4.6 La crisis universitaria

Durante 1997 se ha vivido una etapa profundamente importante para la Universidad de Chile, que ha dado inicio a un proceso interno que debe ser saludable y constructivo para poder poner a la comunidad universitaria tras objetivos compartidos y explícitos. A esto se ha llegado después de un conflicto prolongado e indeseable, pero que ha sido inevitable por la sucesión -de situaciones planteadas y que habían mantenido a la comunidad universitaria en un alto grado de contenida insatisfacción. Se ha generado un crisis a partir de la agregación de problemas de muy distinta naturaleza: escaso financiamiento, inadecuados sistemas de asistencia estudiantil, ausencia de política estatal, problemas de gestión, deficiente infraestructura, progresivo debilitamiento académico, necesidades de auto-financiamiento contrapuestas con la misión universitaria, poco espacio crítico y, por sobre todo, carencia de un proyecto conductor así percibido por la comunidad universitaria. La salida está en el diálogo y la mayor participación -no necesariamente en el cogobierno estudiantil o el rompimiento de la legalidad universitaria; hay aquí una responsabilidad de la autoridad en la necesidad de permitir un debate amplio basado en las ideas. En este tema no está ausente la visión de los académicos en el sentido de ver dos universidades dentro de la actual conducción: la de la autoridad y el centralismo, y la de los académicos en sus unidades. Esa dicotomía no se resuelve por la vía de "optimizar", sino por la de crear consensos y una conducción participativa. Por el lado estudiantil, las anticipaciones a la crisis han radicado en la disconformidad con la elevación de los aranceles sin que existan claras contrapartidas en los servicios de la docencia, haciendo a la Universidad más "autofinanciada" y profesionalizante.

El debate de ideas es propio del ser universitario. No debe considerarse que el debate al interior de la Universidad de Chile deba ser paralizante; el esfuerzo está en fundamentarlo en propuestas e ideas que giren en perspectivas amplias sobre el trabajo universitario, sacándolo, además de la esfera política y de los problemas más puntuales. La participación estudiantil es necesaria en tal debate, para constituirlo con la visión de quienes son objeto final del trabajo docente; pero eso es distinto a co-gobierno en la materia académica ya que ello pone en riesgo al trabajo de investigación y la perspectiva de muy largo plazo. Indudablemente, en estos puntos de vista, como en cualquiera otro sometido al debate interno, debe prevalecer la tolerancia, especialmente de' parte de la autoridad, para no excluir a nadie, nunca, de ningún debate. La discusión universitaria y la salida a los problemas de la Universidad de Chile requiere mirar sustantivamente hacia el futuro, no teniendo en vista, como un ideal programático, al pasado, de gloria de nuestra institución, discurso que usualmente refleja las voces populistas o las basadas en la simple añoranza, pero que inducen a, confusión sin propuestas definidas. El debate interno debe tener éxito, asegurándolo por la vía de un respaldo a la discusión interna y la adopción de lineamientos que permitan la gobernabilidad futura de la Universidad".

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