente en Becas de asistencia económica, por ejemplo, la Universidad de Chile dedica más de $1.000 millones anuales, cifra que refleja aún una demanda insatisfecha justificada. En este campo, la reestructuración de los servicios y el afinamiento de los criterios de eligibilidad serán de fundamental ayuda para solventar un gasto que ha sido insatisfactorio en el pasado, para evaluar su efectividad y estudiar su focalización y administración.
Un tercer campo tiene que ver con la situación de las remuneraciones y, en general, aquellos aspectos relativos al progreso funcionario dentro de la institución por parte de académicos y no académicos. A este respecto debe notarse la existencia de sistemas de calificación, promoción y remoción que no son adecuados para el caso de una institución universitaria, donde el énfasis debe colocarse en la calidad del trabajo y no solamente en aspectos formales de cantidad. Por otra parte, existe un problema significativo en cuanto a la necesidad de contar con un sistema digno de retiro para profesores y funcionarios y así permitir la renovación y el reordenamiento funcional. No ha sido posible tampoco concretar una carrera funcionaria, la cual demanda recursos con los que no cuenta actualmente la institución. Del mismo modo, la carrera académica necesita asentarse en forma activa y definitiva en la Universidad por medio de las dos vertientes que fueron creadas por decisión del Consejo Universitario, y que en la actualidad se encuentra en etapa de revisión reglamentaria. La falta de adecuados medios para remunerar a los académicos, en parte debido a no haberse acometido aún la tarea de revisar a nivel de cada uno de los organismos las dotaciones y usos del tiempo académico disponible junto con la existencia de normas de calificación poco apropiadas, llevan a un sistema anticuado, poco estimulante y con escasa articulación para el desarrollo de académicos jóvenes.
LAS ACCIONES FUTURAS
Una revisión objetiva de la actual situación de la Universidad de Chile nos pone, por una parte, en el plano de reconocer que se ha tenido éxito con relación al posicionamiento en el sistema y al logro de indudables avances en cuanto a resultados académicos. Sin embargo, existen amenazas que debemos ser capaces de enfrentar en forma oportuna y eficaz, especialmente en cuanto aquellas que trae implícita el desordenado sistema de educación superior. Se requiere fortalecer nuestras ventajas en excelencia académica, fortalezas en posgrado e investigación, inspiración nacional de nuestra tarea y tradición. Por ello, la marcha en los años que vienen debe dirigirse a capitalizar los progresos hechos a lo largo de las líneas de las prioridades elegidas en 1998, y a fortalecer el trabajo que permita utilizar nuestras ventajas en forma decisiva. La política de relaciones con el Estado, la profundización de nuestra excelencia académica, el reordenamiento funcionario y la concreción de las reformas proyectadas en los años recientes, serán las líneas orientadoras de nuestro trabajo en los años que siguen. En ese sentido debemos ser capaces de afianzar un futuro que no se encuentra asegurado, y es por el contrario permanentemente amenazado por la política educacional en práctica y por nuestra insuficiente y a destiempo reacción en el plano interno.
Relaciones con el Estado
Hemos sostenido reiteradamente que el Estado chileno debe definir una política de financiamiento y regulación de la Educación Superior diferente a la actual. La política vigente ha descuidado aspectos centrales en materia de resguardo de la fe pública, así como al financiamiento y con relación a un mayor compromiso con las universidades del Estado y aquellas que cumplen tareas de tipo nacional. Existe un reto de país que tiene que ver con las necesidades de nuestro desarrollo como también con el marco de mayor equidad que debe significar el tránsito hacia una sociedad más justa y en progreso. Hemos presentado una propuesta al gobierno que S.E. el Presidente de la República ha decidido someter a discusión para adoptar las medidas que resulten pertinentes. Esta propuesta implica crear instrumentos diferenciados de financiamiento para universidades con mayor énfasis en investigación y posgrado, estrategia que necesita realzar el rol de los overhead de investigación y el apoyo a los Doctorados vía becas de docencia e investigación.
