Discurso Condecoración al Mérito Amanda Labarca a Nury González

Es un honor dirigir unas palabras finales en representación de la Universidad de Chile en esta emocionante ceremonia por medio de la cual se ha distinguido a la Profesora Nury González con la Condecoración Amanda Labarca, y que nos ha otorgado el privilegio de escuchar su discurso, así como la presentación que realizara de su trayectoria la Profesora Kemy Oyarzún.

A través de una escucha atenta, hemos reflexionado sobre nuestra misión, el sentido de lo que hacemos y hemos celebrado una vez más los talentos, los esfuerzos y voluntades que dan vida a esta institución, especialmente la fuerza y entrega de sus académicas.

Agradecemos a Nury González por su labor académica ejemplar y multifacética.

Celebramos la buena academia, esa que recogemos de la historia con Amanda Labarca y que volvemos presente y futuro a través de Nury. La academia con propósito de renovación, que crea, investiga y enseña, pero que también gestiona y construye institución a partir del conocimiento. Qué no guarda lo logrado como bien individual, sino que lo hace público, ofreciéndolo generosa y amorosamente a través de la extensión.     

Nury ha sabido dar vida, sin confundirse, a su ser de artista y de académica, sin que lo uno niegue a lo otro, logrando, por el contrario, que se complementen y enriquezcan, y junto con forjar esa identidad que es modelo para muchos, gestiona, conduce, forma equipos y alcanza reconocimiento internacional.

Su labor de extensión y de creación de institucionalidad como Directora del MAPA son una contribución de proporciones gigantescas a la Universidad de Chile y al país. Esta semana celebraremos la instalación del Museo en la Plataforma Cultural. Y justamente cuando su querido MAPA llega a esa magnífica casa nueva, ella lo entrega para que sean otras y otros quienes sigan desarrollándolo.

Cuando pensamos en el futuro que espera a  la universidad como institución universal, esa que ha existido por 800 años, y que algunos vaticinan que podría desaparecer debido a  los avances radicales en las nuevas tecnologías de información y comunicación, pienso en Nury, y razono que estas instituciones, especialmente la públicas deben existir para asegurar un ambiente, un espacio donde las tareas universitarias puedan realizarse integradamente en un encuentro de personas que transforman sus vidas y las de los demás a través de una interacción creativa y generosa. 

Simon Marginson en un trabajo sobre la Educación Superior como Bien Público escribe: “Cuando estas instituciones no representan nada más profundo o más colectivo, sin mayor bien público, que la agregación de interés propio (como los monasterios de China e Inglaterra, que acumularon grandes recursos y que llegaron a existir sólo para sí mismos y para aquellos que los utilizaban) entonces las instituciones son vulnerables. El interés propio puede canalizarse de otras maneras, las instituciones desaparecen y sus funciones son recogidas en otro lugar”.

Por eso Nury y las académicas y académicos que como ella ejercen una academia generosa nos hacen fuertes, otorgan sentido y cuidan para la historia este espacio público que nos humaniza.

Termino recordando unas palabras de Amanda Labarca que sin duda hemos escuchado o leído antes, pero que estimo necesario recordar en este contexto:

“El maestro, esencialmente, debe aspirar a ser un artífice, un despertador de fuerzas espirituales, un transformador de potencias informes en capacidades precisas de acción. De acción que traduzca un reconocimiento de los lazos de solidaridad que nos unen con el pasado, el hoy y el mañana de nuestra comunidad. De acciones que nos permitan colaborar en el bien individual y colectivo, en la búsqueda de la verdad, en la realización y goce de la belleza, en el logro de la justicia social, en la paz fraterna y en la alegría de vivir. Esto es lo esencial. Esta su tarea irreemplazable”.

Nury, maestra, gracias por todo.

Rosa Devés Alessandri
Rectora de la Universidad de Chile

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