Palabras de Despedida a Antonio Skármeta
Saludo a las autoridades presentes, a todos y todas quienes han venido a presentar sus respetos y afecto a Antonio Skármeta, y por cierto, muy especialmente, abrazo en representación de la Universidad de Chile -que lo ha querido y admirado- a su esposa Nora y a sus hijos Fabián, Beltrán y Gabriel.
Hoy, nos congregamos bajo el peso de la ausencia para despedir a un hombre cuya vida fue un viaje de letras, de palabras urdidas con pasión, de historias que se entrelazaron con la historia de nuestro país y del mundo.
Antonio Skármeta, nacido en la luminosa Antofagasta, hijo de inmigrantes croatas, encarnó a lo largo de su vida el espíritu de quien lleva en su sangre el impulso del viaje, la búsqueda incansable de nuevos horizontes, tanto en la geografía como en el alma humana.
Desde su juventud, como estudiante de Filosofía en la Universidad de Chile, él entendió que la literatura era mucho más que una ocupación; era un destino, un modo de vivir y de transformar la sociedad. Como académico, y como eterno estudiante de la vida, dedicó sus esfuerzos a compartir con las generaciones futuras esa convicción de que el arte, la palabra y el libro son herramientas que nos permiten mirar más allá, soñar más alto, ser solidarios y compasivos, y ser más libres.
Su obra, reconocida con el Premio Nacional de Literatura 2014, fue un eco de esas profundas inquietudes. Chile lo recibió entonces como uno de los grandes, y nuestra Universidad se alegró de verlo brillar con humildad, con “sonrisa amplia”. Por medio de novelas como Ardiente Paciencia -esa delicada joya que nos permitió conocer a Pablo Neruda a través de los ojos del humilde cartero-, Antonio nos enseñó que el amor, la poesía y la lucha por la justicia son universales y eternas. Sus relatos no solo habitaron las páginas de los libros, sino que cobraron vida en la imaginación de miles de lectores, trascendiendo fronteras y lenguas, tocando fibras humanas en cada rincón.
Pero además de ser el escritor y creador que todos admiramos, fue el divulgador incansable que, con su inigualable programa Show de los Libros, logró hacer lo que pocos consiguen: llevar la literatura a los hogares, hacerla cercana, hacerla conversación cotidiana.
Antonio comprendió que las historias no deben permanecer encerradas en las páginas de un libro, sino que deben ser contadas, sentidas y vividas por todos y todas. Nos regaló ese espacio donde las letras y las ideas son el centro y, con ello, nos hizo mejores como sociedad.
Hoy, su partida nos enfrenta al silencio, ese que él tan bien supo llenar con palabras. Por ello, hacemos llegar especialmente a la querida Nora y a sus hijos un mensaje de afecto de quienes hoy represento, las distintas generaciones que se reúnen en la Universidad de Chile y que lo despiden con tristeza.
Compartimos con ustedes el dolor y les expresamos nuestra más sincera gratitud por haber sido parte de la vida de quien, con su pluma y su voz, nos dio tanto.
Su obra, sus enseñanzas y su pasión por la cultura permanecerán vivas entre nosotros, sabrán de él los y las jóvenes de hoy y de mañana, y nosotros nos preocuparemos de que su voz suene fuerte y sea escuchada, para que el poder de sus historias contribuya a cambiar el mundo.
Hasta siempre, maestro. Hasta siempre, Antonio Skármeta.
Rosa Devés Alessandri
Rectora de la Universidad de Chile