María Merlino, actriz y cantante argentina, ha recorrido un largo camino en el mundo del teatro y la música. Invitada por la Universidad de Chile para inaugurar el 10° Foro de las Artes con su aclamada obra Nada del amor me produce envidia, Merlino llega al país en un contexto marcado por los desafíos sociales y políticos que afectan tanto a Argentina como a Chile. En este melodrama musical, escrito por Santiago Loza y dirigido por Diego Lerman, Merlino interpreta a una costurera que se ve atrapada entre dos figuras icónicas de la historia argentina: Eva Perón y Libertad Lamarque, quienes le encargan el mismo vestido, desencadenando un conflicto cargado de simbolismo.
La obra, que ha sido aplaudida en diversos festivales internacionales durante más de 16 años, es una profunda reflexión sobre el poder, la soledad, la envidia y las decisiones que marcan nuestras vidas. En esta entrevista, María Merlino nos habla de su experiencia en Chile, del valor del teatro en tiempos convulsionados y de cómo el arte sigue siendo una forma de resistencia frente a la adversidad.
Merlino, quien combina su talento actoral con su amor por el canto, nos cuenta cómo el universo de Libertad Lamarque inspiró este proyecto que ha conmovido a audiencias en todo el mundo. A continuación, compartimos lo más destacado de la conversación con esta artista multifacética, quien además de su éxito en el escenario, reflexiona sobre el arte, la educación y su rol en la transformación social.
- ¿Qué significa para ti haber sido invitada por la Universidad de Chile a inaugurar el 10° Foro de las Artes con Nada del amor me produce envidia?
Es un honor enorme. Este foro celebra 10 años, y es muy significativo para mí que hayan elegido nuestra obra para inaugurar un evento tan importante, en un teatro tan precioso y con tanta historia como el Teatro Nacional Chileno. Nos recibieron con mucha calidez, y a pesar de las sorpresas logísticas, como un piso pintado de verde intenso, todo salió precioso gracias a la buena disposición de todos.
- Esta obra aborda un momento histórico y personajes icónicos de Argentina. ¿Cómo crees que se relaciona con el público chileno y cómo ves el cruce entre teatro y educación?
Me parece fundamental que el teatro esté vinculado con la educación. Esta obra, en particular, ayuda a entender una época en Argentina, sobre todo los años 40, y cómo era la vida de las mujeres en ese entonces. Aunque se trata de un contexto específico, los temas de la obra, como el amor, la envidia y la toma de decisiones, son universales. Creo que también transmite historia y cultura, y genera un intercambio cultural muy enriquecedor entre Argentina y Chile.
- Nada del amor me produce envidia mezcla teatro y música. ¿Cómo surgió esa fusión en el proyecto?
El germen de la obra fue precisamente la música. Yo había empezado a investigar sobre las cantoras de tango de los años 30 y 40, como Libertad Lamarque, y eso despertó en mí algo muy emotivo y familiar. A partir de esa investigación, Diego Lerman, el director, me dijo que debíamos hacer algo con eso, y así nació el proyecto. Las canciones no estaban en el texto original de Santiago Loza, pero se convirtieron en una parte esencial de esta obra, que es un melodrama musical.
- ¿Qué consejo le darías a los estudiantes de teatro y arte que están comenzando su carrera?
Les diría que, además de entrenarse en actuación y canto, exploren otras disciplinas. Leer mucho, ver películas, hacer actividades físicas que no necesariamente estén relacionadas directamente con la actuación. Yo practico el método Feldenkrais, que me ha ayudado muchísimo en el escenario. Es fundamental nutrirse de diferentes áreas para desarrollar el potencial como actor o actriz. También les diría que vean mucho teatro, bueno o malo, pero que se mantengan abiertos a aprender de todo.
- En un mundo tan convulsionado, ¿cuál crees que es el impacto social del teatro hoy en día?
El teatro, hoy más que nunca, es un refugio. En Argentina estamos viviendo un momento muy complicado, con un ataque hacia la cultura y un ensañamiento con los que nos dedicamos a ella. Pero, a pesar de eso, las salas de teatro en Buenos Aires están llenas. Hay un estallido de obras y de público. El teatro sigue siendo un espacio de resistencia, de reflexión, de pensar en lo que está pasando. No nos van a vencer, vamos a seguir haciendo lo que hacemos porque no vamos a perder la dignidad.
- Finalmente, ¿qué mensaje te gustaría transmitir a los espectadores chilenos?
Que viva el teatro, siempre.