“Pocas veces, como sucedió recientemente, la docencia se ha visto tan tensionada. Si uno recuerda algo que fue ayer, la pandemia (...) fue un camino de aprendizaje que yo creo que todavía no termina. Luego empiezan a instalarse elementos que a priori parecieran una amenaza como son las herramientas de inteligencia artificial (...) Y de alguna forma, uno se ve compelido —a aquellos que nos motiva la docencia— a hacernos las preguntas clásicas “¿qué enseñamos y cómo enseñamos? (...) ¿cómo evaluamos? (...) ¿cómo nos evaluamos?”, comentó el vicerrector de Asuntos Académicos, Claudio Pastenes, al inicio de la jornada.
“Sobre estas preguntas, a las cuales nos empezamos a ver enfrentados”, continuó la autoridad, “justamente en el marco de esta tensión, se superponen otras: ¿cómo seguimos formando personas de una manera que sea coherente con el espíritu que nosotros pensamos que tenemos que cumplir, sin olvidar aquellas características que nuestro modelo educativo nos pone sobre la mesa?: la educación integral, de calidad, pertinente, con equidad e inclusión, sin discriminación de género (...) Este conversatorio y el inicio de estos diplomas (...) son una muy buena oportunidad para seguir y profundizar reflexiones en este ámbito”, puntualizó.
En la ocasión y desde su experiencia como docentes e investigadores en docencia universitaria, el profesor Lionel Brossi (Facultad de Comunicación e Imagen) y las profesoras Anita Rojas (Facultad de Ciencias) y Patricia Hermosilla (Facultad de Filosofía y Humanidades), compartieron sus reflexiones en torno a los cambios que han tensionado las aulas universitarias en los últimos años y los aspectos que podrían favorecer el desarrollo de prácticas docentes pertinentes para enfrentar estos desafíos.
Conocer al estudiantado, colaborar y formarse permanentemente
“Yo creo que efectivamente la palabra tensión es algo que vivimos bastante a menudo (...) me ha pasado que a pesar de que mi carrera docente la ejerzo en el ámbito de las tecnologías, me he enfrentado, yo diría que desde el año pasado, con unas tensiones, con unos desafíos que antes no los había visto”, señaló el profesor Brossi durante la jornada, quien agregó que las “tecnologías digitales para la docencia, para mi son esenciales, no hay escapatoria, las tenemos que usar, pero por otro lado, hay que abordarlas no desde el punto de vista del solucionismo tecnológico, sino de ver cómo podemos utilizarlas de una manera integral, ética y crítica”.
Además, ante los diversos desafíos para la docencia actual, el académico recomendó, entre otras cosas, incluir las ideas y perspectivas de las y los propios estudiantes; el intercambio de experiencias y buenas prácticas entre docentes; la vinculación con el medio; la investigación para aplicar metodologías basadas en evidencia y la formación pedagógica continua, lo que considera un factor fundamental “porque muchos de nosotros nos pasamos mucho en nuestras disciplinas o transdisciplinas, pero no tenemos una formación pedagógica formal”.
Por su parte, la profesora Anita Rojas subrayó que uno de los principales retos para la docencia hoy tiene que ver con que “los estudiantes y las estudiantes están mucho más inmediatistas, quieren soluciones rápido y quieren lograr objetivos con poco esfuerzo (...) Nos cuesta sacarlos de la inmediatez que producen todas estas herramientas nuevas de inteligencia artificial, de generación de respuestas o de acceso a un click a información que les hace sentir que saben”. Otro aspecto que ha cambiado, indicó, es la creciente diversidad y masificación del aula.
Para enfrentar estos desafíos, dijo la académica, es relevante conocer al estudiantado y apelar a su identidad, además de la colaboración entre docentes y aprender a usar las herramientas tecnológicas en la dirección correcta. “No tiene sentido prohibir, lo que tenemos que hacer es un esfuerzo nuestro y ahí es donde viene la colaboración entre pares, la discusión entre colegas”. Es necesaria la socialización, la reflexión colectiva y la formación continua porque, recalcó Rojas, ahorra trabajo y tiempo para llegar a conclusiones.
La profesora Patricia Hermosilla, por otro lado, valoró la perspectiva reflexiva sobre la propia práctica y la colaboración entre pares, lo que consideró central, e hizo hincapié en que “no solo han cambiado los estudiantes y las aulas (...) hemos cambiado también los docentes y ahí hay una dimensión relacional muy interesante que no quisiera desatender”. En este contexto, algunos problemas, tensiones y desafíos, explicó, tienen que ver con una “experiencia frenética del tiempo. Sin embargo, la paradoja de necesitar tiempo para pensar y pensarnos, reflexionar, dialogar. Experiencia de relaciones donde prevalece la competencia. Sin embargo, evidencia de cómo se superpone la evidencia, de cómo se superpone a la ética de la responsabilidad, la ética del rendimiento. Consecuentemente, las experiencias de enseñar y aprender pueden ser reducidas al consumo”.
Frente a lo anterior, la profesora propone “vivir la vida cotidiana en su ritmo y complejidad, con cuidado y atención, humanizar quizás, reconociendo la riqueza de la diversidad, tanto de estudiantes, como del cuerpo de docentes (...) Revitalizar también el sentido presente del trabajo en la Universidad para que sea significativa, sostenible, amable y por qué no, placentera (...) Y con ello, quizás, repolitizar la experiencia en un sentido hondo, potenciando la democracia (...) Habría que potenciar la diversidad temática, el pluralismo ideológico, epistemológico y metodológico de manera central, proponiendo relaciones nuevas entre la enseñanza y el aprendizaje”, yendo más allá de la adaptación al cambio para comprender las propias necesidades, las de los demás y el mundo en que vivimos “con la ilusión de contribuir potencialmente a la vida social”.
Docencia con sello institucional
Durante los últimos años, la Universidad de Chile ha diseñado y puesto en marcha diversas estrategias para avanzar hacia una mayor inclusión y equidad en sus procesos formativos, en el marco de excelencia que la caracteriza. En este contexto, el Modelo Educativo Institucional define cinco principios orientadores que buscan permear todos los procesos formativos con profundas implicancias para el desarrollo curricular y las prácticas docentes en particular. Estos principios son: formación integral de personas, pertinencia educativa, equidad e inclusión, calidad educativa e igualdad de género y no discriminación.
Desde esta perspectiva, para que la docencia sea de calidad, debe ser inclusiva, pertinente, reflexiva y colaborativa. Para atender este desafío, desde la Institución se promueven instancias de desarrollo docente, entre las que se encuentra la formación docente, con una programación que este año inaugura dos nuevos diplomas: en docencia universitaria y en docencia mediada por tecnologías, los que durante la jornada también fueron presentados por sus coordinadores, Lizzette Astorga y Pablo Lovera.
También en la ocasión y ante una sala Eloísa Díaz colmada de docentes de la Universidad de Chile, la directora de Pregrado, Leonor Armanet, agradeció a las autoridades presentes y la generosidad de quienes compartieron sus conocimientos y experiencia, pero por sobre todo a “una comunidad docente motivada por aprender más y por hacer frente a los desafíos que hoy nos plantea la docencia universitaria en pregrado y también en postgrado. Ustedes evidencian día a día cuáles son los desafíos que tiene la docencia universitaria en una universidad como esta que tiene su modelo educativo, que tiene sus principios orientadores, que quiere ser inclusiva, que tiene como norte una diversidad de aula para una formación de calidad”.