El financiamiento universitario debe considerar, además, la implantación de Fondos de Desarrollo Institucional para iniciativas que consoliden proyectos universitarios definidos y posibles de evaluar en el tiempo y que atienda primordialmente el caso de universidades que necesitan recursos para permitir madurar sus proyectos. Se debe considerar un fortalecimiento de los mecanismos de crédito estudiantil, que elimine los déficits existentes y ponga el acento en acreditación de las instituciones, sean éstas tradicionales o no tradicionales, como única forma de certificar que el Estado chileno apoya el desarrollo de un sistema sólido, de excelencia y con efectiva proyección solidaria hacia el futuro del país. Es necesario establecer como un ítem del presupuesto universitario en nuestro caso, los recursos que se han incluido en el llamado "Aporte Especial a la Universidad de Chile" que cada año se trata de reducir aunque no constituye otra cosa que el reconocimiento de las falencias presupuestarias provocadas arbitrariamente en la década del ochenta, y que deterioraron significativamente las actividades de proyección nacional de la Universidad de Chile, además de las propiamente docentes.
La relaciones con el Estado chileno, sin embargo, han sido las debidas durante el último tiempo, contrariamente con algunas afirmaciones del pasado reciente. Prevalece un diálogo sobre temáticas no resueltas, aunque urgentes para nuestra vida institucional. Se vive hoy en Chile en un sistema complejo y significativamente mayor que aquél que caracterizara la consolidación del Consejo de Rectores y que asignara a la Universidad de Chile el carácter de verdadera institución nacional y pública. Es preciso que, en función del interés de país, el Estado deba emprender ciertas redefiniciones en los distintos ámbitos universitarios prevalecientes en cuanto a los diferentes incentivos y políticas que deben practicarse. La Universidad de Chile, en ese contexto, debe seguir asumiendo el rol de institución nacional de primer orden, fortaleciendo su trabajo de investigación orientada a problemas nacionales de largo alcance temporal y regional, y que no pueden ser usualmente cubiertos en forma adecuada por los sistemas concursables de investigación que hoy prevalecen. También la actividad cultural y artística necesita un financiamiento que no ponga énfasis en la venta de servicios, sino en el impacto que esta actividad debe lograr en el país a través de su mensaje académico humanista, nacional y creativo. Se trata de definir que no todas las universidades deben cumplir con las mismas funciones y en las mismas condiciones, al prevalecer una rica diversidad en cuanto a orientaciones regionales, vocacionales y disciplinarias, además de las propias asociadas a la tradición y al acervo académico que existe en cada una. La nuestra debe ser reconocida como la primera Universidad de Chile, en mérito a su historia, pero también a su vigencia y a la necesidad ineludible que el Estado apueste por el futuro, por la inteligencia que se precisa para consolidarlo de acuerdo a las esperanzas que la comunidad nacional abriga, a las puertas del nuevo milenio en que se camina con paso decidido en la sociedad del conocimiento.
Insistiremos ante el Gobierno de la Nación en la necesidad de proponer nuevos cuerpos legales sobre estas materias incluyendo una ley que permita a las empresas poder descontar de impuestos su apoyo financiero al trabajo de investigación aplicada. No cabe duda que una definición sobre la Universidad de Chile en lo particular, requiere un conjunto amplio de conceptos y reformas que abarque el sistema de Educación Superior en general; pensarlo de otra manera, como la posibilidad de medidas aisladas en favor de nuestra institución, es simplemente no entender a cabalidad el problema. Por ello, propiciaremos una profunda reforma del sistema de educación superior, destinado a fortalecerlo, a dotarlo de mecanismos que provean transparencia, efectividad y excelencia; en ese contexto, defenderemos la necesidad de promover una Universidad de Chile financiada en forma acorde con los sueños que alienta Chile para su futuro y el de sus hijos, y nos ponemos, como siempre, a disposición de la autoridad para aportar en el necesario diálogo sobre estas cruciales decisiones.
