Palabras Recepción Estudiantes Nuevos de Pregrado
Es una alegría muy grande recibirles en la Universidad de Chile y darles las gracias por haber escogido a esta institución para su formación; ustedes nos renuevan, nos mantienen vigentes y nos hacen mejores.
Es un privilegio participar hoy junto a los otros y otras integrantes de nuestra comunidad universitaria en esta bienvenida. A lo largo de esta jornada nos conoceremos e irán dándose cuenta cómo cada uno, desde su particular espacio, se prepara para recibirles. Con seguridad irán distinguiendo diferentes sellos disciplinares y diferentes responsabilidades, pero también una voz común.
Estamos agradecidos de la nueva fuerza, las experiencias y los conocimientos que traen a esta institución, y nos esforzaremos por entregar la mejor educación posible y responder a sus expectativas.
Ustedes se incorporan este año a distintas carreras y programas y espacios universitarios, pero también ingresan a formar parte de la comunidad de la Universidad de Chile como un todo. ¿Cómo entendemos esta comunidad más allá de la retórica? ¿Qué nos llama a identificarnos como parte de la comunidad de la Universidad de Chile? ¿Qué es lo que tenemos o buscamos tener en común?
Intereses y vocaciones, por cierto; pero por sobre todo compromiso con la realización de esa vocación al más alto nivel de exigencia y con compromiso público. Ustedes han escogido estudiar en una institución que ha dado muestras, a lo largo de muchos años, de un compromiso con la excelencia académica y de servicio al país.
Nos une la vocación por el aprendizaje: aquí todos y todas estudiamos, todos y todas aprendemos cada día. No es simplemente un lugar de saber depositado, acumulado. Es un lugar donde los saberes fluyen, se construyen y deconstruyen; no es un lugar de certezas. Sus docentes en su mayor parte son investigadores e investigadoras y todos tendrán problemas no resueltos, preguntas que han afanosamente buscado responder. Mientras más difíciles más contentos, pues responder esa pregunta difícil es relevante. No olviden eso. Porque les ayudará a preguntar y a preguntarse. Recuerden que el o la docente con quien interactúan muchas cosas no las sabe, porque su profesión, aquello a lo dedica la vida con pasión, es moverse en un terreno de interrogantes. Entonces, es preciso abandonar el temor a no saber y abandonar el temor a equivocarse.
Al hacernos parte de esta comunidad, nos hacemos parte también de una historia y, en cierto sentido, nos hacemos cargo de una historia, de un patrimonio, nos fundimos con un pasado, pero venimos a prepararnos para construir el futuro de este país, y de la humanidad en un sentido amplio.
La Universidad de Chile se entiende a sí misma como un espacio pluralista, donde se deben escuchar y respetar las opiniones fundadas de todos y todas, y donde se valora especialmente la diversidad. Es desde esa riqueza de miles, sí miles de voces -60 mil personas que no nos conocemos y que no nos vamos a conocer totalmente nunca- que nos proponemos ser mejores para un país mejor.
Cada año tenemos nuevos desafíos, los tiempos cambian, la sociedad evoluciona, los y las jóvenes llegan con nuevas experiencias.
En la actualidad, además de los nuevos retos que trae el gran avance de las tecnologías que tanto se comentan en todos lados, nos hemos propuesto abordar un desafío que es a la vez más antiguo y más desafiante, y aún más importante para el futuro: la educación en Derechos Humanos, pero especialmente la educación para los derechos humanos, que les dé la oportunidad a ustedes de ser agentes de esos derechos.
Las reflexiones y los diálogos que sostuvimos el año recién pasado, a raíz de la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado, nos han llevado a fortalecer nuestro compromiso con la democracia y los derechos humanos en el ejercicio de todas las funciones universitarias y, especialmente, en la convivencia de nuestras comunidades. Para ser consistentes, la educación en Derechos Humanos debe darse en un ambiente en el cual estos derechos sean efectivamente respetados y garantizados a todos y todas quienes integran la comunidad universitaria.
En los últimos años hemos puesto el acento en el compromiso con la equidad, la inclusión y la no discriminación, en la valoración de las diferencias y en la construcción de una comunidad cultural diversa que nos enseñe sobre el valor de la interdependencia, a la vez que nos convoque a una ética del cuidado, con reciprocidad y solidaridad.
El compromiso de promover una vida universitaria con enfoque inclusivo y de Derechos Humanos requiere enfrentar el proceso pedagógico de una manera distinta, y nos entrega a cada uno de los profesores y profesoras una responsabilidad en la formación integral de las y los estudiantes. Esperamos este año intensificar nuestros diálogos respecto a este compromiso, para avanzar hacia una pedagogía inclusiva fundada en el cuidado, que evite toda forma de exclusión, como la exclusión de género que ha afectado a las mujeres por mucho tiempo.
Nos preocuparemos de otorgar espacios para escucharnos mutuamente, donde todos y todas puedan ejercer su igualdad de voz y anunciar su presencia como iguales.
Todo esto tiene relación con el ejercicio del diálogo, el que esperamos fomentar y cultivar, porque para dialogar se debe tener un lugar, una voz y se debe aprender a escuchar la voz de los otros y otras.
Los y las invitamos entonces a buscar con esfuerzo y entusiasmo aquello que anhelan saber, hacer o conocer. Y les pedimos que nunca dejen observar y conocer a los otros y otras en su entorno. No se imaginan cuánta inteligencia y cuánto conocimiento y virtudes de distinto tipo conviven en la Universidad de Chile. Está ahí para ustedes. A través de un proceso refinado que ha tomado muchos años, se ha ido tejiendo y construyendo. Aprovéchenlo, exíjanlo y aporten con sus propios talentos y capacidades.
Muchas gracias.
Rosa Devés Alessandri
Rectora de la Universidad de Chile