Cuenta Anual de Gestión. Presentación del Rector de la Universidad de Chile, Profesor Luis A. Riveros.
I. Introducción
Entrego a la comunidad universitaria la cuenta anual de gestión con un ánimo renovado y comprometido con nuestra institución y su futuro, así como con sus académicos, estudiantes y funcionarios. Continuó asumiendo la responsabilidad de ser el Rector de la Universidad más importante del país, la que no obstante todas las dificultades, ha logrado ir imponiendo su esencia de ser la institución orientadora de la educación nacional, así como de la formación de profesionales con fuerte liderazgo a nivel nacional e internacional.
Como muestra del liderazgo institucional, podemos señalar que en el año 2000, más del 50 por ciento de los Premios Nacionales correspondieron a profesores y egresados de la Universidad de Chile. Hemos también liderado la acreditación de doctorados así como la obtención del mayor porcentaje de fondos de los concursos Fondef y Fondecyt. Muchos de nuestros académicos han sido distinguidos en ámbitos nacionales e internacionales por su investigación, hemos abierto nuestro campo de acción a un mayor intercambio internacional estudiantil y mayor vínculo con universidades y empresas. Los indicadores nos continúan ubicando en los primeros lugares en investigación científica, así como en publicaciones a nivel nacional e internacional y nuestros alumnos han también obtenido importantes distinciones que muestran nuestra calidad formativa. Hemos aumentado en estos últimos dos años, en forma notable, el interés de los estudiantes por ingresar a la Casa de Bello.
Me siento orgulloso de los académicos, estudiantes y funcionarios de nuestra Universidad y felicito a las Facultades, a través de sus autoridades, por permitir que estos logros se hagan realidad a través de su trabajo, que muchas veces no podemos recompensar en la medida de lo justo y necesario.
Somos una universidad líder y es por ello que nos rebelamos frente a muchas políticas que sólo tienden a debilitar a la institución como se hizo duramente en las décadas pasadas. Se necesita un mayor compromiso del Estado con las instituciones de su propiedad, junto con un sistema de evaluación del desempeño de las instituciones subvencionadas en función de compromisos de gestión. La inversión en conocimiento y desarrollo de calificaciones de alta calidad y especialización, que el país requiere para su proyecto, pasa necesariamente por un sistema universitario de calidad, con normas de funcionamiento fundamentadas, y con una Universidad que le imprima liderazgo. No aceptaremos que el sistema se siga privatizando progresivamente sin consideración a las tareas que no son susceptibles de emprender en dicho marco. Este año tenemos que provocar un debate para cambiar definitivamente la organización, sistema de financiamiento y políticas de desarrollo de la educación superior chilena, y evitar con ello su progresiva mediocridad.
Me he propuesto llevar a cabo este año una gestión dirigida a los poderes del Estado para que se asegure a la Universidad de Chile los recursos que le permitan continuar haciendo su aporte al país, y que no se nos obligue a seguir privatizándonos, como hasta ahora ha ocurrido. Esto tiene que ver esencialmente con la sustancial deuda de la Corporación y con la necesidad de incorporar definitivamente al presupuesto los recursos que año a año se entregan como fondos extraordinarios. Prevalece un modelo de desarrollo universitario que favorece la competencia y una creciente participación privada, el cual se ha venido imponiendo por medio de decisiones políticas explícitas o implícitas.
Reitero que no concuerdo con el devenir que esto ha tenido, en ausencia de una política explícita, en la medida en que ello implica destruir la esencia nacional y pública de la Universidad de Chile, despojando a la institución de las condiciones para ser efectivamente un estándar de calidad para el sistema en su conjunto. La política vigente se manifiesta en los recursos cada vez menores para hacer investigación de base de calidad, perfeccionar académicos, innovar en tareas curriculares, ampliar los posgrados, remunerar mejor a quienes entregan su esfuerzo y excelencia al quehacer universitario. Muchas veces nos culpamos internamente de estos problemas que son, claramente, un reflejo de la llamada "política de educación superior", y que públicamente hemos denunciado como indefinida, contradictoria en sus aplicaciones, parcial, y favorecedora de un sistema de baja calidad.
En el plano interno hemos hecho todos los esfuerzos para acomodar nuestras acciones académicas al marco de recursos y a las reglas que nos impone la política imperante, a menudo con grandes sacrificios en vistas a las remuneraciones de nuestro personal y a las condiciones de trabajo prevalecientes, especialmente debidas a la baja inversión. Mi administración, al haber suscrito el firme compromiso de no endeudar más a la Universidad de Chile, ha ido experimentando una situación de estrechez financiera de singular importancia. La Corporación no puede elegir entre una estrategia de autodestrucción, basada en deuda y reducción de activos, por una parte, o una estrategia de deformación misional, por otra, como parece querer imponerlo un modelo que nos privatiza progresivamente. La proyección de estas tendencias para los próximos años muestra señales preocupantes. Es bueno que todos tengamos clara conciencia de estos problemas, especialmente quienes reclaman que los mismos no se han resuelto en los últimos dos o tres años, como si ello fuera simplemente posible sin cambios de fondo en la política pública y frente a un endeudamiento simplemente gigantesco.
