Discurso Entrega Distinción Doctor Honoris Causa a Jane Goodall

Muy buenas tardes a todas y todos,

Es un gran honor para la Universidad de Chile conceder la distinción Doctor Honoris Causa a la Doctora Jane Goodall. Su notable trayectoria, aporte a la ciencia y contribución a un mejor planeta son razones fundadas para este reconocimiento, que nuestra Universidad entrega a personalidades que se han destacado a nivel internacional por acciones sobresalientes en beneficio de la humanidad.

Estoy segura que comparten conmigo la emoción de este momento. Reconocer y celebrar a la Doctora Jane Goodall es celebrar la vida y el respeto por la naturaleza. Al ofrecer esta distinción a una científica reconocida, admirada y querida por personas de todas las latitudes y además en compañía de tantos y tantas jóvenes, la Universidad de Chile representa hoy genuinamente a Chile, se hace parte de un colectivo mayor y actúa para extender un abrazo plural.

El trabajo incansable de la Doctora Goodall y su visión profunda de los procesos que estudió han transformado nuestra comprensión del mundo natural. Esa mente lúcida y generosa, labrada en el trabajo intenso, es la que celebramos hoy con las puertas abiertas de la Universidad de Chile, que la incorpora en su historia que así se enriquece.

Su vida ha estado dedicada con generosidad y humildad al trabajo científico y al cuidado de la naturaleza. Esa misma generosidad la ha desplegado en esta visita a nuestra Universidad. Entre sus innumerables tareas, ha encontrado un espacio para compartir sus conocimientos con nosotros y nosotras.

Hoy más que nunca necesitamos nutrirnos de esas enseñanzas, y nuestra Universidad tiene la responsabilidad de ser lugar para una transformación de nuestra relación con la naturaleza.

Su investigación pionera develó las intrincadas estructuras sociales y los comportamientos de nuestros seres más cercanos en la escala evolutiva, mostrando las complejidades de la inteligencia animal y de las emociones.

Su compromiso inquebrantable con la conservación y su defensa de una vida sostenible han inspirado a innumerables personas en todo el mundo, y también inspira a esta Universidad y su comunidad para promover programas de conservación y educación ambiental que empoderen a las personas para que tomen medidas para proteger nuestro planeta.

Agradecemos también el sentido de su charla “Razones para la Esperanza”, pues sus palabras para asegurar un mejor futuro, comprometido con el bienestar de todas y todos resultan fundamentales. Sin esperanza, no es posible construir un horizonte compartido para superar, por ejemplo, las adversas consecuencias de la triple crisis climática o para imaginar una sociedad más justa y equitativa.

Asimismo, su confianza en el poder de la acción individual es fundamental en una época en la que el mundo enfrenta desafíos ambientales sin precedentes, ya que, sin desconocer la importancia de la fuerza colectiva, nos recuerda que cada uno de nosotros y nosotras puede marcar la diferencia, y que nuestras decisiones, por pequeñas que sean, contribuyen a un bien mayor.

De este modo, con el aprendizaje profundo y comprometido del entorno natural, nos reconocemos como un todo interdependiente, donde la protección de la biodiversidad se asume como un imperativo moral, político y humanista.

Jane Goodall es, ciertamente, una “mensajera de la paz”, como la ha nombrado la Organización de las Naciones Unidas. Su influencia se despliega por la academia, la sociedad civil, el activismo ambiental, la política internacional e, incluso, en la cultura popular.

Cuando tanto se discute de métricas para medir el impacto científico, la Doctora Goodall nos muestra la complejidad de ese concepto, pues su influencia supera con creces las fronteras propias de su disciplina científica y se extiende al espacio público, especialmente, entre las generaciones más jóvenes.

La Doctora Goodall desafió los límites de la ciencia desde el comienzo de su trabajo, demostrando que el conocimiento necesita derribar lo que se toma por dado para arriesgarse a extender sus fronteras. Con esto, se cambian paradigmas, pero también se enseña y se transforma. Hoy, ella es una educadora en propiedad, pues su labor justamente cambia la vida de quienes tienen la fortuna de conocer su trabajo. Aquí, en la Universidad de Chile, todos y todas estamos aprendiendo de ella.

Su presencia honra a la Universidad.

Muchas gracias.

Rosa Devés Alessandri
Rectora de la Universidad de Chile

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