Palabras Ceremonia de reconocimiento como Profesora Emérita a María Teresa Ruiz y como Profesor Emérito a José Maza

Es un honor dirigirme a ustedes en representación de la Universidad de Chile en esta ceremonia en la que se ha conferido a María Teresa Ruiz y a José Maza la distinción de Profesora Emérita y Profesor Emérito, respectivamente.

Hay momentos en los cuales nuestra Universidad de Chile, que se esfuerza siempre por ser verdaderamente de Chile, se encuentra representando más fielmente a su país. Éste es uno de esos momentos, porque -qué duda cabe- que es Chile el que respeta, admira y quiere a María Teresa Ruiz y a José Maza. Respeto, admiración y afecto que nacen del reconocimiento a vidas académicas tan brillantes, originales y generosas.

En un texto sobre los desafíos de la formación doctoral, el gran educador estadounidense, Lee Shulman, escribe que los verdaderos académicos son simultáneamente aventureros intelectuales, pensadores, actores y agentes morales. Y qué bien viene esta caracterización a María Teresa Ruiz y a José Maza. Han sabido aventurarse a lo desconocido, han elaborado respuestas a preguntas complejas, han movido -como pocos y pocas- sus campos disciplinares, actuando en múltiples ámbitos a la vez, y han usado su conocimiento con integridad y responsabilidad. Lo han hecho, además, siempre abriendo caminos y nuevas posibilidades para otros y otras.

No ahondaré aquí lo que sabemos, que han hecho aportes fundamentales a la ciencia -descritos también hoy- por los que han recibido múltiples reconocimientos en Chile y en otros países del mundo. Ya hemos escuchado de supernovas, energía oscura, aceleración del universo, de nebulosas planetarias y de esa enana «café» llamada Kelu-1, que incluso supo pasar de la publicación científica al escenario teatral para enseñar sobre la fuerza y la imaginación de las mujeres.

Quiero más bien, en estas palabras, destacar esa otra faceta de su vida científica, aquella que lleva a que sus historias académicas y personales convoquen tan masivamente el interés y el afecto de miles de personas, quienes por su intermedio se entusiasman con la ciencia, se atreven a hacer y a hacerse preguntas, así como a soñar con que algún día podrán descifrar aquello que no ven y que no entienden. Lamentablemente, hoy en paralelo con los rápidos avances científicos crecen los movimientos anti-ciencia, los que frecuentemente nacen asociados a teorías conspirativas confundiendo a las personas y generando miedo. Por eso, este acercamiento de María Teresa Ruiz y José Maza al público general, además de su obvio valor educativo, es políticamente importante.

Asimismo, impresiona en ambos esa fuerza que les hace llegar primero, pero con caminar lento, sin estridencias, sin empujar a nadie hacia el lado, sin subirse al pedestal; llegar primero y desde ahí dar la mano a quienes vienen más atrás por la misma senda.

Es por ello que su permanencia en la Universidad de Chile, a través de este nombramiento como Profesores Eméritos, es tan sustancial, para que nos recuerden lo que es el trabajo bien hecho, ese que logra validarse sin adornos o maquillaje, sin accesorios o propagandas, que produce conocimiento y se instala por igual en las aulas como en los hospitales o en los hogares, que es capaz de salvar vidas -como los aportes que se hicieron en esta misma Facultad para la pandemia o en la defensa contra la infección por el virus sincicial- y que, en su caso, abre espacios para observar el universo desde Chile, inspirando las vidas de los muchos jóvenes, niños y niñas que quieren seguir su camino.

Gracias a quienes les han acompañado en su viaje, nada se hace nunca solo o sola.

Muchas gracias.

Rosa Devés Alessandri
Rectora de la Universidad de Chile

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