Palabras Profesor Emérito Alberto Montealegre Klenner

Es un honor representar a la Universidad de Chile en esta ceremonia, en la cual la institución entrega la distinción de Profesor Emérito al destacado académico y arquitecto Alberto Montealegre Klenner. A lo largo de su brillante trayectoria, el Profesor Montealegre ha impactado espacios y personas, y su obra es, por cierto, material, pero por sobre todo espiritual. Con este nombramiento, permanecerá en la Universidad para siempre, tal como permanecen las creaciones arquitectónicas que se vuelven patrimonio y engrandecen a las instituciones y los territorios.

Como se ha mencionado anteriormente, reiteramos que el profesor Montealegre pertenece a esa estirpe de los grandes maestros, aquellos que desde otras disciplinas conocemos a través de sus obras trascendentes, pero principalmente a través de la huella que dejan en sus discípulos y discípulas.

Reflexionando sobre su sello en la preparación de estas palabras, se hizo evidente que él encarna de manera ejemplar la noción de autoridad: una autoridad en su campo profesional, una autoridad en la disciplina que lo sustenta, una autoridad docente y, quizás aún más significativo, una autoridad moral, gracias a su coherencia personal y su ejemplaridad. Esa autoridad que, a diferencia del mero poder, ejerce influencia y es respetada porque no solo demuestra conocimiento, sino que además goza de credibilidad y es depositaria de confianza, a la vez que construye sobre cimientos de integridad y empatía.

Hoy, la Universidad de Chile reconoce y agradece -una vez más- su vocación docente, su ejemplo de maestro que señala el camino y lo abre para otros y otras, y que forma de la mano con el compromiso social que es parte del ethos de esta Universidad.

Su legado ha sido precisamente la maestría, entendida como el dominio del oficio en todas sus facetas y complejidades, contraponiendo a la imagen del “arquitecto estrella”, que brilla por sí mismo y a veces para sí mismo, a la del maestro que entiende la arquitectura como un servicio a la sociedad y, en ese acto, reafirma la vocación de la Universidad de Chile como universidad pública.

Esta manera de ser maestro como quien entrega el testigo en una carrera de postas, que no rivaliza, que acompaña y guía el crecimiento, es lo que todos admiran y reconocen por su singularidad.

Es así como muchas generaciones de jóvenes estudiantes de arquitectura, formados en su taller vertical, reconocen en él un referente ineludible por su rigor académico y por su facultad para lograr extraer lo mejor de sus estudiantes, estimulando la iniciativa propia y el camino personal, lo que ha significado que muchos de ellos y ellas se encuentren hoy en altas jerarquías académicas, como también en importantes responsabilidades en instituciones públicas.

Su vocación de servicio también se ha expresado en otros ámbitos del quehacer institucional, donde ha aportado con su excelencia académica y ecuanimidad al trabajo de diferentes comisiones y consejos, muy especialmente en el proceso de jerarquización a nivel de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo y de la Universidad, que es quizás la más alta responsabilidad de gestión académica: asegurar la calidad del cuerpo académico, reconocer las trayectorias y guiar el desarrollo de académicos y académicas, a través del proceso de evaluación.

Su actividad profesional también ha sido ejercida con un rigor disciplinar ejemplar, y ha sido el laboratorio en que ha destilado una forma de entender la arquitectura como un servicio a la comunidad, dedicando gran parte de su ejercicio profesional al desarrollo de proyectos de Arquitectura Pública de relevancia nacional. Esta manera de entender la profesión le ha merecido también el respeto de sus colegas, que lo han distinguido con responsabilidades directivas en el Colegio de Arquitectos.

Éste es un día en que todas y todos los presentes nos hacemos parte del homenaje, no como espectadores o simples acompañantes, sino como participantes comprometidos, porque cuando se celebra a un gran profesor, se celebra y distingue también a sus discípulos y discípulas, ya que es un hecho que maestro y estudiante evolucionan, crecen y se desarrollan juntos y -por la misma razón- se celebra también a la Universidad. La Universidad es comunidad, la Universidad son sus personas. El profesor Montealegre hoy es maestro, pero también es estudiante y es institución.

Muchas gracias.

Rosa Devés Alessandri
Rectora de la Universidad de Chile

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