II. Los Logros del 2000 y los Retos del 2001
El año 2000 significó una serie de avances y logros para nuestra institución. Es importante evaluar en forma objetiva estos procesos, para extraer de ellos las lecciones pertinentes y mejorar nuestro comportamiento institucional y organizacional. Hay mucho que hacer en torno al mejor uso de los recursos, y hemos trabajado con las Facultades para que se pongan en marcha las revisiones conducentes a mejorar nuestro rendimiento, y a utilizar indicadores de gestión académica como instrumento de evaluación y asignación.
Dentro de los avances logrados el año 2000, como señalé algunos anteriormente, se encuentran los resultados exitosos en materia de concursos nacionales de investigación y programas de mejoramiento de la docencia; también en acreditación de posgrados y en cuanto a la expansión de los mismos, igualmente con relación al crecimiento relativo en el puntaje promedio de los alumnos que ingresan, al éxito de nuestros investigadores en los sistemas Fondecyt y Fondef. También en cuanto a proyectos de planta física como la restauración de la Biblioteca de la Facultad de Derecho, los avances en la construcción de los nuevos edificios de la Facultad de Odontología, Bachillerato, el Departamento de Estudios Pedagógicos y los trabajos de ampliación y mejoramiento que ocurren en las Facultades de Ingeniería, Economía, Medicina, entre otras. Se ha avanzado notablemente en la integración del trabajo académico y la gestión a nivel de Campus, especialmente en el Campus Sur y Juan Gómez Millas. Del mismo modo, se ha finalizado un arduo trabajo de elaboración del Proyecto de Estatuto para la Universidad de Chile por parte de la Comisión Normativa Transitoria, y se han sentado las bases de nuestro Plan Estratégico de Desarrollo, habiendo además efectuado nuevamente en formal normal durante el año, la actividad docente y de investigación. Señalo del mismo modo, los avances en materia de una mejor gestión en muchos de nuestros organismos, destacándose especialmente nuestro Hospital Clínico y el exitoso proceso de reingeniería del Departamento de Medición y Registro Educacional (Demre).
Destaco que nuestra prioridad por la cultura ha estado presente y ha rendido muy buenos frutos en distintas acciones. Hemos rescatado el legado de Pablo Neruda en orden a no sólo preservar su patrimonio sino también de llevarlo a los niños y jóvenes de nuestro país. Se han efectuado semanas dedicadas al poeta, concursos para jóvenes, así como la presencia de sus caracolas y libros en colegios y la oferta de sus obras en medios masivos de comunicación. Agrego el apoyo al teatro en regiones, especialmente los Temporales Teatrales Internacional de Puerto Montt. Estas actividades muestran el claro compromiso de nuestra Universidad por la cultura.
Pero también han habido algunos problemas. El proyecto de extensión artística que se había formulado no convocó el público que requería y hubo de discontinuarse. Lamentablemente este hecho ha ocupado los titulares de la prensa destacando permanentemente este hecho poco feliz que obviamente esperamos que tenga un buen final a corto plazo. Tampoco estamos conformes con los avances habidos en materia de desburocratización y hay también mucho que mejorar en cuanto a preparación de proyectos institucionales. No ha sido posible emprender un esfuerzo sistemático para reducir las plantas funcionarias y provocar la renovación que se precisa en la planta académica, y no se ha avanzado dentro de todo lo factible en el trabajo de integración en nuestros Campus.
Enfrentamos el año 2001 con un proyecto específico y prometedor en cuanto a implementar un plan de retiro de personal que se ha venido estudiando cuidadosamente para ser aplicado experimentalmente este año. Los recursos ahorrados se destinarán a apoyar proyectos de desarrollo y las remuneraciones del personal en los proyectos más esenciales para la Corporación. Asimismo, este año deben haber avances en la aplicación de los indicadores de gestión académica a nuestros organismos, para así poder analizar efectivamente el aporte de cada uno, y la evolución que éste experimente en el tiempo. Del mismo modo, en cuanto a consolidar los cambios de estructura que se han propuesto en materia organizacional a nivel central, fortaleciendo además el trabajo a nivel de Campus y de los programas de cambio curricular en el pregrado y fortalecimiento y expansión de los posgrados.
Pero la tarea más crucial de este año, es la de poner a la Universidad toda a respaldar un cambio en la política de Educación Superior, destinada a revisar las reglas vigentes y el destino del sistema, a exigir definiciones distintas en materia de financiamiento.