Profundización de la Excelencia Académica
Existen necesidades de atención sobre innumerables desafíos académicos que deben abordarse en la medida en que se ha avanzado en las prioridades institucionales 1998-2002 y en que las que se ha logrado precondiciones para reformas necesarias. Ha sido claro que existe por parte de los académicos una demanda por mayor interacción con los organismos académicos a fin de lograr un mejor optimización de sus trabajos y tareas en vistas a la Universidad como un conjunto como con relación al esquema de desarrollo estratégico propio. Los temas relativos a remuneraciones, ordenamiento del sistema de calificación, desarrollo de académicos jóvenes, redistribución de recursos internos, implantación de esquemas de análisis de productividad académica, etc., son todas problemáticas que deben atenderse a partir de los logros efectuados en el período reciente. Asimismo debe serlo la generación de nuevas ofertas programáticas, especialmente en el campo inter-facultades e inter-disciplina, lo cual requiere una más rica interacción entre organismos.
Consecuente con todo lo anterior, he encargado a la Vicerrectora de Asuntos Académicos, profesora Dra. Cecilia Sepúlveda, recientemente designada dar especial prioridad a los siguientes asuntos:
- Diseñar un nuevo sistema de calificación académica que recoja la experiencia con el actual sistema y su formulación básica, y que se pueda implementar a partir de este año en forma experimental, y a partir del año 2003 en forma definitiva, para superar los problemas del actual sistema de calificación, incluyendo mecanismos de premios y castigos, otorgando efectiva potestad a los Departamentos y Escuelas en el proceso de calificación, y acentuando la calidad del trabajo y no la cantidad de tiempo empleado por cada uno de nosotros en la consecución de las tareas.
- Culminar en el curso del mes las revisiones al Reglamento de Carrera Académica en consonancia con los acuerdos que a ese respecto alcanzó el Consejo Universitario, para proceder a su correcta aplicación a través de la Comisión Superior y las comisiones locales.
- Llevar a cabo en todos los organismos académicos una revisión cabal de la organización y uso del tiempo académico, para determinar las medidas necesarias que permitan regular las situaciones existentes, procurando la reorganización, si es necesario, de aquellas unidades donde persistan situaciones que requieran urgente y más significativa corrección. Los señores Decanos y Directores de Institutos serán los responsables de encabezar este proceso de revisión junto con sus Consejos, estableciendo las medidas que resulten aconsejables practicar, para lo cual contarán con el apoyo de las unidades centrales. Me comprometo a acompañar directamente en este proceso para tener antes de fin de año una situación definida en cuanto a procedimientos y adecuaciones necesarias.
- Trabajar con la Vicerrectoría Asuntos Económicos y Gestión Institucional, en la implementación de los indicadores de productividad académica (SIGA y AGUILA), para aplicarlos en la programación presupuestaria del año 2003.
- Llevar a cabo una reestructuración de la Vicerrectoría de Asuntos Académicos para cumplir con sus nuevas tareas de dirección, compatibles con la existencia de la nueva Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo.
Asimismo, solicitaré al Vicerrector de Investigación y Desarrollo que encabece las siguientes tareas destinadas a consolidar esta unidad de coordinación de políticas:
- Constituir la nueva Vicerrectoría compuesta por una Oficina de Desarrollo y una unidad de Ejecución de Políticas en materia de investigación.
- Especificar una política que innove en materia de patentes y de transferencia tecnológica por parte de la Universidad de Chile, entregando orientaciones a los investigadores y sus unidades académicas para un proceder acorde a las necesidades y realidad actuales.
- Definir un programa de estímulo al trabajo de investigación, que funcione acorde con el análisis de la asignación del tiempo académico en las distintas unidades, la revisión de los criterios de la calificación académica, y particularmente en el contexto de proveer apoyo al desarrollo y consolidación de los programas de doctorado, trabajando para ese efecto con la Vicerrectoría de Asuntos Económicos y Gestión Institucional y la Dirección de Recursos Humanos.
