Cuidado patrimonial

Los consejos de una conservadora para preservar fotografías y libros en casa durante el verano

Los consejos de una conservadora para preservar fotografías y libros
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Desde el Área de Conservación Patrimonial del Archivo Central Andrés Bello de la Universidad de Chile se entregan una serie de recomendaciones sencillas y accesibles para quienes deseen preservar de mejor manera sus colecciones personales.
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Loreto Millar, explica que “para los materiales que se encuentran en casa, el cuidado o la atención que se les brinda es muy distinto al que existe en un museo, un archivo o una biblioteca. Sin embargo, lo cierto es que el deterioro será el mismo en cualquiera de estos espacios.
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Es por esto que la conservadora comenta que lo ideal es utilizar sobres de papel o cajas libre de ácido que se utilizan en conservación. Como alternativa, algunas librerías especializadas venden estos materiales a precios más accesibles, que pueden utilizarse para envolver o separar documentos y fotografías.
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Desde el Archivo Central Andrés Bello de la Universidad de Chile, enfatizan que no se trata de alarmar ni de imponer estándares propios de espacios museográficos o archivos, sino de promover un vínculo más consciente con los objetos que las personas valoran.
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Es necesario destacar, que conservar no significa inmortalizar, sino retrasar el deterioro de estos materiales orgánicos. Y en ese proceso, la prevención cotidiana es la mejor aliada para que tanto los recuerdos, colecciones y legados familiares puedan perdurar por más tiempo.

Con la llegada de diciembre y el constante aumento de las temperaturas, los hogares se enfrentan a diversas condiciones ambientales que no siempre son favorables para la preservación de libros, documentos y fotografías. Variables como el calor excesivo, la humedad, la luz solar directa y el polvo pueden acelerar el deterioro de estos materiales, muchos de los cuales son preciados tesoros personales y que forman parte del patrimonio familiar.

Bajo ese contexto, desde el Área de Conservación Patrimonial del Archivo Central Andrés Bello de la Universidad de Chile se entregan una serie de recomendaciones sencillas y accesibles para quienes deseen preservar de mejor manera sus colecciones personales, sin necesidad de contar con equipamiento especializado, ni transformar sus casas en depósitos especiales.

Loreto Millar, coordinadora del Área de Conservación Patrimonial del Archivo Central Andrés Bello, explica que “para los materiales que se encuentran en casa, el cuidado o la atención que se les brinda es muy distinto al que existe en un museo, un archivo o una biblioteca. Sin embargo, lo cierto es que el deterioro será el mismo en cualquiera de estos espacios. Y son precisamente esas degradaciones comunes a las que las personas también deben prestar atención, sobre todo si quieren que aquello que resguardan se mantenga en el tiempo”.

Los efectos de las altas temperaturas en el papel y la fotografía

Los libros, documentos y fotografías que se encuentran en nuestro hogar están compuestos mayoritariamente por materiales orgánicos, como el papel, el cuero presente en algunas encuadernaciones o las emulsiones fotográficas. Estos materiales son higroscópicos, lo que significa que absorben humedad y reaccionan de forma constante a las condiciones ambientales que los rodean

“Si uno lo observa con una lupa muy magnificada, puede darse cuenta de que estos materiales presentan porosidades y pequeños orificios. En el fondo, es como si el material, de alguna forma, “respirara” de manera autónoma, va absorbiendo humedad y también va atrapando el polvo”, explicó la conservadora.

Estos materiales en el contexto de altas temperaturas pueden experimentar contracciones y dilataciones casi imperceptibles en el papel y otros soportes. A diferencia de los daños provocados por un accidente puntual, el deterioro por calor y humedad no suele ser inmediato.

Sin embargo, con el paso del tiempo, estos imperceptibles deterioros se acumulan y van originando daños visibles: hojas que comienzan a amarillarse, encuadernaciones que se deforman, papeles que se vuelven quebradizos o fotografías cuya superficie comienza a pegarse. Estos son procesos lentos, progresivos y acumulativos, por lo que la prevención es la principal herramienta para retrasarlos o evitarlos.

