Palabras Condecoración al Mérito Amanda Labarca a profesora Leonor Varas

Es un honor dirigir a ustedes unas palabras finales en representación de la Universidad de Chile en esta solemne ceremonia, por medio de la cual se ha distinguido a la profesora Leonor Varas con la Condecoración al Mérito Amanda Labarca año 2023, siendo  presentada por la Profesora Nury González, galardonada en 2022.

Una es artista; la otra, matemática. Las son dos educadoras; las dos son transformadoras de sus espacios; las dos son herederas y hermanas de Amanda en su fuerza, en su compromiso con el trabajo puro y duro, orientado al servicio al país, así como en su capacidad para derribar barreras que parecían inamovibles. Escucharlas ha sido un privilegio.

La Condecoración al Mérito Amanda Labarca -como se ha dicho- se instituye para “realzar la personalidad y la obra de mujeres universitarias que se hayan destacado con relieves excepcionales en el campo de su profesión, en el dominio de la cultura o en el servicio del país”.

Quienes estamos hoy aquí, y que repletamos este Salón de Honor para celebrar y dar las gracias a Leonor Varas, reconocemos en su trayectoria, precisamente, excepcionalidad.

Su trabajo es excepcional por los muchos ámbitos que ha impactado, y también es notable por la forma en que los distintos saberes y experiencias se han ido hibridando para producir conocimiento relevante; ese conocimiento que es fértil y que tiene la suficiente energía para modificar la realidad.

Resulta admirable como ha fluido de las matemáticas a la educación y de ahí a la gestión pública desde la academia, formando, investigando y dialogando con la sociedad, para luego aplicar esos saberes en espacios donde inciden en la vida de muchas personas. Todo aquello con una visión estratégica y política fundada en principios sólidos que sustentan su liderazgo. Y mientras ella crece en conocimiento y trascendencia, crecen también quienes están a su alrededor, y crecen las instituciones que lidera.

Cuando busco un atributo que describa con mayor precisión su singularidad en este mundo académico tan lleno de talentos, aparece como en esas nubes de palabras que hoy son tan populares con letras grandes y nítidas: la valentía.

Y pienso, ¿por qué en la actualidad hablamos poco (o menos) de la valentía? ¿Es que ya no se requiere tanto de esa virtud sobre la que se ha escrito desde la antigüedad para señalar que es la más importante de todas? ¿Qué significa ser valiente en una sociedad invadida por el miedo a un futuro incierto, el temor a los otros y otras distintas, a la fragilidad de la vida y del sistema que conocemos? Leonor responde esta pregunta con su vida, porque ella es precisamente una valiente.

La conocí en los años ‘80 cuando la Universidad estaba intervenida por la dictadura y el ejercicio de la valentía era necesario cada día. En las acciones más insignificantes había que decidir de qué lado se estaba, no había rutina, y en cada acto podía haber claudicación o defensa de un valor esencial. Leonor entonces marcaba un estándar; siendo una líder moral de la rebeldía contra la represión y una defensora de la libertad académica; ella ponía la vara alta a nuestro comportamiento.

Y esa valentía ha marcado toda su trayectoria, la que ha estado orientada por los mismos principios y convicciones sobre la democracia y la dignidad humana, ya sea cuando enseña, cuando investiga o cuando se aboca a la transformación institucional, como es el caso de la Dirección del DEMRE y el sistema de acceso a la educación superior.

Entregándose a las causas, promoviendo siempre a los y las demás, ha liderado complejísimos procesos que inciden en las vidas de miles de jóvenes cada año y de millones de jóvenes a medida  que el tiempo va pasando, respetando siempre el valor profesional de quienes trabajan con ella, confiando en sus capacidades, en la bondad y rectitud del otro con una visión pluralista, y enfrentando los obstáculos sin claudicar. Su fortaleza y coraje durante la aplicación de la Prueba de Selección Universitaria, posterior al estallido social y luego en pandemia, fueron reconocidos transversalmente a nivel nacional e internacional, y las grandes dificultades que enfrentamos nunca detuvieron el avance de los cambios hacia un sistema de acceso de mayor calidad.

Hoy, la Universidad la Chile la celebra y nuestro compromiso es que su ejemplo se irradie y se vuelva costumbre. Trabajaremos por ello. Un reconocimiento especial a la comunidad del DEMRE, que es un orgullo para la Universidad de Chile y para el país, a cada uno y cada una de sus integrantes que hoy nos acompañan.

Finalizo dedicando a Leonor Varas las palabras que el historiador Guillermo Feliú Cruz dirigió a Amanda Labarca en el homenaje que la Universidad le rindiera en 1956: “Maestra de esfuerzos y consagraciones, labradora de inteligencias; carácter y voluntad sin desmayos en la faena; alma tierna y firme en sustentación de la doctrina, esclarecida mentalidad, eficiencia, comprensión y dignidad”. Repito… dignidad.

Muchas gracias.

Rosa Devés Alessandri
Rectora de la Universidad de Chile

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