Reordenamiento Funcionario
En esta materia se impulsará un cambio fundamental en la Dirección de Recursos Humanos, para que la misma ejerza efectivo liderazgo en los cambios que se precisan en este campo, los cuales han de tener en cuenta las siguientes prioridades de política:
- Se solicitarán los recursos necesarios, a través de la Vicerrectoría Asuntos Económicos y Gestión Institucional con la Dirección de Presupuesto del Gobierno Nacional, para constituir un Fondo de Estímulo al Retiro, que permita poner las dotaciones de funcionarios en los niveles adecuados en aquellas unidades donde exista sobredotación asociada a jubilaciones que no han podido concretarse por razones económicas.
- Se solicitará al gobierno una iniciativa legal para permitir que la Universidad de Chile provea un subsidio directo al monto de las jubilaciones por medio del Servicio de Bienestar, de modo de lograr que el nivel de pensiones del sistema AFP sea más cercano a aquél que habría entregado el sistema del INP. Este sistema debería aplicarse como sustitución parcial de políticas efectivas del Estado destinadas a compensar por el daño previsional, y deberá durar mientras persista la actual situación en vistas a los ahorros disponibles por parte de aquellos que se trasladaron del sistema antiguo al nuevo sistema.
- Definir las bases para un sistema de carrera funcionaria, el cual debe iniciarse en cuanto se promulgue el nuevo Estatuto de la Universidad y una vez cumplido el reordenamiento del personal no académico, especialmente vía el retiro de funcionarios en condiciones de jubilar y que no se reemplazará en la institución.
- Continuar con las tareas de capacitación desarrolladas, ampliando la cobertura especialmente a aquellos que se acojan a retiro en la institución y precisen elementos para un mejor desempeño fuera de ella.
Reordenamiento en las Funciones de Control, Planificación y Presupuesto
Fue ratificado en su cargo el Prof. Carlos Cáceres, quien debe impulsar los siguientes mandatos especiales con relación a su unidad, y en forma adicional a las expresadas en los anteriores puntos mencionados:
- La Vicerrectoría de Economía y Administración pasará a constituirse como Vicerrectoría de Asuntos Económicos y Gestión Institucional, de modo que su capacidad de interacción con los aspectos académicos sea mayor, especialmente en el contexto de los indicadores necesarios para el Análisis Institucional que se han preparado y que se han de aplicar para el próximo año. Esta nueva organización debe potenciar la coordinación que ya ha existido en forma muy productiva, en vistas a los concursos de proyectos a los que se convoca periódicamente a la Universidad.
- Buscar mejores acciones para la organización de la Vicerrectoría en el campo de Planta Física y el análisis de proyectos de inversión, de modo de aumentar la efectividad de los proyectos y disminuir los costos de ejecución y control.
- Concentrar las tareas de dirección y organización en cuanto a desarrollos tecnológicos, para reducir la actual dispersión de esfuerzos, lograr una mejor coordinación entre los distintos tipos de apoyos tecnológicos, ponderar, más adecuadamente los proyectos de inversión necesarios en esta área y producir adecuada interacción con las iniciativas y necesidades de las unidades académicas.
- Generar, conjuntamente con la Comisión de Economía del Consejo Universitario, una propuesta de redistribución de recursos presupuestarios entre organismos académicos, que establezca los plazos y procedimientos, que considere aspectos tales como la productividad académica, la eficacia funcional y la necesidad de apoyar a las áreas académicamente más débiles. Esta propuesta debe basarse en una asignación directa de los recursos arancelarios hacia las unidades académicas, recursos para los servicios centrales que considere el financiamiento de los programas de ayuda estudiantil, la puesta en práctica de criterios para distribuir en función de objetivos académicos los recursos de asignación directa que efectúa el Estado.