III. Los Aspectos Académicos durante el año 2000
En materia académica, el año pasado significó una serie de logros importantes para la Corporación, los cuales indican, sin embargo, la necesidad de persistir en el trabajo que han delineado y ejecutado con sacrificio las distintas unidades académicas. La Universidad de Chile logró acreditar el cien por ciento de los programas de doctorado que presentó al proceso implementado a través de CONICYT, constituyéndose en la única entidad universitaria en obtener estos resultados. Sin embargo, existen programas que no fueron presentados a esta instancia debido a su aún débil constitución académica, demandándose un progreso en este año para decidir sobre el futuro de los mismos, ya que como institución no podemos patrocinar actividades de posgrado de niveles no correspondientes. Asimismo, es muy importante que la Universidad elabore una política para ordenar sus programas a nivel de Magister, especialmente en cuanto a llevar un exigente mecanismo de acreditación interno que permita impulsar un mínimo control de calidad.
Durante el año 2000 la Universidad tuvo resultados más alentadores que los del año 1999 en cuanto a proyectos MECESUP, aun cuando todavía no se ha logrado un total perfeccionamiento en los sistemas de preparación de los proyectos. Los mismos se unen al exitoso desempeño de nuestros académicos y unidades en los recientes concursos FONDECYT y FONDEF, que produjeron un avance visible del punto de vista institucional. Felicito a las Facultades que han tenido éxito muy claro en esta materia, con proyectos de profunda relevancia para el desarrollo de la institución, y llamo a las otras a poner todo el empeño en superar los logros habidos, objetivo en el cual seguirán contando con todo el respaldo técnico que pueda brindarle la institución. Creo que es muy importante que las Facultades más exitosas puedan proyectar generosamente su trabajo a las demás, para poder potenciar a la Universidad como un todo. Agradezco a los señores decanos, en este sentido, su generosa contribución en tiempo y esfuerzo para revisar los proyectos de toda la institución y procurar un trabajo institucionalmente organizado.
El Encuentro de Investigación que tuvo lugar el mes de noviembre pasado, cumplió con las expectativas de constituir una reflexión sobre nuestros problemas en este campo y en relación a las recomendaciones necesarias para superarlos. Se coincidió en la necesidad de constituir una Vicerrectoría de Investigación y Posgrado, lo que se llevará a cabo durante el primer trimestre de este año, permitiendo fortalecer la instancia coordinadora y de dirección. Asimismo, se puso de relieve, nuevamente, los escasos recursos que administra el actual Departamento de Investigación y Desarrollo (DID) para promover programas de investigación con recursos internos. Aunque sabemos que la Universidad gasta mucho más en investigación por medio de sus unidades académicas y en términos del sostenimiento de remuneraciones y gastos de funcionamiento e inversión que se realizan en todos los organismos, es cierto que los fondos centrales, reducidos hace más de un quinquenio para ajustar los presupuestos de la Universidad, se mantienen disminuidos. Por ello, el Consejo Universitario ha iniciado este año un cambio consistente en un presupuesto adicional al DID, basado en los mayores recursos reales que nos brindó el Aporte Especial para la Universidad de Chile, monto que se comprometió con la autoridad de gobierno para la implementación de un programa de renovación académica.
También en el ámbito académico debo informar de los lentos, aunque firmes, progresos que hemos ido realizando en materia de innovación curricular. Por una parte, hay que reconocer que nuestro Programa de Bachillerato se ha ido encontrando con barreras institucionales de importancia en orden a contar con su plena inserción en la Universidad y que han existido una serie de descoordinaciones en cuanto a la evaluación de resultados y la expansión del programa, y la disponibilidad de vacantes en las diversas unidades académicas. Necesitamos dar a este Programa que es tan vital para la Universidad de Chile, el respaldo que se requiere, al constituirse, al mismo tiempo, en una actividad de importancia en torno a innovación curricular y formación profesional. He pedido a la Vicerrectoría de Asuntos Académicos que lleve a cabo un estudio acerca del desempeño de los estudiantes egresados del Bachillerato en las carreras, y que se programe una discusión amplia sobre el tema para poder decidir en forma estructural acerca del diseño de ingreso a las carreras y toma de cursos en las respectivas Facultades.
En otro orden de cosas, hemos estado regularizando la situación reglamentaria de nuestro curriculum de pregrado, pero está pendiente una discusión acerca de la reforma integral del mismo, dirigida a la constitución de un programa amplio de formación general y básica. El Consejo Universitario ha estado trabajando esta materia, y existe una propuesta de la Comisión ad-hoc nominada para el efecto, pero es importante que los plazos se acerquen para dar respuesta al reto de innovación curricular que imponen los tiempos. Para este primer semestre se ha decidido organizar una reunión universitaria amplia sobre el tema del curriculum de pregrado, de donde esperamos surjan recomendaciones operativas para continuar un programa de reformas sostenible en el tiempo.
