Carta del Prof. Luis A. Riveros a la Comunidad Universitaria

Estimados colegas académicos y académicas

He querido dedicar esta carta de agosto para explicar la posición que sostiene nuestra institución con respecto al actual debate sobre los instrumentos de selección para las universidades chilenas.

Durante el año 2000 trabajamos en una Comisión del Consejo de Rectores y del Ministerio de Educación, donde apoyamos la necesidad de establecer vínculos más explícitos entre el currículo de la Educación Media y los sistemas de Selección y Admisión universitarios, a la luz de la reforma educacional puesta en práctica a partir de 1999. Las recomendaciones de dicha Comisión se referían a la necesidad de innovar en los instrumentos vigentes, especialmente por medio de una revisión de la Prueba de Aptitud Académica (Verbal y Matemática), para acercarla a los contenidos entregados en la Educación Media. Asimismo, que se considerara una nueva organización de las pruebas específicas en el sentido de proponer una configuración de instrumentos para el sistema de admisión, consistente en un conjunto de cuatro pruebas: una Prueba de Aptitud Académica Verbal y una Prueba de Aptitud Académica Matemática; una Prueba de Ciencias y una Prueba General de Historia y Ciencias Sociales. Se postula que las dos P.A.A. amplíen y ajusten su definición actual, de modo de incluir objetivos de medición referidos al currículum de la educación media, en forma más marcada e inclusiva que en el presente. Este conjunto de pruebas deberían ser mayormente consideradas por las universidades en su selección. Posteriormente a estos acuerdos, surgió un proyecto FONDEF que prepara una propuesta sobre esta materia, la que deberá considerar oportunamente el Consejo de Rectores para cumplir con el propósito de iniciar las aplicaciones empíricas el año 2003.

La Universidad de Chile está interesada en el problema de política pública que subyace a la indicada desvinculación entre currículo actual de la Educación Media y el sistema de selección y admisión a las universidades. Esto ha de requerir revisiones en el diseño de los instrumentos (los cuales a través del tiempo han estado en permanente estudio), y en las ponderaciones que las propias universidades asignan al conocimiento específico adquirido en la educación media. Asimismo, la Corporación ha respaldado el proyecto SIES al constituir éste una investigación académica que debe producir una propuesta técnica a evaluarse en el ánimo de inducir un cambio acorde con los propósitos de fondo. En particular, la Universidad de Chile busca que cualquier instrumento produzca resultados al menos tan buenos como los asociados y reconocidos a la P.A.A., especialmente en cuanto a la adecuada selección de alumnos como en relación a la predictividad que se espera de una prueba en el rendimiento universitario posterior.

Dada la naturaleza del proyecto SIES, el actual debate público es absolutamente inadecuado e inconveniente. Por una parte, porque se trata de un proyecto sobre el cual existen innumerables preguntas técnicas, las cuales no se pueden enmarcar en un tenor político ni requerir una permanente exposición pública de los investigadores. Del mismo modo, porque el proyecto levanta una serie de propuestas y objetivos que deben ser considerados preliminares, debido a que las decisiones en lo especifico deben efectuarse fuera de la ejecución del proyecto mismo. Finalmente, porque el proyecto debe proceder en la forma más normal posible para poder resolver las preguntas empíricas cruciales a que debe ser sometido. Por lo anterior, un debate posicionado en torno a "apoyar al SIES" o "rechazar el SIES" no corresponde en absoluto a la enorme responsabilidad que enfrenta el cambio que se analiza ni a la seriedad de un proyecto de investigación, cuyos resultados son de propiedad de la Universidad de Chile.

La Universidad de Chile ha manifestado su desacuerdo con la aplicación el año 2003 de la prueba SIES en sustitución de la P.A.A. Sostiene que cualquier nueva prueba debe experimentar un proceso de sucesivos ensayos, que permitan aquilatar debidamente el nuevo instrumento, perfeccionarlo, si es del caso, y compararlo con aquél que se ha utilizado por más de tres décadas. En el intertanto, es posible y deseable que la formulación tanto de la P.A.A. como las Pruebas Específicas experimenten los cambios necesarios para incluir en forma más explícita el currículo de la Educación Media. La Comisión Asesora del Rector ha recomendado este curso de acción, y ha mencionado el problema ético que envolvería el sustituir la P.A.A. para practicar un nuevo sistema con todos los estudiantes postulantes al sistema de educación superior. Asimismo, se ha indicado la inconveniencia de comprometer una aplicación de una prueba que aún se desconoce en términos de su diseño, propiedades y eventuales implicancias empíricas. Esta Comisión Asesora evaluará oportunamente los resultados y recomendará el curso de acción más apropiado en cada una de las etapas de aplicación y estudio de las propuestas que se efectúen.

La Universidad de Chile hace un llamado a terminar con un debate que perjudica el buen desarrollo de una propuesta técnica que se estudia seriamente, y en la forma más alejada de las discusiones políticas o de las segundas intenciones que muchos han planteado. Llama a realizar un profundo debate académico que debe ocurrir con los primeros resultados empíricos del proyecto, y debe involucrar lo mejor de nuestro sistema universitario. Llama a no seguir induciendo confusiones entre los estudiantes de la enseñanza media, y a reafirmar el espíritu de cambio serio que anima al sistema universitario por medio de la marcha blanca del proyecto SIES en los próximos dos o tres años. Llama a mantener una visión que sin apresuramientos sea consistente y equilibrada con relación a los cambios que requiere nuestro sistema de admisión y selección, el cual se ha destacado históricamente por su calidad y alta efectividad.

Nadie discute que la selección de los mejores alumnos que ingresan a las universidades es un problema importante para ellas, como trascendente para los jóvenes y por lo tanto nada amerita decisiones precipitadas. Un cambio sólo se justificaría cuando se esté seguro que se dispone de nuevos instrumentos que cumplan, de mejor forma con los requisitos que las universidades esperan de ellos, y totalmente convencidos de su eficacia.

Llama, por último, a todos los académicos de la Universidad a formular sus puntos de vista en el debate y en cuanto a las cruciales decisiones políticas que envuelve esta materia.

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