Consolidación de las Reformas Proyectadas
Las unidades centrales concentrarán sus esfuerzos para avanzar en la reforma del pregrado que se ha venido estudiando. Para ello se seguirán ejecutando los proyectos MECESUP que han dado apoyo a estos cambios, y se continuará desarrollando la estrategia de implementación de cursos transversales que proporcionen base real al proceso de integración de la docencia de pregrado que se busca activamente con esta crucial reforma. En el campo del posgrado, se proseguirá incentivando el desarrollo de nuevos programas, asentando los actuales, revisando los vigentes a nivel de Maestría, y buscando la forma de proveer incentivos para aquellos que se integren al accionar de diversas unidades académicas y busquen atender nuevas prioridades nacionales. En el campo de la investigación, se buscará la forma de poner recursos adicionales para el financiamiento interno de proyectos de investigación, especialmente vía el apoyo a programas de doctorado y a los estudiantes en la etapa de preparación de tesis.
Conjuntamente con las Vicerrectorías y la Dirección de Recursos Humanos, se generará una propuesta para reformar los sistemas de incentivos para los académicos, integrando el desempeño observado a través del nuevo sistema de calificación como factor a ponderar, e incorporando a la fuente de recursos aquellos ahorros que se produzcan como resultado del reordenamiento del tiempo académico y la vigencia de los programas de jubilaciones.
En materia de Comunicaciones y Extensión, se creará un Consejo Académico destinado a proveer orientaciones para el desarrollo de estas actividades, recomendar los cambios y énfasis que se precisen respecto de las mismas, y efectuar la evaluación del impacto real que permita incrementar los recursos allí invertidos. Acentuar nuestra tarea nacional, requiere extender y profundizar nuestro aporte al debate, en las diferentes materias que requieren rol activo de nuestros académicos, a quienes llamo a trabajar con ahínco en el espíritu de la Universidad dialogante y crítica que Chile requiere.
Ratifico una vez más mi compromiso de continuar con el programa de inversiones que precisa nuestra Universidad. Las necesidades que despiertan organismos como el Bachillerato, la Escuela de Gobierno, Gestión Pública y Ciencia Política, la Facultad de Filosofía y Humanidades, la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas, el Instituto de Alimentación y Tecnología de Alimentos, el Campus Sur, la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas y la finalización de infraestructura de la Facultad de Odontología, serán atendidas con prioridad. La integración de la Radio de la Universidad y de la Extensión Artística a un Campus, en forma concordante con la necesidad de consolidar y enriquecer nuestro trabajo. Para todos estos proyectos se seguirá consultando como fuentes de financiamiento la reconversión de activos -continuando con el compromiso de vender activos universitarios solamente para efectuar inversión y aumentar el valor de nuestro patrimonio-los recursos externos y el propio presupuesto universitario como apoyo. La necesaria atracción de donaciones a nuestra institución es crucial para sostener este esfuerzo, lo cual depende en forma fundamental de la manera en que nos observa la sociedad chilena, razón que me hace llamar con insistencia a la ponderación en los planteamientos y resolución de nuestros conflictos para que los mismos no resulten, como ha solido ocurrir, una fuente de incertidumbre sobre el futuro institucional, sobre la exacta dimensión de nuestros problemas, sobre nuestra credibilidad institucional, y sobre el cuidado que ponemos en cautelar nuestros activos y el normal desarrollo del trabajo universitario.
Quiero agradecer a todos quienes han colaborado conmigo en los organismos centrales para llevar a cabo una labor a menudo difícil e incomprendida. En particular a aquellos que pedí ocuparan cargos de confianza, y con quienes he enfrentado el desafío de conducir esta gloriosa institución, con todos los momentos de éxito o de fracaso, pero siempre con un indiscutido y leal amor por la Universidad de Chile, y el compromiso sólido con su futuro. Varios de mis colaboradores no continuarán en las labores asignadas porque hemos decidido establecer nuevas tareas y un recambio natural en un período en que damos un giro en lo organizacional y en el énfasis programático. Doy gracias a todos y cada uno por su trabajo aporte y entrega, y su comprometida acción.
