Cómo sería hablar de los sonidos que están desapareciendo de nuestro contexto fue la pregunta que originó “Espectra”, proyecto del Núcleo Emovere que inició una residencia en el Centro de Creación Artística y Residencia NAVE tras ser seleccionado en el marco de la convocatoria Artes Vivas 2024. Francisca Morand (bailarina), Mónica Bate (artista visual) y Javier Jaimovich (artista sonoro), académicas y académico de la Facultad de Artes e integrantes del Núcleo Emovere, junto a la también académica Eleonora Coloma (compositora), estarán hasta el 19 de julio en esa residencia, trabajando en este proyecto que invita a reflexionar en torno a las voces y sonidos que están vulnerables o en peligro de desaparecer.
“Teníamos interés de trabajar en voces no humanas y, por contacto con Eleonora, surge la posibilidad de escuchar cantos de ranas y sapos, que son especies muy vulnerables a todos los cambios del ambiente”, cuenta Francisca Morand, destacando que en estos cantos “hay una riqueza tímbrica y rítmica que nos habla, a su vez, de una riqueza sutil, frágil y difícil de apreciar”.
El proyecto comenzó a desarrollarse a mediados de 2023 y, en lo práctico, inició con la experimentación vocal-dancística. “Poco a poco, se ha ido conectando con el trabajo visual y sonoro de Mónica y Javier, quienes han propuesto dispositivos tecnológicos y formas de composición sonora en tiempo real”, explica la académica, dando cuenta del trabajo interdisciplinar que caracteriza la propuesta del Núcleo Emovere que, en este proyecto en particular, cuenta con la colaboración de Eleonora Coloma en la composición musical.
Según explica la prof. Morand, serán los dispositivos sonoros que diseñarán Mónica Bate y Javier Jaimovich los que buscarán hacer que las voces que participan del proyecto -las humanas y las no humanas- “configuren un paisaje sonoro que hable del proceso de desaparición a través de la transformación y transducción de los sonidos. Queremos hacer presente estas voces, que son parte de nuestro ecosistema y que están difuminándose por los cambios profundos que se están produciendo en el ambiente. Entonces, es como hacer eco y resonancia a través de estos procesos corporales, vocales humanos y tecnológicos, y hacer que esto siga transformándose y siendo parte, quizás, de otro paisaje”, dice la académica.
Núcleo Emovere
“Espectra” es el tercer proyecto del Núcleo Emovere, el que surgió el año 2014 en la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, bajo la dirección de Francisca Morand, académica del Departamento de Danza, y de Javier Jaimovich, académico del Departamento de Sonido, con el objetivo de investigar y desarrollar creación artística con una mirada de nuevas tecnologías y de interactividad. La primera obra del núcleo se estrenó bajo el nombre "Emovere" a fines de 2015, y en 2018, cuando ya se había integrado al Núcleo la académica del Departamento de Artes Visuales, Mónica Bate, estrenaron "Intersecciones Frágiles".
“Una de las vinculaciones más concretas entre los proyectos es la material, y esa relación tiene que ver con la utilización de la voz o el desarrollo de materialidades vocales”, explica Francisca Morand. Y agrega: “En las obras "Emovere" e "Intersecciones Frágiles", la voz se usó como material sonoro, en la primera previamente grabada y luego procesada por el diseño sonoro y modulada por sensores en tiempo real, mientras que en la segunda trabajamos fundamentalmente con la voz que estaba sucediendo en tiempo real, incluyendo las voces que se registraban del público”.
En "Espectra" continúa el trabajo con las voces, tanto humanas como no humanas, las que también serán “procesadas y espacializadas a través de dispositivos tecnológicos”, cuenta la académica, adelantando que además buscarán involucrar al público, tal como lo hicieron en "Intersecciones frágiles". “Pensamos que podremos lograr algunas estructuras donde también la audiencia pueda accionar la espacialización sonora, algo que en "Intersecciones Frágiles" se realizó a través de un dispositivo que captaba las voces del público, y esas voces eran también parte del material sonoro que luego se desarrollaba y se variaba a través de los dispositivos de los sensores que yo usaba”, añade.
Profesora, considerando el tiempo que llevan trabajando juntos, ¿tienen ya una metodología de trabajo o cada experiencia es particular?
Quizás lo que más se caracteriza de nuestra metodología es poder trabajar ideas en común, pero con momentos en que estamos disciplinarmente desarrollando materiales que luego empezamos a pensar cómo cruzar. A su vez, cada uno piensa sus materiales como formas que tienen una posibilidad de diálogo con el resto. Cada uno comprende cómo funciona la danza, cómo funciona el trabajo vocal, cómo funcionan los dispositivos sonoros que se desarrollan y también las posibilidades. Por ejemplo, Mónica está pensando en dispositivos y artefactos que tengan la posibilidad de reaccionar y dialogar con el cuerpo, con la voz y con el sonido, por lo tanto, hay que planificar antes para luego desarrollar de manera independiente. Luego hay etapas de entrecruce, lo que hace que se transformen los materiales que cada uno ha desarrollado desde su especialidad, al entrar en diálogo. Ésa es la etapa más intensa e interesante, ya que el contagio, la adaptación y la recomposición tiene que ser muy dialogado y es donde comienza a emerger el sentido del trabajo.
La residencia del Núcleo Emovere en NAVE finalizará este viernes 19 de julio, a las 17:00 horas, con una apertura del proceso que se realizará en dicho centro (Libertad 430, Santiago). El estreno de la obra, en tanto, está proyectado para el segundo trimestre de 2025 en el Centro Cultural Ceina. “Además, tendremos una muestra de proceso en octubre de este año en ese mismo centro cultural, como parte del Foro de las Artes de la Universidad de Chile, lo que nos permitirá experimentar con las ideas de participación que tenemos dentro del proyecto”, concluye Francisca Morand.