Sencillos consejos para cuidar libros y documentos

  • Evita exponer los materiales a la luz solar directa

Uno de los primeros cuidados que entrega la conservadora del núcleo patrimonial de la U. de Chile, es evitar ubicar los libros, fotografías y documentos cerca de ventanas o lugares donde reciban exposición a la luz solar directa. El contacto prolongado con el sol provoca reacciones químicas en el papel que aceleran el amarillamiento, la pérdida de color y el debilitamiento de las fibras.

  • Intentar mantener los espacios libres de polvo y elegir un buen lugar de almacenamiento

En el caso de los libros, el polvo se puede depositar en las fibras del papel y retiene humedad. Por lo que la conservadora del Archivo Central Andrés Bello, aconseja limpiar periódicamente estanterías, repisas con paños secos y suaves para ayudar a reducir este riesgo.

Asimismo, recomienda guardar los libros en espacios que no sean excesivamente calurosos ni demasiado húmedos, y en lo posible, ventilando cada cierto tiempo. El propio “sensor corporal” permite identificar cuándo un lugar resulta incómodo por las altas temperaturas, y esa misma percepción sirve como guía para cuidar los materiales en casa al no contar con herramientas específicas para la medición y el control del ambiente.

En archivos y bibliotecas patrimoniales se utilizan muebles metálicos especiales para evitar la oxidación, pero en los hogares no es necesario reemplazar las estanterías de madera. Para la conservadora del núcleo patrimonial, lo importante es que -de ser posible- los muebles estén en buen estado, limpios y ubicados en lugares secos.

  • Revisar murallas y zonas cercanas

Otra de las recomendaciones es - en lo posible- evitar ubicar libros junto a murallas con manchas de humedad, cañerías o filtraciones, ya que una exposición prolongada en el tiempo puede derivar en accidentes por rotura de cañería, daños en libros, documentos y fotografías por acción del agua y la aparición de hongos, uno de los daños más complejos y peligrosos tanto para los materiales como para la salud de las personas.

Recomendaciones específicas para fotografías

Con respecto a la conservación de fotografías, Millar señala que estas requieren cuidados especiales ya que su capa de emulsión es particularmente sensible al calor y la humedad. Sin embargo, realizando sencillos cambios o acciones en el hogar puede hacer que se preserven por más tiempo. 

  • No guardarlas en bolsas plásticas o en contenedores sin ventilación

Uno de los desaciertos más comunes al momento de conservar fotografías es almacenarlas en bolsas plásticas. Este tipo de embalaje es propicio para generar microclimas en su interior por la falta de ventilación que, combinados con altas temperaturas, favorecen que las imágenes se peguen entre sí o que la emulsión se ablande y se desprenda del papel.

Es por esto que la conservadora comenta que lo ideal es utilizar sobres de papel o cajas libre de ácido que se utilizan en conservación. Como alternativa, algunas librerías especializadas venden estos materiales a precios más accesibles, que pueden utilizarse para envolver o separar documentos y fotografías. En caso de no poder contar con ellas, una caja de cartón o plástico puede ser una solución provisoria siempre que tengan pequeñas perforaciones que permitan la circulación del aire.

  • Estar atentos a señales tempranas de deterioro

Si las fotografías comienzan a sentirse pegajosas o adheridas entre sí, se recomienda trasladarlas a un espacio más fresco, oscuro y ventilado. Además si empiezan a perder el color, puede ser debido a que se encuentran expuestas a la luz directa, de ser posible moverlas a un lugar con más sombra.

La importancia de la observación y la prevención temprana

Desde el Archivo Central Andrés Bello de la Universidad de Chile, enfatizan que no se trata de alarmar ni de imponer estándares propios de espacios museográficos o archivos, sino de promover un vínculo más consciente con los objetos que las personas valoran y puedan conocer pequeñas acciones que propicien su cuidado. Revisar periódicamente libros, documentos y fotografías, limpiarlos, observar su estado y prestar atención a las condiciones del entorno son acciones simples que pueden extender significativamente su vida útil.

Es necesario destacar, que conservar no significa inmortalizar, sino retrasar el deterioro de estos materiales orgánicos. Y en ese proceso, la prevención cotidiana es la mejor aliada para que tanto los recuerdos, colecciones y legados familiares puedan perdurar por más tiempo.