Palabras Inauguración Escuela de Temporada 2025
“Una universidad que no esté atenta a los clamores de las nuevas necesidades, que no responda a los anhelos de superación de la colectividad que la sustenta es apenas un infolio más en los anaqueles gloriosos y polvorientos del pasado. Sin tal obra de aproximación, sin tal entendimiento, las democracias vacilan, bambolean y en su ignorancia y simplicidad concluyen por esperar su salvación y progreso, no de las voluntades y energías mancomunadas de todos, sino del milagro, del hombre milagroso que por fiat lux ordene: hágase la ciencia, hágase la prosperidad, hágase la dicha …”.
Así hablaba doña Amanda Labarca, la primera académica de la Universidad de Chile, el 12 de enero de 1956, cuando se alejaba de la Dirección del Departamento de Extensión y de las Escuelas de Temporada después de 20 años de servicio. Así hablaba siempre, de frente, apasionada y claramente reflejando que no estaba en su intención halagar o agradar, sino compartir la responsabilidad de una tarea que supera a cualquier ser humano por talentoso o educado que sea.
Y aquí estamos hoy, 90 años después de que ella iniciara el camino todavía escuchando a la maestra con atención para continuar su obra de educar en diálogo con la sociedad, “en cuyo seno vive y del cual arranca sus mejores alientos toda institución que aspire a cimentarse y perpetuarse”, en palabras del rector Juvenal Hernández. En honor a ese legado, concebimos esta Escuela de Temporada como nuestra posibilidad de conectarnos con la sociedad a través de la expresión pública y activa de nuestro quehacer.
Nuestro agradecimiento a todos y todas quienes participarán desde la Universidad compartiendo sus saberes y experiencias, y por cierto a quienes acudirán con interés y curiosidad a las distintas actividades.
Si bien antes hemos disfrutado de la hermosa experiencia de realizar la Escuela en Regiones en colaboración con diversas universidades estatales, el realizarla en esta oportunidad en Santiago, además de reproducir más fidedignamente aquella primera Escuela de 1936, en responde a una solicitud que recibimos muchas veces de la ciudadanía más próxima.
El espíritu “extensionista” de Amanda Labarca tuvo siempre un sentido profundamente formativo y democratizador. Se trataba de abrir la Universidad a la ciudadanía en toda su amplitud. Las múltiples actividades programadas en distintos lugares de nuestra ciudad dan cuenta de ese compromiso de la Universidad con Chile y de su necesidad de retribuirle a la sociedad la confianza y el aprecio que tiene por nuestro rol en el país.
“Escuela de Temporada: 90 años de extensión universitaria que transforma” es el lema para este año, entendiendo que la transformación es inherente a la educación. Educamos y nos educamos para cambiar nuestra realidad personal y colectiva. Nada es igual después de una experiencia educativa significativa. Esperamos que esa experiencia llegue a lo largo de esta semana a muchas personas con diversas historias de vida. Abrir la universidad significa bajar todas las barreras; bajar todas nuestras barreras para encontrarnos.
Este año, la propuesta de la Escuela de Temporada está construida sobre un diálogo entre pasado y futuro para permitir el encuentro entre la academia y la ciudadanía de forma transversal e intergeneracional. Las 60 actividades gratuitas programadas se desarrollarán en tres líneas temáticas: patrimonio, experiencias y conocimientos, y cambios hacia el futuro. En ellas, se condensa la preocupación por la memoria, la formación continua y la necesidad de mirar el mundo de manera proyectiva.
Así, la Escuela de Temporada nos permite reflexionar entre todos y todas sobre lo que hemos construido, pero también sobre lo que nos resta por construir.
En el mismo discurso de despedida, Amanda también dijo: “Si oteamos nuestras vidas desde lo alto de los siglos, qué diminutas aparecen y que breves y que sin trascendencia ¿Qué corazón va a latir más de prisa en cien, en cincuenta años más, por lo que hoy hemos gozado, sufrido y esperado?”.
Y le respondemos: los nuestros, señora Amanda, aunque lo haya pensado improbable, son nuestros corazones los que hoy 90 años después laten más de prisa por su legado.
Muchas gracias.
Rosa Devés Alessandri
Rectora de la Universidad de Chile