Palabras Velorio Francisco Brugnoli

Con esta tristeza profunda que nos invade a todos y todas, me sumo a la despedida del artista, académico y amigo entrañable que fuera Francisco Brugnoli.

Él fue, por sobre todo, un Maestro. Cuando escucho llamarlo así, a la usanza de la Facultad de Artes, siempre siento que no hay otra identidad que pueda describirlo mejor.

Maestro generoso, presente, intenso, doliente -a veces- en el arte, en la academia, en la política, en el hacer mucho con poco, en sobreponerse a las dificultades con dignidad y fuerza ejemplar.

Revolucionario de espíritu, siempre pensando en cambiar las formas de hacer en la búsqueda de consistencia, para movilizar conciencias y para potenciar vidas.

Lo conocí en la Asociación Universitaria y Cultural Andrés Bello en los tempranos años ochenta, la asociación formada por Jorge Millas para resguardar los principios universitarios violentados en dictadura que reunía a académicos y académicas de distintas universidades y también a académicos y funcionarios exonerados. Pancho estaba entre estos últimos.  Escuchar su hablar profundo, sus ideas cultas que atravesaban disciplinas desde su voz de artista, a veces de arquitecto, filósofo o educador, y saber que no podía hacerlo desde la Universidad de Chile porque había sido excluido, era un constante recuerdo de la represión del pensamiento. Él era entonces no solo Maestro en la lucha por la recuperación de los valores democráticos, sino símbolo de la libertad de pensamiento cercenada. Una figura ética, sólida, con una valentía tan genuina y firme que asombraba por su sobriedad.

Quiero también recordar hoy (porque a él le gustaba hacerlo) su importante rol en el grupo llamado “Sala Niemeyer” (por el nombre de la sala en que nos reuníamos en Facultad de Ciencias a fines del 90 y después en este mismo MAC) que condujo junto con el movimiento estudiantil a la gestación de los nuevos Estatutos de la Universidad y la instalación del Senado Universitario. Eran encuentros modestos, sin alarde, pero con mucho trabajo y lealtad con la búsqueda de acuerdos para reemplazar el estatuto de la dictadura por uno que dignificara a nuestra Universidad.

Cuando recibió la Medalla Rectoral en 2022 -uno de los tantos reconocimientos que se le hicieron- nos recordó nuestra responsabilidad con la institución para lo que él llamó “el cumplimiento del binomio mágico Universidad-país”.

Mientras escribo, por causalidad tengo a mi lado un libro que lleva por título “Cultivando el espíritu: cómo la universidad fortalece la vida interior de los estudiantes”, de Alexander Astin. Es un libro secular, no religioso. Pienso que podría haber sido el título de una biografía sobre el maestro Francisco Brugnoli, quien precisamente a lo largo de su vida cultivó el espíritu de tantos y tantas, enseñándonos a experimentar, a mirar distinto, a nunca estar del todo conformes.

Querido Pancho, esta Rectora no supo ajustarse a la formalidad de enumerar los muchos cargos que ocupaste, las responsabilidades, los honores, las obras… porque fuiste tanto más que todo eso reunido. Solo resta decir que desde este lugar honraremos tu memoria cada día, en los actos pequeños y en los grandes y seguiremos viendo tu figura hermosa cuando abracemos a Pequina, y a cada uno de tus hijos que tan fielmente reflejan tu gran humanidad en sus propias vidas.

Rosa Devés Alessandri
Rectora de la Universidad de Chile

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