En materia de carrera académica, y luego de un largo período de gestación, se ha concretado la reforma del sistema de evaluación académica, dando cabida a dos líneas de desarrollo de la carrera. El objetivo fundamental ha sido el de otorgar reconocimiento a la diversidad de nuestro trabajo académico, y a la necesidad de contar con criterios e instrumentos apropiados para reflejar la excelencia académica en distintos ámbitos del quehacer universitario. El nuevo sistema estará en período de observación durante tres años, al cabo de los cuales se podrán formular los cambios que se necesiten para reafirmar el sentido último que inspiró esta reforma. No nos cabe duda que con ello se potenciará la carrera académica en la Universidad de Chile, especialmente al entregar reconocimiento al desempeño profesional y docente que se desarrolla en nuestra institución, y que constituyen aporte al trabajo académico integral. Nos asiste la seguridad que con esta reforma se potenciará efectivamente el sistema de carrera académica de nuestra Universidad.
Deseo también referirme al proyecto de formación pedagógica que la Universidad se encuentra desarrollando desde 1994. Este programa surgió como una necesidad de dar respuesta a la formación en este ámbito, por constituir una necesidad de país. Mi administración ha tratado de entregar el mayor apoyo posible a la actividad de formación pedagógica que llevan adelante la Facultad de Filosofía y Humanidades y la Facultad de Ciencias Sociales. Veo en esto una razón estratégica, ya que la formación mayoritaria de profesores de calidad en entidades privadas y asociadas a determinadas visiones ideológicas o religiosas constituye una amenaza para la Universidad de Chile en el largo plazo, además de no ser concordante con nuestra posición de defensa de la educación pública chilena.
Los problemas incubados en la UMCE llevaron al gobierno a proponer que nuestra Universidad desarrolle un plan para asumir la responsabilidad de una formación pedagógica integral y mas masiva, que además introduzca los cambios que en materia curricular desde hace mucho se han practicado en el respectivo programa. Vemos, en esta perspectiva, que el Estado chileno ha pedido a la Universidad de Chile que aborde un serio problema de país. Ello muestra un claro liderazgo institucional, que muchos parecen negar sobre la base de juicios basados en cuestiones mucho menores y circunstanciales, y parecería indicar un giro respecto del rol especial que nuestra Universidad siempre ha cumplido en el sistema de educación superior. Hemos declarado nuestra disposición a trabajar en ese plan de reforma a la formación pedagógica, pero hemos requerido que se considere un proceso de convergencia institucional basado en las propuestas de una comisión tripartita que encabece el propio Ministerio de Educación. Ello, porque no se ha manifestado una solución simplista a un problema grave de país. Por nuestra parte, seguimos manifestando nuestra voluntad que la formación pedagógica vuelva a ser parte importante de la Universidad de Chile, no sólo como una materia de vocación y tradición o de una cierta reivindicación, sino también porque ello es hoy día una tarea de país de enorme trascendencia para lograr influir en educación y en los cambios que en esta esfera se precisan urgentemente. Ello deberá hacerse sobre la base de una propuesta que emanará de nuestras dos Facultades directamente ligadas a este tema, garantizando calidad y excelencia del trabajo formativo, a la vez que corrigiendo las serias deformaciones curriculares que han culminado en una crisis formativa del profesor.
IV. Los Aspectos Financieros que nos afectan
El año que comienza se caracterizará por una serie de conflictos asociados a temas de financiamiento. La Universidad tiene un déficit de arrastre en su presupuesto de más de $3000 millones, mientras que suman otros $1200 millones las demandas por recursos para actividades o proyectos que, aunque importantes, no han podido ser incluidas explícitamente en el presupuesto universitario. El Fondo de Crédito Solidario está en una aguda crisis, no sólo por falta de recursos sino también por la existencia de reglas anacrónicas e inadecuadas, que llevan a que sea la propia institución la que termine subsidiando dicho Fondo en forma cuantiosa. Asimismo, la Universidad debe hacerse cargo de la solidaridad con los estudiantes de menores ingresos, al no existir un sistema suficiente a nivel del país. Todo esto, junto con déficits pronunciados en actividades como la extensión artística, el Centro Nacional del Medio Ambiente y programas como el Centro de Modelación Matemática, etc. que hacen la situación bastante más compleja. La Universidad ha buscado respuesta en la generación de ingresos propios, que en la actualidad (y aparte del casi 40% que representan los aranceles en el presupuesto) representan casi un 35% del ingreso total. Pero hay un límite para ello en las actividades de mayor impacto nacional, que no son simplemente financiables sobre la base de público, venta de servicios o donaciones. Es por ello que solicitamos una vez más al Estado la revisión de las reglas que se nos aplican, para así entender con claridad las acciones que se esperan de esta Casa Universitaria, y aquellas que presumiblemente no son de interés del Estado Chileno.
