Flavio Codoceo, estudiante de Licenciatura en Artes U. de Chile:

“Todos tenemos un propósito, algo que hacer y algo en que aportar a la sociedad”

Flavio Codoceo, estudiante de Artes: “Todos tenemos un propósito”
Flavio Codoceo ingresó a la U. de Chile en 2021. Hoy, cursa cuarto año de la carrera de Licenciatura en Artes, con mención en Teoría de la Música.
Flavio Codoceo ingresó a la U. de Chile en 2021. Hoy, cursa cuarto año de la carrera de Licenciatura en Artes, con mención en Teoría de la Música.
"El propósito de Sinfonía Urbana es democratizar la educación, y demostrar que cualquier persona puede pasar del barrio al estudio y empezaron a llegar personas", dice Flavio. Hoy recalca "es un proyecto de vida".
"El propósito de Sinfonía Urbana es democratizar la educación, y demostrar que cualquier persona puede pasar del barrio al estudio y empezaron a llegar personas", dice Flavio. Hoy recalca "es un proyecto de vida".
Flavio y dj
Sus papás le regalaron un computador dónde pasaba gran parte de su día buscando información sobre la música. Esto hizo que desde pequeño comenzará como DJ en diversos eventos.
Flavio y rehabilitación
Desde los 4 años, Flavio, inició su proceso de rehabilitación. "La Teletón dentro de las cosas que me regaló, aparte de la salud, fue la música (…) te enseña cosas que se quedan para siempre", afirma.
familia flavio
El estudiante de la Facultad de Artes U. de Chile, reconoce que el apoyo de su familia ha sido vital para lograr sus objetivos. En la foto, Claudia (mamá), Flavio (papá), Felipe y Fernanda sus hermanos.

“La Facultad de Artes se transformó en una casa desafiante y luminosa”, nos dice Flavio Codoceo, estudiante de cuarto año de Licenciatura en Artes, con mención en Teoría de la Música, al recibirnos en el mismo lugar que lo acogió en 2021, cuando llegó a Santiago junto a Antonia, su compañera, con el propósito de estudiar en la Universidad de Chile una de sus principales pasiones: la música y el sonido.

Todo lo que ha conseguido es –dice este joven oriundo de Chañaral, en la Región de Atacama– gracias a sus padres y hermanos. En una vida que reconoce no ha sido fácil, de mucho sacrificio, donde desde pequeño se vio desafiado a lograr sus metas, pero que siempre supo sobrellevar, dice, “a través de un propósito, de tener algo en qué enfocarme, para aportar”. Una vida que también, asegura Flavio, lo sorprende a menudo. 

“Hace unos días, participé en el encuentro ETM Day “Emprende tu mente”, y me encontré con Don Francisco. Fue un regalo, porque le pude dar las gracias por todo lo que Teletón hizo por mí, donde estuve desde los cuatro hasta los 18 años tratándome, por un diagnóstico de hemiparesia congénita, enfermedad de Fabry y epilepsia. Hoy estoy con mi salud controlada y feliz. Cuando chico me costaba caminar, escribir, moverme”, cuenta aún emocionado por esa posibilidad.

Flavio Codoceo tiene hoy 22 años. Es el mayor de tres hermanos, Felipe (19) y Fernanda (15). Nació en el norte, y su niñez la pasó entre sesiones de rehabilitación, doctores, exámenes y procedimientos que debió seguir para su tratamiento médico. Viajaba semanalmente con sus padres al Instituto Teletón. “Significaba un trayecto de muchas horas y los recursos eran limitados, pero mis padres siempre encontraban la forma de acompañarme”, dice. 

Su padre, Flavio, es auxiliar de aseo en un CESFAM. Su mamá, Claudia, vendía pan en un puesto ambulante. Una familia de esfuerzo que supo apoyarle, etapa de la que Flavio habla con mucho orgullo. Cuando tenía siete años decidieron trasladarse a Punitaquí, en la región de Coquimbo, para poder continuar con su tratamiento.

La Teletón dentro de las cosas que me regaló, aparte de la salud, fue la música (…) te enseña cosas que se quedan para siempre”, y se emociona al recordar que para él este lugar entrega más que una simple rehabilitación: no solo una simple rehabilitación, sino también una nueva forma de ver el mundo.

Fue en una de las actividades recreativas, donde pasaban un día completo con un voluntario, donde Flavio – que tenía siete años – conectó con la música, su principal pasión. Lo recuerda así: “Conocí una tornamesa y fue la vez que sentí la música por primera vez y me enamoré de ella”.

“Como me costaba jugar a la pelota, correr o andar en bicicleta, mis padres me regalaron un computador. Era antiguo y lento, pero se convirtió en mi refugio. Pasaba horas jugando, escuchando música y buscando información sobre cómo ser DJ. Lo hacía porque un vecino practicaba el oficio y yo siempre lo veía con sus equipos, era algo que me llamaba profundamente la atención”, recalca.

De ahí en más, distintos hitos fueron marcando su camino. Estando en segundo medio, Flavio tenía claro que lo quería hacer, quería entrar a la Universidad de Chile. Para eso, se cambió de colegio y debió iniciar una misión que para el común de las personas, a esa edad, ya estaba resuelta: comenzar a escribir, dado que por su discapacidad no podía hacerlo.

