Saludo Concierto Novena Sinfonía

Muy buenas noches a todas y todos. Es una alegría muy grande saludarles desde este maravilloso escenario acompañada de la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile y del Coro Sinfónico de la Universidad de Chile.

Estamos felices de recibirles en este lugar tan simbólico para la ciudad, junto a las instituciones públicas que nos han acompañado en la organización de este evento: el Gobierno Regional Metropolitano, la Municipalidad de Santiago, la Municipalidad de Providencia y la Delegación Presidencial de la Región Metropolitana. Muchas gracias a sus autoridades y equipos por el apoyo en esta tarea.

Desde el momento en que iniciamos la preparación de este concierto ciudadano, en conjunto con la Delegada Constanza Martínez, el Gobernador Claudio Orrego, y las alcaldesas Evelyn Matthei e Irací Hassler, hemos sentido la presencia del espíritu de la Novena Sinfonía de Beethoven, un canto a la fraternidad, a la alegría, a la esperanza. 

Igualmente hemos estado rodeados del espíritu del compromiso público de la Universidad de Chile que celebra sus 180 años de vida y que nos convoca -una vez más- a encontrarnos y a construir un destino común, precisamente, en tiempos en que el país escribe su nueva Constitución.

Nuestro quehacer siempre dialoga con lo social y este concierto es una expresión de la potencia creativa y del rigor del trabajo académico de nuestra Universidad. Por ello, hemos estado trabajando para que la diversidad y el pluralismo se expresen como fermento de una educación renovada y justa. También nos convoca la idea de una educación que no le teme a lo desconocido, que se atreve al riesgo, pero que al mismo tiempo acompaña y cuida.  

Es la educación que necesitamos en estos tiempos complejos, y desafiantes que tenemos por delante como humanidad. Adherimos a un contrato social basado en el derecho a la educación a lo largo de la vida, en los principios de no discriminación, en la justicia social, así como en el respeto a la vida, la dignidad humana y la diversidad cultural, que contemple una ética del cuidado, la reciprocidad y solidaridad.  

Expresamos el más profundo agradecimiento a las y los integrantes de la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile y del Coro Sinfónico de la Universidad de Chile, en la figura de sus directores maestros Rodolfo Saglimbeni y Juan Pablo Villarroel, respectivamente, a los solistas, y al director del Centro de Extensión Artística y Cultural, Diego Matte por el regalo que nos hacen.

La Orquesta y el Coro, junto al Ballet BANCH son parte del patrimonio cultural del país y darán vida al polo académico-cultural que estamos generando en esta zona de Santiago. A solo unos pasos, la Universidad de Chile está construyendo el proyecto VM20, una obra pública de gran magnitud que incluirá un magnífico teatro sinfónico, la casa que la Orquesta merece y espera desde hace 82 años. VM20 dará impulso a nuestro trabajo formativo y también nos conectará con la comunidad de manera activa a través del arte, la cultura y la educación.  

Ese espíritu de apertura y conexión con la ciudad fue el motor de los esfuerzos que se desplegaron para realizar este concierto. El acceso amplio y democrático al arte y la cultura es esencial para fortalecer la cohesión social, porque a través de las expresiones artísticas y el encuentro en espacios públicos nos reconocemos como comunidad. Asumir que los espacios son comunes, que nos pertenecen a todos y todas, y que tenemos la responsabilidad de cuidarlos, mejorará nuestra convivencia, alentando actitudes cívicas, democráticas y respetuosas.  

Sabemos que la fraternidad, que celebra la Novena Sinfonía, es necesaria para el desarrollo de un país más justo e igualitario para todos y todas, ese país al que la Universidad de Chile en sus 180 años de historia no dejado de servir.

Gracias por haber acudido a celebrar junto a nosotras y nosotros.

Esta Orquesta es su Orquesta, porque es Nacional de Chile, este  Coro es su Coro, porque es de la Universidad de Chile, y esta es su Universidad. No tiene otro dueño que todos los chilenos y chilenas, y no tiene una misión más importante que aquella que tan hermosamente describiera nuestro primer rector Andrés Bello:  ser “el lugar donde todas las verdades se tocan”.

Rosa Devés Alessandri
Rectora de la Universidad de Chile

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