El presupuesto de la Universidad para el año 2001 ha sido reajustado en el inflactor de 2.5%, cuestión que no resulta compatible con el reajuste de 4.3% que se otorgó a los funcionarios del sector público. Este procedimiento ha venido haciéndose reiterado en los últimos años y ha sido la fuente de un creciente endeudamiento de la institución, además de acusaciones de algunas agrupaciones gremiales al Rector en orden a que no ha hecho lo debido para conseguir recursos adicionales. Pero además, es importante reseñar otros dos efectos negativos en el presupuesto que este año están dando lugar a una crisis de aportes fiscales. Por una parte, el Ministerio de Educación ha venido implementando una estrategia de reducción de los llamados Fondos de Desarrollo Institucional (FDI), los cuales se han traspasado al fondo competitivo del MECESUP. A su vez, éstos no pueden ser considerados en el presupuesto debido a que un requerimiento del Ministerio es mantenerlos en cuentas de uso específico a los proyectos en cuestión. En segundo lugar, la revisión que se hace anualmente del 5% del AFD ha venido resultando negativa para la Universidad de Chile en los últimos años Es pertinente indicar que estas dos medidas (revisiones del AFD y reducción del FDI) se inscriben en una estrategia de política que no se encuentra definida sino por la vía de los hechos, y la discusión que se ha emprendido sobre la materia no ha mostrado resultados concretos en torno a redefinir los propósitos de la autoridad en cuanto al desarrollo del aparato de educación superior.
A pesar de haber renegociado la deuda bancaria en condiciones favorables, pese a las restricciones que se han introducido en materia de reducción de activos y nuevas deudas, no obstante haber salido del paso, sin recursos presupuestarios adicionales, del grave problema de la Editorial Universitaria, y a pesar de que hemos realizado un trabajo cuidadoso en cuanto a la organización y control presupuestario, cumpliendo también el compromiso de hacer el manejo financiero transparente y efectivo, la Corporación continúa teniendo problemas graves en su presupuesto. Para este año, sumados los incrementos y decrementos de los distintos items que componen los ingresos de la Corporación, el reajuste en relación al presupuesto del año 2000 alcanza a solo 1.6%. Con ello, con base al Fondo General, se ha podido otorgar un reajuste a las remuneraciones base de la Universidad en un 4.3%, habiendo sido necesario destinar $300 millones de los recursos adicionales asignados en el Aporte Especial para la Universidad de Chile, para que las Facultades los asignen directamente al desarrollo de académicos jóvenes, dejando un remanente de $100 millones para similar propósito en el presupuesto del DID. La mayoría de los organismos, sin embargo, hizo el debido esfuerzo para otorgar similar reajuste a las asignaciones salariales.
Para este año se decidió un incremento de 9% en el valor de los aranceles, con excepciones en cuatro Facultades. No se había implementado esta política en los últimos años, sino en forma excepcional, pero las necesidades de inversión en las carreras y los evidentes rezagos respecto del resto del sistema, nos han obligado a proceder en esta dirección. Es evidente que esta decisión entra en contradicción con los anuncios del Ministerio en orden a no incrementar los Fondos para el Crédito Universitario, medida enteramente inapropiada y extemporánea si se considera que varias universidades han empleado en forma sistemática el aumento de cupos y de aranceles durante el curso de la última década, siendo en ello validadas por las asignaciones de crédito. El Ministerio debería tomar una decisión basado en un estudio de las variaciones habidas en los últimos 5 o 10 años en cuanto a cupos y aranceles, para así actuar respecto del objetivo de no validar crecimientos excesivos. Consideramos injusto que se piense que las universidades del Estado debamos subsidiar con nuestros recursos a lo que constituye una responsabilidad del Estado: brindar igualdad de oportunidad a todos los más capaces para ingresar a la educación superior. Esperamos que el Ministerio de Educación corrija las situaciones que se crearán bajo la situación vigente, y frente a lo cual la nueva propuesta de financiamiento del crédito solidario no tiene efectividad alguna en el corto plazo. En cualquier caso, la Universidad de Chile ha reservado los recursos del caso para asegurar que no existirán problemas de crédito para nuestros estudiantes, en forma independiente de las propias decisiones del Ministerio de Educación.
Es también importante reseñar que el reajuste por sobre el IPC que se obtuvo en el llamado Aporte Especial para la Universidad de Chile, se justificó sobre la base de introducir renovación en nuestra planta académica. Como sabemos, este es un problema que nos afecta singularmente y que extiende sus resultados negativos en la calidad del trabajo académico de la Corporación. Como serán recursos recurrentes, el programa se podrá repetir en años sucesivos, al mismo tiempo que podrán ser también dedicados al retiro de personal académico en condiciones de jubilar. En todo caso, el Programa para Académicos Jóvenes cumple un rol estratégico de mucha importancia para la Corporación, y son recursos que serán destinados a las Facultades para su administración en un programa que respalde o dé comienzo a las iniciativas de renovación de nuestra planta.
