Carta del Rector de la Universidad de Chile, Prof. Luis A. Riveros, a la comunidad universitaria acerca del término de la "toma" de Casa Central

La “toma” de la Casa Central de nuestra Universidad fue una clara provocación contra la institución y su comunidad, al mismo tiempo que una afrenta a lo que la Universidad de Chile representa en la sociedad chilena. Como he comentado en notas anteriores dirigidas a la comunidad universitaria, esta acción emprendida por un grupo minoritario de estudiantes ha sido totalmente injustificada con relación a aspectos internos o al incumplimiento de acuerdos o políticas ejecutadas desde el nivel central. Se trató de una acción motivada por situaciones políticas ajenas a la Universidad y a los problemas universitarios, y subsistió sólo como una manera de crear una división al interior de la propia comunidad universitaria, atentando contra la tolerancia y la libertad que debe existir para el adecuado desarrollo de sus actividades.

El daño que ha causado esta irracional “toma” va mucho más allá del aspecto repulsivo que se imprimió al frontis de un monumento histórico nacional, edificio símbolo de la inteligencia y de la República. Esta acción tuvo lugar en los días en que el Parlamento Nacional inicia las discusiones sobre nuestro proyecto de Estatuto, las cuales son ensombrecidas por la acción de los estudiantes quienes, por otra parte, y por decisión de la comunidad, han de participar en organismos universitarios. Asimismo, la “toma” puso en riesgo la participación del Presidente de la FECH en mesas nacionales de diálogo con el Ministerio, así perjudicando el posible avance en la agenda de política pública, acción que está al parecer en las ambiciones de los grupos políticos que respaldan esta violenta acción. Este acto involucró costos importantes a la institución, debido a las innumerables actividades que no pudieron llevarse a cabo y que así han dañado la imagen institucional y su excelencia académica, además de perjudicar a funcionarios que han visto coartada su libertad de trabajo. El daño más importante que ha generado, sin embargo, es la pérdida de confianzas al interior de la Universidad, y la creación de una virtual división nunca antes observada en el seno de nuestra comunidad.

Un grupo de representantes del Consejo y del Senado Universitarios han dialogado con los estudiantes, poniéndose de manifiesto la ausencia de conflicto en término de materias universitarias. El protocolo de acuerdo versa sobre dos ámbitos: (1) la instauración de un diálogo interno para promover un pronunciamiento sobre políticas públicas de financiamiento; y (2) la imposición de criterios de equidad en la aplicación de las normas sobre morosidad. Ambos temas, como adelanté en mi anterior carta a la comunidad académica, han sido parte de la agenda de trabajo de la Universidad con anterioridad al conflicto. El compromiso de la FECH, por otra parte, ha sido el de abandonar la Casa Central, mientras que las autoridades darán a conocer públicamente las condiciones del acuerdo alcanzado.

He recibido de parte de muchos académicos la opinión de que se esperó demasiado con relación a la situación de “toma”, en base a un principio que sin embargo es altamente respetable para la convivencia académica. A ellos represento una vez más mi profundo convencimiento contra el uso de la fuerza, aunque debo manifestar mi reconocimiento de que no se puede ofrecer plena tolerancia a la irracionalidad que envuelven conflictos que no son representados oportuna y adecuadamente a las autoridades. La Universidad de Chile no puede ser concebida como un instrumento para crear anarquía, sino que debe conservar fuerte su esencia como un centro vital de ideas para Chile. Llamo a la comunidad universitaria a poner todo su empeño para que el trabajo institucional redoble sus esfuerzos en materia de calidad, y continúe en el compromiso de servir a Chile lejos de manifestaciones anti universitarias y contrarias a nuestro espíritu fundacional. Ese será el mejor desagravio a don Andrés Bello.

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