Discurso en homenaje a María Teresa Ruiz

Trabajo, voluntad, generosidad y sentido de propósito es lo que veo cuando pienso en María Teresa Ruiz, cuando cierro los ojos para ver, como nos ha enseñado, y entonces la observo recorrer laboriosamente tantos espacios de la Universidad de Chile, de Chile, del mundo y de los cielos que nos son comunes.

Es como si todo alcanzara a caber en ella, pero solo por un rato porque luego lo devuelve transformado, mejorado, vivido; lo desparrama, lo lleva a las niñas y a los niños, a quienes no han tenido oportunidad de recorrer esos mundos terrestres o estelares, lo ofrece, lo regala.

Toma la ciencia y la vuelve poesía, toma la poesía y la vuelve educación, toma la educación y la vuelve un futuro compartido.

Mira a los cielos, y después a la tierra, y nuevamente a los cielos y a la tierra, y va construyendo este mundo de posibilidades, de sueños.

En ese caminar ha sido una figura clave para dar un lugar protagónico a Chile en la astronomía mundial construyendo aquello que hoy nos resulta natural como si siempre hubiese estado ahí.

María Teresa Ruiz es un regalo para Chile y ella misma se vuelve Chile a partir de su ciencia de estrellas luminosas y apagadas, grandes y enanas. En esta tierra que se identifica con los poetas, ella goza de esa cualidad, esa cualidad de ser Chile, de darle a este país su gloria. Toca que es mujer y toca que es científica, y es en ese sentido ella misma fruto de la improbabilidad, pero así también de improbable fue la grandeza de la Mistral y de Neruda, nacidos en pobreza, lejos de las luces de la capital.

Es justo, sin embargo, reconocer que la Universidad de Chile ofrece un terreno fértil para que esas improbabilidades vuelvan a Chile un actor relevante en el campo de conocimiento, y se desarrollen talentos individuales y colectivos en el marco de los valores institucionales. Todas y todos quienes la integramos sabemos cuánto le debemos a esta maravillosa institución en nuestros propios desarrollos.

Unas semanas atrás, el poeta Jaime Huenún escribía, en una conversación privada que con su permiso hago pública: “Lo que nos hace visibles es una historia compartida, un territorio o dolor común, el impacto de los afectos, la admiración por una u otra virtud, habilidad o condición humana. Los que nos hace visibles es el relato del ser en comunidad, compartir los avatares de la vida y la muerte, el recuerdo colectivo de haber estado en un rincón de la historia chica o de la historia grande.

El arte es la única posibilidad real que tiene el ser humano de salir de la invisibilidad, del flujo frío y calculador de los datos, de la imagen de manada en tropel y en plano general. El arte y la memoria devuelven la nitidez y el valor a vidas y momentos que, sin esos dos prodigios culturales invocados por la especie, serían sólo parte de la sombra de la nada del vacío incognoscible”.

A través de una historia compartida, convirtiendo la ciencia en arte, María Teresa ilumina las sombras, permite a muchas y muchos salir de la invisibilidad y devuelve nitidez y valor a sus vidas, como dice Huenún.

Muchas gracias.

Rosa Devés Alessandri
Rectora de la Universidad de Chile

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