Es relevante recordar que el Aporte Especial fue sometido a una amenaza de recorte durante la discusión parlamentaria sobre el Presupuesto 2001 de la Nación, y se advierte que en el futuro no será posible su aprobación en las mismas condiciones de los últimos años. Con ello se pondrá en grave riesgo el trabajo institucional, especialmente porque muchos actores relevantes desconocen que el origen de estos recursos estuvo en la necesidad detectada en 1990, en orden a suplementar el presupuesto universitario, y que dichos recursos se incluyeron efectivamente en el presupuesto de los organismos a partir de 1990. Más tarde, sin embargo, se justificaron tales recursos en base a un listado de proyectos y actividades de tipo nacional, iniciativa que ahora muchos consideran en forma aislada de la justificación original, para así ponerlos como recursos concursables para todo el sistema. Desgraciadamente, a estas propuestas ha contribuido decididamente la actividad de algunos grupos desde la propia Universidad en orden a acceder a estos recursos en forma independiente y suplementaria a su presupuesto regular, así olvidando la inclusión de los mismos en el presupuesto regular de cada organismo hace ya una década. Llamo la atención a que si el Estado no repone el sentido de la decisión que se tomó sobre estos recursos a comienzos de la década del 90, los mismos están en serio riesgo. Incorporar estos recursos al presupuesto universitario, tal y como la institución lo viene manejando desde hace más de una década, y como fue el espíritu de la decisión original del Gobierno y el Parlamento a comienzos de la década pasada, nos parece la única solución justa y posible.
Creo que se necesita mucha precisión sobre el problema presupuestario de la Corporación, sobre todo para comprender cabalmente los alcances que el mismo tiene hacia el futuro de no mediar un cambio en la política que se nos aplica. Asimismo, porque considero que ahora es vital el avanzar en el cambio en las reglas de presupuesto interna, las cuales en la actualidad se basan en criterios históricos de asignación e introducen una serie de rigideces por todos conocidas y que son de la mayor inconveniencia en términos del diseño del trabajo universitario. Hemos ganado mucho en transparencia en materia presupuestaria y en la oportunidad en que las decisiones se abordan en el Consejo Universitario, pero falta avanzar en la profundización de medidas estructurales. Sobre este aspecto, informo que a partir de este año se pondrá en marcha un sistema de indicadores de resultados académicos, que permitirá, en el largo plazo, evaluar objetivamente la eficacia en el uso de los recursos en programas de investigación, extensión y docencia. No se trata de hacer una aplicación directa de indicadores comparados a materias presupuestarias, pero se trata de introducir criterios que permitan evaluar el trabajo de las unidades académicas y, consecuentemente, tomar decisiones en materia financiera. En todo caso, la decisión política pendiente en cuanto a la distribución de los recursos basales del presupuesto está a la espera de un cambio en los criterios de la política pública, que ha anunciado la instauración de convenios de desempeño, que son equivalentes a los indicadores que planteamos para el contexto interno.
En repetidas oportunidades he señalado que la situación financiera es frágil. La deuda es significativa y demanda un pago sustantivo de intereses. Además, se arrastra un déficit operacional que ha ido haciéndose más marcado en la medida en que los aportes del gobierno han ido en reducción. Las decisiones tomadas en orden a no contraer mayor deuda para cubrir los déficits de operación, como asimismo de no reducir activos fijos para pagar los excesos de gastos sobre ingresos, han sido efectivamente emprendidos mostrando responsabilidad de las autoridades centrales de la Universidad. No cabe duda que el espacio que queda en el presupuesto normal para apoyar nuevas iniciativa es muy escaso, teniendo además presente la necesidad de reajustar en forma digna las remuneraciones base de nuestros funcionarios y académicos. Sin embargo, como lo he planteado insistentemente, sufrimos de una merma académica progresiva por la caída relativa de los salarios, y la frecuente falta de horizontes de desarrollo; esto, sumado a una ya envejecida planta académica, levanta serios retos para una institución que está además presa de las rigideces que crean las normativas del sector público, aunque para todos los efectos de los subsidios que se nos aplica se nos considere funcionarios del sector privado.
Los problemas presupuestarios que expongo pueden revestir aún mayor gravedad en el futuro. El Ministerio ha anunciado su decisión de cambiar el criterio de asignación del Aporte Fiscal Indirecto, proyecto que tiene características aún indefinidas, pero que tenderán a ponderar mayormente las calificaciones de la enseñanza media. Con ello es posible que exista una disminución de recursos importantes para nuestra Corporación. Asimismo, existe la posibilidad que se nos aplique la nueva Ley de Rentas Municipales, de acuerdo a la cual tendremos que pagar impuestos por todas las propiedades de la Universidad de Chile. Existe también, como lo he mencionado, la amenaza cierta que no se aprueben los recursos contenidos en el llamado Aporte Especial para la Universidad de Chile. Advierto, entonces, a la Universidad que existen muchos peligros en torno al tema de recursos, y que el Estado, a iniciativa del gobierno, debe proveer una solución viable y de fondo para que nuestras preocupaciones se centren en lograr la mayor efectividad académica en lugar de la discusión recurrente sobre los temas de presupuesto.