Sus estudios los complementaba con ser DJ. Los fines de semana se presentaba en pubs y discotecas. En medio de esto, cuenta que habló con su familia: “Le dije a mis papás que quería estudiar medicina en la U. de Chile. Me apoyaron, pero todos sabíamos en el fondo que nos estábamos mintiendo. Tú entrabas a mi pieza y lo primero que veías eran discos, guitarras, mesa para mezclar música, nada que ver con la salud y la medicina”.

Su experiencia en la Casa de Bello

Con 18 años llegó a Santiago junto a Antonia, su compañera, que lo acompaña hace 6 años. “Solo teníamos una convicción: encontrar nuestro camino. Y, aunque veníamos desde región, sin grandes recursos, teníamos algo que nunca nos faltó: propósito”, señala el estudiante.

- ¿Por qué elegiste la U. de Chile?

Quería entrar porque todos decían que era prestigiosa, que era bonita, y mil cosas más. Un día busqué música, y me apareció Teoría de la Música, y sin saber sobre esos conceptos, la malla y nada, empecé a investigar porque yo estaba decidido. Mi primer día fue maravilloso porque yo entré y se escuchaban violines, cantantes, un piano, y yo nunca había visto uno en mi vida. Fue muy importante para mí ese momento”.

- ¿Cómo fueron tus primeros días?

Empecé a conocer sobre música, algo que nunca antes había escuchado. A mí me hablaban de música clásica y no tenía idea de lo que se trataba. Empecé a ver intérpretes, a ver gente que tocaba un instrumento, a personas que cargaban en su espalda una guitarra, sentí que no era mi lugar al principio, porque pensé: ‘acá hay gente que hace cosas muy distintas a las mías, y tal vez no sea mi lugar’.

- ¿Pensaste en dejar la carrera?

No. No era la opción. Me quedé porque no era opción arrepentirme después de todo lo que mis papás habían luchado. Y me puse a pensar en cómo darle la vuelta a todo esto. Siempre soñé con ser productor musical, con estar en estudio, con producir a otras personas y pensé: si me hago bueno entendiendo la teoría musical y cómo funciona por dentro, podré llegar a un estudio, ayudar a otros y cumplir mi objetivo. Entendí que mi carrera es como el medio que tengo para conseguir lo que siempre quise y, con esa convicción comencé a estudiar, inicié con piano. Eso fue luminoso y gris a la vez, porque sentarme frente a un piano fue reencontrarme con la discapacidad nuevamente.

Esta vez no retrocedí. Lo viví desde un lugar distinto: más maduro, más honesto, más consciente de que la música también puede ser un acto de inclusión.

- ¿Qué aportes te ha entregado tu formación académica?

Aparte de lo disciplinar y lo teórico que lo habilita a uno para ser un profesional de excelencia en el campo que uno estudia, hablar con los profesores, que están receptivos a escuchar, eso también es una forma de aprendizaje muy valiosa. También, me permitió participar de NIEDIM, el Núcleo de Investigación Inclusiva de la Música, espacio donde investigamos, creamos y proponemos nuevas metodologías para que las personas – con distintas corporalidades, trayectorias y realidades – puedan acceder al aprendizaje musical. Gracias a ese trabajo enviamos un primer artículo y viajamos a exponer a Argentina. Nada de esto habría sido posible sin la académica Tania Ibáñez.

Sinfonía Urbana: Un proyecto de vida

Flavio no descansa. “Cuando entré a la Universidad decidí crear un canal de YouTube. Comencé a subir videos y lo sigo haciendo. Ahí enseñaba, contaba historias. Primero, fue sobre ser DJ, después teoría, luego de música urbana. No le fue muy bien, pero perseveré y lo tengo hasta el día de hoy”.

Él tenía la convicción de que debía construir un proyecto propio. “Lo pensé así: tengo 5 años para construir una comunidad y al quinto debo rentabilizar. Empecé a trabajar, trabajar y no me resultó. Pero de eso nació Sinfonía Urbana, un lugar donde mi objetivo era formar”.

En 2024, se sumergió en el mundo del marketing, las ventas, el diseño y el emprendimiento. “El propósito de Sinfonía Urbana es democratizar la educación, y demostrar que cualquier persona puede pasar del barrio al estudio y empezaron a llegar personas”. Hoy recalca: “Es un proyecto de vida”. Actualmente, tiene 20 estudiantes de Chile, Perú, México, Alemania y otros países. Este año, fue evaluado en la FEN de la U. de Chile. Y, aunque todavía “no es rentable, aprendí algo fundamental: Los proyectos que cambian vidas no nacen rentables, nacen necesarios.

- Actualmente, ¿en qué estás trabajando?

Mis objetivos son comunicar, enseñar, en formato online. Ahora, continuaré estudiando Pedagogía en la Universidad de Chile. Quiero adquirir las herramientas básicas de aprendizaje y eso le sumará valor a Sinfonía Urbana.

- ¿Qué le dirías a los jóvenes que buscan ingresar a la U. de Chile?

Que siempre hay un propósito, escondido, tapado, camuflado, uno no lo ve, pero con el tiempo lo va encontrando. Personalmente a mí no me gusta mirar mi historia, pero es un ejercicio valioso hacerlo con cariño. (…) creo que todos tenemos un propósito, algo que hacer, y algo en que aportar a la sociedad y, independiente de que estudien la carrera que sueñen o no, uno a través de los años lo encuentra. La Universidad, más allá del conocimiento, del título y del grado, entrega experiencias acumuladas que tienen un significado gigante. Ir a la Universidad no es solo aprender un ramo, es aprender miles de experiencias juntas.