La Universidad exige ser un espacio de diálogo y reflexión
La Universidad de Chile es parte de la historia de Chile. Ambas historias se entrecruzan en forma permanente, porque los recintos universitarios han gozado y llorado los momentos más importantes de nuestra historia y han forjado mayores espacios de libertad y grandeza material y espiritual.
La Universidad es un espacio público abierto al pensamiento libre, al derecho a disentir y ser escuchado, el lugar donde se desarrolla el pensamiento creativo libre de cualquier condicionamiento. Para ello siempre hemos reclamado nuestro carácter estatal y nuestra autonomía universitaria, que constituye la garantía para que ese espacio pueda existir.
En virtud de lo anterior, convoco una vez más a toda la comunidad universitaria a recuperar a través del diálogo el pleno respeto al principio de que dentro de los recintos universitarios no hay cabida a la violencia. Y quiero ser claro que me refiero a ningún tipo de acto violento. Esto significa que nos comprometemos todos en forma activa y pacífica a defender este principio, ya que actos violentos quiebran esta posición y provocan reacciones de la misma clase donde la comunidad universitaria pasa a ser solo observadora.
Los actos de violencia ocurridos en recintos universitarios son inaceptables y causan gran daño para el futuro de la Universidad y el cumplimiento de sus compromisos republicanos y democráticos. Son actos que han generado gran molestia entre los miembros de la comunidad debido a que la convivencia se ha visto seriamente alterada, afectando elementos esenciales de nuestro ethos.
La violencia erosiona y destruye nuestro espacio, perfora las paredes que los contienen y permite que se altere su naturaleza. Se nos hace muy difícil, y a veces claramente imposible, defender las libertades que requerimos y exigimos cuando actos violentos ocurren dentro de nuestros recintos universitarios, y nos vemos enfrentados al dilema de aceptarlos o reprimirlos. Las tomas violentan nuestra convivencia interna y debilitan la fuerza de nuestra voz cuando defendemos con firmeza y convicción nuestro derecho a la crítica, a la movilización pacífica y a la autonomía universitaria, frente a la violencia de actos de represión que no aceptamos contra nuestros estudiantes, académicos y funcionarios.
Invito a la comunidad a reflexionar sobre estos asuntos y adherir a este principio de no-violencia en los claustros universitarios que es esencial en la Universidad de Chile y nos permite la unión, el diálogo y la construcción de nuestra Universidad, que es de todos los chilenos y las chilenas.
El Rector