El presupuesto 2001 levanta varios problemas que deben atenderse con seriedad, y que no constituyen materias nuevas para la institución, a pesar de estar este año mostrándose con particular fuerza. Por una parte, el tema de la deuda que es de gran implicancia para la Universidad, y que demanda un notable esfuerzo para cancelar los intereses; en este sentido, es posible figurar que la Universidad de Chile tiene una Facultad de tamaño mediano adicional representada por los intereses de la deuda, y que no deseamos que ella continúe creciendo en desmedro de los restantes items de gasto universitario. A pesar de que el Consejo Universitario ha decidido no contraer nuevas deudas para llenar los déficit de operación, y al primar también la decisión de pagar deuda para disminuir el compromiso y mostrar la disposición a enfrentar el problema en forma concreta, el volumen de deuda ha disminuido solo en forma muy marginal. Esto hace necesario que debamos continuar con los esfuerzos en orden a que la autoridad pública nos ayude con este problema sobre la base de un paquete de reestructuración de deuda. Esta situación ha derivado en un segundo problema, que es la debilidad de nuestros programas de inversión, que están siendo cada vez más dependientes de fondos concursables, así afectando a la ejecución de tareas nacionales de las cuales la Universidad es responsable, aún en forma contradictoria con su financiamiento esencialmente privado. Un tercer problema es la existencia de una brecha operacional que no ha podido ser llenada con mas recursos del Estado, y no podrá serlo por la vía de un aumento de los ingresos propios o arancelarios, a menos que se introduzca una desfiguración respecto de nuestra misión en la sociedad chilena. En definitiva, y a menos que exista un cambio en las reglas que se nos aplican en materia de financiamiento, se hace urgente que en las distintas unidades se prepare un plan de acción contingente basado en las orientaciones estratégicas que el Consejo debatió largamente, y en la necesidad de introducir una mayor compatibilidad financiera con la nueva realidad.
A este respecto estamos solicitando al Ministerio de Educación se estudie la posibilidad de adelantar recursos financieros a la Universidad con el objeto de otorgar condiciones más adecuadas para el retiro de quienes estén en situación de jubilación, como asimismo estamos insistiendo en la necesidad de considerar el traspaso de nuestros funcionarios al INP para reparar la pérdida previsional creada hace algunos años. En forma experimental, pondremos en funcionamiento durante el año 2001, en los Servicios Centrales de la Universidad, un programa de retiro pactado que considerará como valor objetivo la pensión que se obtendría a través del INP, aportando la Universidad a través de Bienestar la diferencia respecto de la pensión efectiva asignada por la respectiva AFP. Este programa debiera conducir a ahorros sustantivos, pero los detalles de su operatoria deberán evaluarse en torno a los resultados prácticos.
V. Otras acciones durante el año 2000
En el plano de la Capacitación de funcionarios de nuestra Universidad ha habido progresos fundamentales. Se han organizado un gran número de cursos y actividades dirigidas a funcionarios no académicos tanto como a académicos de la Corporación, utilizando los recursos que nos brinda la franquicia tributaria SENCE a la que por primera vez hemos tenido acceso durante este año. En este campo se planea seguir adelante con un mayor número de actividades, y con un sistema perfeccionado en cuanto a la detección de necesidades y establecimiento de prioridades de capacitación. También en el campo de recursos humanos, informo que se ha regularizado el funcionamiento del Bienestar de la Universidad, por medio de la elección de su Consejo, proceso que ha sido encabezado por su Presidente, profesor Erwin Haramoto, a quien agradezco sus ingentes esfuerzos en la dirección de este Servicio y en el establecimiento de un programa que permita restaurarle plenamente la relevancia de sus funciones.
La Editorial Universitaria pasó durante el año 2000 por uno de los períodos más difíciles de su historia. Como dí cuenta en mis informes anteriores, la Editorial fue dejada en un crítico trance financiero que llevó a sus acreedores a pedir la quiebra. El evento se debió a una serie de irregularidades en aspectos contables y financiero, incluyendo la implementación de un deficiente proyecto de inversión. A la investigación llevada a cabo por dos empresas privadas, se sumó la de la Contraloría General de la República y la de los peritos judiciales nombrados en función de las causas. Todos han confirmado la naturaleza de las denuncias interpuestas, mientras ahora continúan las acciones criminales y civiles contra los responsables. La renegociación con los acreedores fue un proceso en extremo difícil, pero ha permitido reprogramar los pagos y acceder a una rebaja en las deudas, como también en algunas de las cargas bancarias correspondientes. En definitiva, y sin recurrir a recursos del presupuesto universitario, se ha podido salir de la situación de quiebra, normalizar el funcionamiento de la empresa, que ahora cuenta con un nuevo gerente, reformar el Directorio y emprender un camino difícil y frágil de recuperación de la empresa. Por su parte, Impresos Universitarios, la entidad que acumuló el mayor volumen de deuda en respaldo a un proyecto sin fundamento, se encuentra en estado de quiebra. El trabajo futuro de la Editorial será complejo y en extremo difícil, y solicito a los organismos universitarios que encarguen a ella los trabajos de edición para que los recursos, que de otra forma acuden a empresas distintas, contribuyan a afirmar el tránsito de la nuestra hacia su definitiva normalización, ahora no asegurada en definitiva.
