Distinción a Delfina Guzmán con la Medalla Pedro de la Barra de la Universidad de Chile

Es un honor representar a la Universidad de Chile en este homenaje a la gran artista y mujer que es Delfina Guzmán, al hacer entrega de la Distinción Medalla al Mérito Cultural Profesor Pedro de la Barra.

Los homenajes que las instituciones rinden a sus personas notables son también gestos de legítima apropiación, para que su legado ilumine y oriente la misión institucional.

Con su temple, oficio y humor entrañable, Delfina Guzmán es ella misma una obra de teatro de más de 90 años; una de esas piezas mayores que todos deseamos ver una y otra vez. Es también alguien en quien quisiéramos reconocernos, aunque solo fuese en un pequeño rasgo. Para algunos será su rebeldía, para otros su talento, su valentía, su lealtad o su persistencia.

Su notable versatilidad la llevó, primero, a estudiar danza con Ernest Uthoff y Lola Botka, compartiendo escenario con la gran Malucha Solari, para luego construir un camino entre telones, comedias, tragedias, dramas y farsas que se han vuelto parte de lo que somos como país. Todo lo que ha creado en escena es ya indisociable de la historia del teatro chileno.

Fue también una notable imagen femenina en tiempos masculinos. Salió de la casona de la calle Huérfanos para atreverse con una vida que entonces desafiaba lo esperado.

La Universidad de Chile, donde estudió junto a los fundadores del Teatro Experimental –como Pedro de la Barra, Pedro Orthous, Bélgica Castro y María Cánepa–, siente un profundo orgullo de tenerla entre sus egresadas. Fueron años de grandes montajes y Delfina participó activamente en esa construcción que daría vida a nuestras tablas hasta el día de hoy.

Aportó siempre inmensamente a las instituciones en las cuales participó, como fue el caso del Teatro de la Universidad de Concepción (TUC), junto a Gustavo Meza, Luis Alarcón y Roberto Navarrete, y luego el ICTUS, junto a Nissim Sharim y otros. En cada paso dio muestras de que el arte abre el alma y aporta a una sociedad más humana y reflexiva. Emoción e ideas, razón y pasión, siempre.

Su teatro fue refugio y también medicina del alma. En tiempos difíciles nunca dejó que las luces se apagaran. El ICTUS fue su batalla, su escudo, y la metáfora se convirtió en resistencia. Así, obras como "Lindo país con vista al mar”, “Primavera con una esquina rota”, “Cuántos años tiene un día", "Pedro, Juan y Diego” –donde la memoria emotiva y el subtexto eran verdades ocultas– nos devolvieron dignidad.

Nunca olvidará Chile aquella función de “Primavera con una esquina rota” un 30 de marzo de 1985, en la cual el gran Roberto Parada se enteró del asesinato de su hijo José Manuel, y sus compañeros fueron fieles a su decisión de seguir actuando para rendirle homenaje.

Y fue así que continuaron actuando, no solo en las tablas, sino en la vida, contando historias que resguardaban la humanidad.

Desde el teatro, el cine y la televisión –cuando por ser pública era reconocida como fundamental– nos enseñó con inteligencia y creatividad que la verdad se puede y se debe llevar de frente siempre.

Porque sembró un oficio y lo compartió con otros, porque dio su vida en los escenarios, hoy cosecha los aplausos de un país que la celebra de pie. La Universidad de Chile y su comunidad se unen a ese país y la distinguen como una de sus egresadas más ilustres.

A través de este reconocimiento reafirmamos también nuestro compromiso con una educación para los Derechos Humanos y la democracia, de modo que su legado se encarne en las y los jóvenes y se multiplique.

Querida Delfina, mereces todos los premios y todas las luces por ser la actriz de la fe y del sentido de la verdad.

¡Muchas gracias!

Rosa Devés Alessandri
Rectora de la Universidad de Chile

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