CONSIDERACIONES FINALES
He dedicado esta cuenta a la comunidad universitaria para dar una mirada a lo que se ha hecho en los últimos cuatro años, y a las tareas que avisoro para el próximo período rectoral. La elección de Rector fue en sí misma un homenaje a la Universidad. La comunidad académica concurrió a pronunciarse en forma masiva a pesar de las condiciones adversas y amenazantes que se presagiaban para ese acto, constituyendo esto un reconocimiento a la democracia universitaria, a la necesidad de respetar las visiones diferentes, de cultivar el debate y de preservar normas de convivencia a la altura de lo que significa esta institución para el país y su ejemplo para la cultura cívica. Pero al mismo tiempo, me elección es un mandato de los académicos enmarcado en la necesidad de acelerar el trabajo, especialmente en lo que concierne a una más directa acción central sobre el trabajo de Facultades e Institutos, de lograr mayor progreso en los aspectos relativos a la compensación del trabajo académico, de promover por esa vía una profundización de nuestra excelencia, la instauración de un programa de desarrollo académico, y continuar un programa de acción para lograr definiciones apropiadas por parte de la política de Estado con relación a nuestra institución. Por ello, he querido exponer en forma muy clara los elementos que me propongo propiciar en lo que sigue, y la forma en como creo debe continuarse en materia de trabajo interno y externo, especialmente en la consolidación de los proyectos que hemos venido preparando en el último período. Tenemos que estar todos juntos detrás de una Universidad de Chile para Chile, el único proyecto que nos ha de convocar, y sobre el cual no existen ni deben existir divisiones.
Los invito a seguir dando liderazgo a esta institución nacional y pública, que ha adornado con vocación de servicio, con voluntad y excelencia académica, el horizonte intelectual, cultural, productivo y político de Chile. Debemos seguir promoviendo a la Universidad de Chile como la primera institución de la educación pública chilena. Es necesario profundizar nuestro trabajo en torno a lograr mayor excelencia y un más alto compromiso de nuestros académicos con las tareas universitarias. Ratifico mi voluntad en orden a conseguir la necesaria ampliación de nuestros posgrados, la profundización de nuestras vinculaciones con el exterior, y la adecuada promoción de académicos jóvenes, de manera de observar el futuro con tranquilidad. Debemos continuar construyendo una institución líder, marcada por su noble historia, pero comprometida con su futuro y el de Chile y que la celebración de nuestros 160 años se acompañe por decisiones y compromisos que la sociedad chilena exige para asegurar el futuro de esta institución. Deseo reiterar mi compromiso con la necesidad de actualizar nuestra institucionalidad, para lo cual hemos de llamar pronto a elecciones de un Senado Académico Transitorio, en forma acorde con nuestro nuevo Estatuto. En definitiva, encabezar una tarea común, donde todos compartamos visiones e ideas, pero convocados por el espíritu que ha marcado el desarrollo de nuestra Universidad de Chile en el tiempo, donde todos estemos preocupados de construir la excelencia y el compromiso que nos debemos y que debemos a Chile y su futuro. Llamo a toda la comunidad académica a adherir al trabajo que tenemos por delante, a fortalecer nuestra vocación democrática, a fortalecer la participación, a defender el carácter público de nuestra institución, a defender nuestro prestigio a respetar las decisiones y la institucionalidad que nos hemos dado, a encaminar con fuerza los pasos hacia la institución de excelencia que tenemos la obligación de propiciar para legar al futuro de Chile.
Junto con asumir el mandato que me confirieran los académicos para conducir los destinos de la Universidad durante los próximos cuatro años, ratifico mi compromiso con los aspectos que he mencionado en este mensaje, con las ideas que he profesado toda mi vida con relación a la educación pública y al gran rol que a ese respecto debe cumplir nuestra institución. Bajo la inspiración sublime y el ejemplo que emana de Bello, de Letelier, de Juvenal Hernández y de todos los grandes académicos de esta institución, construyamos cada día más amor por la Universidad de Chile, el respeto por su institucionalidad, la responsabilidad por proyectarla al resto de los chilenos, la aventura de construirla para las futuras generaciones.