En materia interna, la Comisión Normativa Transitoria finalizó el trabajo de preparación de un Proyecto de Estatuto que fuera entregado al Rector durante el mes de noviembre pasado, y cuyos detalles han comenzado a ser analizados por el Consejo Universitario. Sé que hay quienes ven en esto una materia de confrontación. No hay que olvidar que fue la propia comunidad universitaria, expresada a través de dos sucesivos referéndums, la que planteó los parámetros fundamentales en que debería basarse la organización universitaria. La Comisión Normativa Transitoria, por otra parte, se conforma por representantes de los diversos estamentos, con el mandato de producir el Proyecto de Estatuto, una revisión de la Normativa Interna, y de analizar el Proyecto de Desarrollo Estratégico de la Corporación. Por su parte, es el Consejo Universitario la autoridad que debe en lo legal y formal tomar las decisiones finales, siendo sus integrantes miembros elegidos también por el estamento académico de la institución. No presumo porqué debieran haber posiciones irreconciliables en cuanto al análisis del Proyecto de Estatuto, que fue además aprobado unánimemente en la respectiva Comisión, aunque deba considerarse perfectible en sus aspectos de detalle. Seguiré poniendo todo mi esfuerzo para que la Universidad tenga un Proyecto consensuado durante este primer trimestre, superando los desencuentros que parecen generarse en diferentes instancias. No permitiré que esto se transforme en un tema de disputa política interna, ya que deberá siempre primar el pronunciamiento que en su oportunidad ejerció la comunidad universitaria, instancia superior y definitiva para superar cualquier situación.
Quiero informar a la comunidad universitaria que durante el mes de Enero se tomó la decisión de reestructurar a tres distintos organismos universitarios. En primer lugar, el Centro Nacional del Medio Ambiente (CENMA) debido a una crítica situación financiera producto que el organismo de gobierno pertinente decidió reducir arbitrariamente el aporte originalmente comprometido. Esto condujo a la necesidad de rediseñar su estructura y métodos de funcionamiento, llevando a cabo un cambio en la Dirección y en la Comisión de académicos que le asesora. En segundo lugar, en el Instituto de Estudios Internacionales, con el objeto de definir sus lineamientos de desarrollo futuro y una estructura de funcionamiento académico compatible con una mayor y mejor interacción con el resto de la Universidad. En tercer lugar, en el Instituto de Ciencia Política, para definir su proyecto estratégico, su vinculación con el Centro de Análisis y Políticas Públicas, y para reordenar la dotación académica existente en función de los proyectos prioritarios. En estos dos últimos casos las razones de la reestructuración se fundaron en la existencia de calificados problemas internos.
VI. Comentarios Finales
Continuaré en el compromiso de ejercer la responsabilidad directiva con apego a la necesidad del reordenamiento interno institucional y financiero, y de recuperación del liderazgo nacional de la Universidad de Chile.
El modelo universitario que prevalece en el país, como se ha planteado en innumerables oportunidades, es contrario a las necesidades y misiones de la Universidad. El medio educacional está envuelto en políticas inapropiadas, que han provocado injustamente profundos sentimientos contrarios a la institución. Demostraremos que el mayor apoyo a la Universidad de Chile ha de beneficiar también a las otras universidades con las que hemos desarrollado y estamos ejecutando investigaciones y apoyos a la docencia. Con varias de éstas tenemos proyectos de investigación conjunta, con otras planeamos desarrollar carreras y programas docentes. Con todas nos gustaría tener alianzas estratégicas de mutua conveniencia.
Nuestro propósito es aunar esfuerzos para enfrentar contingencias en forma proactiva, y dar al país una señal sobre nuestra preocupación y situación, sin con ello deteriorar innecesariamente una imagen que, por otra parte, nos resulta vital para el éxito de la institución como atractivo para los jóvenes chilenos y para quienes desean apoyarnos.
En lo externo, mantendré este año una línea firme de defensa de nuestra Universidad y de una Buena Educación para el País, posición que debe derivar en pro de la Educación Pública. No claudicaré en esto ante nadie y por ningún motivo, ya que mi mandato emana firmemente de la comunidad académica y no se prepara a doblegarse ante las amenazas que despiertan a veces nuestra realidad política o institucional. Manifesté que estaba dispuesto a renunciar si los recursos de nuestra institución eran arrebatados por una maniobra política. Ratifico esa decisión con total claridad si el Estado de Chile no ratifica plenamente los recursos con que actualmente cuenta la Universidad de Chile, y si no se disponen los cambios en la política de Educación Superior que al menos consideren nuestros planteamientos en el debate respectivo. No es esta una actitud basada en arrogancia o en desconocimiento de la realidad político-institucional, puesto que tengo el deber de responder a lo que me encomendó la comunidad universitaria con mi elección como Rector de la Universidad de Chile, en cuanto a defender nuestro futuro, a construir un liderazgo nacional sólido, y a trabajar con dedicación total en la tarea de conducir los destinos institucionales. Llamo a la Universidad toda a mantener un activo estado de alerta respecto de las amenazas que pesan sobre nuestra realidad.