Palabras Ceremonia en reconocimiento como Profesor Emérito a Francisco Brieva

Es un honor representar a la Universidad de Chile en esta ceremonia de reconocimiento del profesor Francisco Brieva como Profesor Emérito.

Con esta distinción, la Universidad no sólo rinde homenaje a sus académicos y académicas más excepcionales, sino que también se fortalece y proyecta a sí misma.

Las universidades de verdad tienen ese atributo de los sistemas complejos, que es la capacidad de auto-organizarse. Las muchas decisiones, afortunadas o no, conscientes o no, que se toman en el camino determinan su historia y su valor. Nunca se trata de decisiones fáciles, porque distinguir aquello que es esencial de aquello que es importante y valioso, pero no esencial, es una tarea no sólo exigente, sino muchas veces dolorosa.

Pienso en esto cuando pienso en Francisco Brieva, en su vida académica en la Universidad de Chile y este acto que lo distingue como Profesor Emérito.

Por dos razones:

En primer lugar, porque Francisco Brieva es una de las personas que ha sido capaz, durante su brillante trayectoria académica, de asumir aquellas decisiones que marcan camino en la institución, que hacen historia, que tuercen el destino de lo que sería una evolución a la deriva. Y no lo ha hecho sólo en momentos decisivos de la Facultad o la Universidad, lo hizo cada día, siempre; lo hace cada día, siempre. Un actuar consciente de la responsabilidad de sus actos, reconociendo que en las acciones académicas cotidianas se juega esa dimensión mayor de lo que significa ser una buena universidad y también nuestra propia responsabilidad de cuidar a ésta que se nos ha encomendado, la Universidad de Chile. En ello ha sido claro, sin disimular incluso la angustia que provoca la conciencia de la responsabilidad. Entonces, Francisco Brieva encarna como pocos aquello referido habitualmente como la búsqueda de la excelencia, en un sentido holístico, pero no discursivo. En los hechos duros, en la consistencia.

En segundo lugar, este acto representa esa necesidad de discernir entre lo importante y lo esencial, porque al distinguirlo como Profesor Emérito, la Universidad lo señala como alguien imprescindible para la institución. No se trata entonces sólo de un título honorífico, es más bien reconocerlo como sustancia de esta institución señera de nuestra República, no sólo en cuanto a la valoración de su trayectoria, sino como esencial para su evolución futura.

En la cuenta final de su gestión nos dijo:

“He preferido el hecho por sobre el discurso, el cambio por sobre la intención, en una forma de expresar mi estilo de conducción: las cosas ocurren y las ideas crecen como parte de un continuo, expresando la voluntad de una comunidad o la inspiración de alguno, sin principio ni fin, sólo transformándose, sin importar en realidad quién fue el actor que representó el momento”.

Pero esos actores visionarios y comprometidos, si han existido, les recordemos o no.

En una memoria que abarca el período 1855 a 1872 que escribe Ignacio Domeyko al cumplirse 5 años del inicio de su rectorado, reflexiona sobre el valor del cultivo de las ciencias y las letras: “Difícil sería suponer que la instrucción pública i la enseñanza puedan tomar en una nación cierto desarrollo i alcanzar un grado preeminente, sin que se formen i existan en ella hombres capaces de cultivar la literatura i las ciencias i que en realidad las cultiven con buen éxito.

Honor i gratitud a los fundadores de nuestra Universidad, que animados de las ideas más sanas i liberales, se esforzaron en crear una institución llamada a ser un foco para el cultivo de letras i ciencias, i que tuvieron bastante fe en que se hallaran en la nación hombres intelijentes i entusiastas dispuestos a poner desde luego la mano en la obra. Sus esperanzas no han sido frustradas” (sic).

Contento y agradecido estaría Ignacio Domeyko en la ceremonia de hoy, contentos y agradecidos estamos nosotros.

Muchas gracias.

Rosa Devés Alessandri
Rectora de la Universidad de Chile

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